Sunday, January 20, 2008

El general Nicolás


Un apunte previo. La fecha del 19 de enero de 2008 es de esas que pasará a la historia eclesiástica: la Compañía de Jesús elige en Roma a su nuevo prepósito general, el palentino-nipón-filipino Adolfo Nicolás, y el asturiano Juan Antonio Martínez Camino recibe el orden episcopal como primer jesuita designado para diócesis española.


Hay quien verá un contraste entre ambos acontecimientos, tan diversos, como dos cosmos dentro de la misma Iglesia. Algo de ello hay: la Iglesia de los obispos y la Iglesia de los religiosos, recíprocamente suspicaces.


Pero vamos con Nicolás. De todos los datos que se van acopiando hay que extraer algunos significativos. Nicolás fue secretario de la anterior Congregación General de los Jesuitas, la 34.ª, en 1995. Dicha responsabilidad, aunque temporal, otorga conocimiento de la persona dentro de la Compañía.


Además, también ha formado parte del «coetus praevius», o comisión, que preparó las líneas maestras de la actual Congregación.


Por tanto, los jesuitas han elegido a un compañero muy conocido en la orden, y reconocido. Igualmente, es un jesuita que llega al gobierno de la Compañía desde fuera de la curia jesuítica romana, como ya sucedió con Arrupe y Kolvenbach.


Ello quiere decir que la cúpula del gobierno jesuítico podría renovarse ampliamente, a diferencia de la curia vaticana, tan estable, tan firme, sea quien sea el Papa.


Llega Nicolás después de haber presidido la conferencia de provinciales de un extenso territorio que va desde China o Birmania, en el Oeste, a Corea en el Norte, Australia en el Sur y la Micronesia en el Este. Una inmensa suma de culturas y países que obliga a cruzar muchas fronteras, físicas y mentales.


Si la Compañía quiere impulsar en esta Congregación el trabajo en grandes regiones, éste es su hombre. Adolfo Nicolás llega en 1960 a Japón. Estudia Teología en la Universidad de Sofía y se doctora en la Gregoriana de Roma. Vuelve y enseña Teología Sistemática en Sofía. De 1978 a 1984 dirige en Filipinas el Instituto de Pastoral de Manila y después es rector de los jóvenes jesuitas estudiantes de Teología. Lo nombran provincial de Japón, de 1993 a 1999, y decide vivir en uno de los barrios más pobres de Tokio. No sólo eso, sino que al cesar como provincial vive durante varios años en una parroquia de la capital nipona donde habitan con dificultades inmigrantes filipinos y del resto de Asia.


En 2004 vuelve al gobierno de la orden, como presidente de los provinciales de Asia Oriental y Oceanía. Resulta, así, un jesuita polifacético y transfronterizo: dicen que fino teólogo -la Gregoriana obliga-, pero no sólo académico, sino, a la vez, pastoralista y formador de jesuitas.


También tiene experiencia de gobierno y muestra una proclividad a permanecer y a trabajar con los más desfavorecidos. Ya decimos, un perfil muy completo. Y otro dato: el Secretariado de Justicia Social de la Compañía difundió ayer un comunicado en el que advierte de que Nicolás ha sido elegido en el año del centenario de Arrupe, el jesuita que marcó el rumbo de la actual Compañía, con especial atención a la relación entre fe y justicia, y a la emergencia de Asia.


Como Arrupe, Nicolás es español inculturado en el Oriente, y parece que sus referencias son plenamente arrupistas. También dicen que tiene sentido del humor. Arrupe desbordaba optimismo, aun contra toda adversidad.


Javier Morán

lun.es

1 comment:

Anonymous said...

¿Qué ocurrió el 19 de enero de 2006 en la calle Gibraltar número 2 de Salamanca?