Friday, August 15, 2008

La felicidad no se agota, los recursos sí


Desde que he llegado a Barcelona solo oigo hablar de la crisis. Cuando dejé Cotonou, también. ¿Hablamos de lo mismo? La crisis para algunos es no ir de viaje en vacaciones y para otros no comer.

Una parte del mundo lucha por reducir su jornada laboral y la otra mitad por conseguir que todo el trabajo que cabe en un día le sea suficiente para vivir, o sobrevivir.

Partimos de puntos de vista diferentes, de realidades diversas, pero cada vez estamos más cerca. Pero la cercanía es a menudo falsa y más cruel que la distancia.

Venir de culturas diferentes quiere decir tener referencias diferentes, otra manera de vivir, de ver y de interpretar la realidad. Siempre me han gustado las novelas en las que diferentes personajes explican la misma historia desde sus respectivos puntos de vista, ahora la realidad supera a la ficción.

Cuando me ralaciono con la gente de los diferentes países donde trabajo en la región de África del Oeste, me resulta indispensable informarme de la historia, costumbres y cultura para poder tener una mínima comunicación. Para los que me reciben, normalmente es más sencillo, ya que nuestra cultura está tan exportada que aún en el pueblo más recóndito de la sabana se conoce quiénes somos y cómo vivimos.

Este año en mi paso por París o Barcelona, lo que más me ha impresionado es la convivencia, al menos aparente, de gentes de culturas muy diferentes. Pero no dejo de preguntarme el efecto real de esta ‘mezcla', no sé si genera comunicació o aislamiento.

Vivimos en un mundo complejo y único en el que todo se relaciona y ‘reacciona'. Todo lo que hacemos tiene un eco, una consecuencia, y debemos ser conscientes de lo que provocamos. Nosotros, los occidentales o ciudadanos de primera clase (como nos llama un amigo agricultor de Benin), no somos suficientemente conscientes de la onda expansiva de lo que hacemos o de las opciones que tomamos, y esto a pesar del increíble acceso a la información con la que contamos.

Desde mi llegada a España, muy poca gente me ha preguntado cuál es la situación en África del Oeste en este tiempo de crisis, aún muchos menos las causas de esa crisis y el rol que jugamos nosotros. Conseguí infiltrar el tema en una corta entrevista que me hicieron en la cadena Ser y lo que conseguí es una pregunta un tanto tópica: "¿como se puede ser feliz en medio de tanta pobreza?"

¡Todos vivimos en medio de mucha pobreza! Nosotros, los de primera clase, somos una minoría, y lo sabemos, ahora no hay manera de escapar a la información, pero no la asumimos.

El viernes pasado mis colegas de Burkina me presentaron un proyecto que contabilizaba las necesidades de abonos para los campos y de víveres para la población con la que trabajamos para poder asegurar (si las lluvias son clementes) la cosecha de este año, y poder tener la energía suficiente para trabajar y evitar el aumento del nivel de malnutrición. Ahora lo difícil es encontrar recursos para responder rápidamente, antes de que sea demasiado tarde. Antes de que inevitablemente las cosechas sean escasas, insuficientes para asumir las necesidades básicas, y antes de que la malnutrición se cronifique y aumente la ya enorme vulnerabilidad de esta población.

Esta realidad tiene que ser conocida y asumida por todos. Y asumirla no nos tiene que llevar a acostumbrarnos, o a olvidarnos, que viene a ser lo mismo, sino a ser conscientes y buscar soluciones a esta injusticia.

¡No debemos asustarnos delante de la idea del cambio, los recursos se agotan pero la felicidad no!
Imma de Miguel
nacida en Soria en 1968, es bióloga con un postgrado en medicina tropical. Actualmente, trabaja en la campaña por un comercio con justicia de Oxfam Internacional en la República de Benin.
Del blog "Miradas de África"

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