Wednesday, August 13, 2008

EXAMEN DE CONCIENCIA CRISTIANO PARA EL DEPORTE (y 2)


El deporte nunca debe perder su condición de juego

La gran popularidad del deporte, especialmente del fútbol, manifiesta igualmente, entre sus luces, la posibilidad de desarrollar la dimensión lúdica, festiva y alegre de la vida y dar espacio y realización a la fiesta, la creatividad, la valorización del cuerpo, la promoción de la grandeza y de la dignidad del ser humano, la educación en virtudes y la contribución a un mundo más unido y tolerante
El deporte es compatible con el Domingo cristiano

La gran popularidad e inmenso poder mediático del deporte no está tampoco exento de sombras. A este respecto, y en alusión, de nuevo, al Papa Juan Pablo II, los obispos portugueses, alertan también para que el deporte no absorba "de tal manera al hombre que le lleve incluso a prescindir de sus responsabilidades religiosas, particularmente en lo que se refiere a la vivencia litúrgica del domingo... Por el contrario, en el día del Señor, la actividad deportiva ha de insertarse en un ambiente de serena distensión, que favorezca el encuentro y el crecimiento en la comunión, especialmente familiar.".

La Conferencia Episcopal de Portugal, en referencia al deporte profesional y, en particular, al fútbol, advierte asimismo de la "pérdida progresiva del sentido del como auténtica actividad lúdica y la falta de transparencia en negocios deportivos", que convierten muchas veces al deporte en una hipercomercializada, vivida la bajo la presión de obtener éxito y réditos a cualquier precio, con derivadas negativas como los deplorables espectáculos de "discursos agresivos dirigidos a los adversarios, destinadas a decidir el juego fuera del campo, presiones sobre árbitros, manipulaciones de la opinión pública" y un largo etcétera de todos conocido...

El fenómeno de la exaltación y radicalización de algunas peñas deportivas, relacionadas con episodios de intolerancia, agresividad y acciones violentas; el uso de sustancias químicas "dopantes"; la fabricación de deportistas-ídolos; la manipulación del deporte con interés políticos, electorales o económicos; y la corrupción de agentes deportivos son igualmente algunos de los graves riesgos de los que hay que liberar al deporte, por actividad profesional que sea.

Por todo ello, deportistas, aficionados y agentes deportivos, deben hacer del deporte una diversión sana, una profesión honesta, una expresión de arte y de belleza, una fiesta del encuentro y de la unión, evitando que el deporte sea factor de división, de conflicto, de tensión o de enemistad.
Ecclesia Digital

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