Friday, August 15, 2008

Ernesto Cardenal: "Siento que aquí hay un milagro"

"Yo siento que aquí hay un milagro, y creo que es una bendición… no creo, sé que es una bendición de Dios para el Paraguay y para toda nuestra América la elección del nuevo presidente”, fueron las primeras expresiones de Ernesto Cardenal sobre su presencia en Paraguay en el marco del nombramiento del ex obispo Fernando Lugo como mandatario, que se celebra en la fecha.


“Un sacerdote como yo y un obispo, pero no un sacerdote cualquiera, ni un obispo cualquiera, sino sacerdote y obispo de la Liberación, lo cual significa que han elegido un libertador”, continuó. “El hecho también de que sea un hombre que ha abrazado la pobreza voluntaria certifica que estará libre de toda corrupción, que es el mal más grande ahora del planeta. Entonces están libre de eso y tienen un libertador”.


El sacerdote católico es uno de los más destacados religiosos de la Teología de la Liberación, corriente teológica que inserta el marxismo y otras ideologías sociales con el cristianismo, para una “Iglesia por los pobres”.


El público podrá descubrir a Cardenal en su faceta como poeta el próximo domingo a las 9 en el Teatro Municipal Ignacio A. Pane, cuyo acceso será por orden de llegada y no habrá invitaciones previas.


“Mi vocación ha sido la de escritor, más tarde fue también la de sacerdote, porque yo entré a la vida religiosa a los 31 años, y la conversión a Dios que me llevó al monasterio trapense en EEUU y eso me llevó a la revolución, otra conversión, con mi primera visita a Cuba en el año 70. Pero para mí ha sido la misma vocación, la de poeta, la de sacerdote y revolucionario”, explicó.
Sobre su conversión a la vida religiosa recordó: “Desde el principio sentía yo que Dios me perseguía… y yo perseguía a las muchachas. Después por último, cansado de resistir, me entregué a él, y desde entonces me colmó de felicidad”.


Revolución pacífica


En los 70, Cardenal se convirtió en un icono del Frente Sandinista de Liberación Nacional en la lucha contra el régimen de Anastasio Somoza (1925-1980), que gobernó de 1967 hasta su derrocamiento en 1979.


Consultado si la revolución necesita hoy de guerrillas, opinó: “No, eso depende. En Nicaragua no había otra posibilidad, por la dictadura que teníamos. Esa dinastía de los Somoza fue prácticamente medio siglo, fue una cosa que inmovilizó al país, era necesario un cambio y como no había posibilidad de que fuera por elecciones ni por métodos democráticos ni pacíficos, más que la que hizo la revolución sandinista, la de las armas”. Señalo: “En realidad la Iglesia siempre ha reconocido el principio de la guerra justa, y por lo tanto de la guerrilla justa, ¿no?”.
“Claro, cuando hay otros medios de alcanzar el poder, como ha sido acá, como ha sido también en Bolivia, eso es lo que hay que hacer”. En ese sentido, cree que la guerrilla en Colombia debería buscar otro camino: “no el de las armas, porque no se ve ninguno sentido en esa lucha ya, que ha cambiado también de objetivo desde hace mucho tiempo”.


Al respecto, del fin de Somoza en Asunción, que murió en un atentado en setiembre de 1980, expresó: “Los tiranos se entienden, ¿no? Estaba tan desprestigiado que ni EEUU lo quiso admitir, entonces lo expulsaron. El primero vio en EEUU y de ahí lo expulsaron. Entonces de alguna manera se arregló con Stroessner, vino aquí a hacer sus negocios, compró grandes tierras para sembrar algodón. Algunos argentinos fueron los que lo ajusticiaron, posiblemente con la ayuda del gobierno sandinista, eso se ha mantenido como secreto, pero no es tan secreto. Ayuda, pero no participó ningún nicaragüense, sino principalmente fueron compañeros argentinos”.


Caridad eficaz


En cuanto a la renuncia de Lugo como obispo para ejercer en política, Cardenal concordó con el sacerdote colombiano Camilo Torres (1929-1966): “Él decía que la revolución es un deber cristiano y sacerdotal, y que dejaría de celebrar el sacramento de la eucaristía, hasta que hubiera otra sociedad. También decía que la revolución es la caridad eficaz. No la caridad personal que se hace, que es ineficaz y no es la colectiva, de su gran nación”.


Al igual que Lugo, Ernesto lleva una suspensión canónica por haber sido ministro de cultura (1979-1987), y en 1983 fue amonestado en público por Juan Pablo II al visitar Nicaragua. Dijo que no debería llamarse suspensión “ad divinis”, sino “ad humanis”. Acotó: “Yo también sigo con esta represión, pero estoy muy contento con ella porque esto me libera de tener que estar sujeto a las autoridades eclesiásticas, que no son como el obispo que ustedes tenían aquí, –que todavía es obispo porque será obispo para siempre–, como algunos que han habido, unos obispos que han sido corruptos”.


Cardenal tiene un postura crítica al Vaticano: “Nada más contrario que el evangelio de los pescadores que Cristo reunió, y con los que fundó su iglesia, que el Vaticano. Yo creo que la Iglesia tiene que cambiar tanto”. Además, “el papa anterior (Juan Pablo II) fue sumamente desastroso para la Iglesia, la hizo retroceder más de un siglo”, y el actual Benedicto XVI “está demostrando que es igual o peor”. Manifiesta que “hay dos iglesias, una que está con los pobres, con los explotados y oprimidos, y una iglesia que está con los ricos, con los explotadores, con los opresores. Pero solo una de las dos es la de Jesucristo”.


“El ateísmo no está en contra del cristianismo, ni en contra de Dios. Lo que está en contra de Dios es la idolatría, y ahora lo que tenemos es la idolatría del dinero y del poder y de la corrupción, todo esto es anti-Dios. Y el ateo que ama a su prójimo, pues ama a Dios. Eso lo dijo San Juan, parece que es disparate, pues San Juan apóstol es quien lo dice, el que no ama a su prójimo no conoce a Dios. Puede ser Papa, pero si no ama a su prójimo no ama a Dios”, reflexionó.


Candidato al Nobel de Literatura


Nacido en Granada en 1925, Ernesto Cardenal es considerado uno de los poetas más importantes de América Latina. Una de sus obras afamadas es “El Evangelio de Solentiname” (1977), que reúne comentarios revolucionarios del Evangelio hechos por él y los campesinos de las islas de Solentiname, en una comunidad que se estableció entre 1967 y 1972.


Propuesto al Premio Nobel de Literatura en 2005 y 2007, galardonado con las órdenes “Rubén Darío” (Nicaragua) y “José Martí” (Cuba) y el Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán en 1980, entre otras distinciones; este religioso publicó libros destacados como “Epigramas” (1961), “Oración por Marilyn Monroe y otros poemas” (1965), “El estrecho dudoso” (1966) y “Homenaje a los indios americanos” (1969). En 2004 apareció su último libro, el tercer tomo de la trilogía de sus memorias, titulado “La revolución perdida”.


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