Wednesday, October 15, 2008

Un faro en la tormenta: Carlo Mª Martini


Artículo de opinión de Gabriel Mª Otalora
Martini no es amigo de acusaciones a personas sino de hacer denuncia profética contra la injusticia: “Jesús se enfrentó con todas las autoridades políticas: con Herodes, con Pilato, con el sanedrín, con los partidos de los fariseos y los saduceos. Se empeñó apasionadamente por la justicia y quiso cambiar el mundo”.

El cardenal Martini, con sus más de ochenta años, nos ha vuelto a dar razones firmes para la esperanza en sus “Coloquios nocturnos en Jerusalén” (San Pablo, Madrid 2008). Con la que está cayendo, sus reflexiones son una gozada para la inteligencia y para el espíritu sin necesidad de escudarse en ortodoxia alguna o en planteamientos acusadores, tan cómodos como contraproducentes.
Su receta pasa por hacerse preguntas, sin miedos ni prejuicios y escuchar, por desasirse de seguridades; por vivir desde el coraje y promoviendo la capacidad individual de juicio. Martini no es amigo de acusaciones a personas sino de hacer denuncia profética contra la injusticia: “Jesús se enfrentó con todas las autoridades políticas: con Herodes, con Pilato, con el sanedrín, con los partidos de los fariseos y los saduceos. Se empeñó apasionadamente por la justicia y quiso cambiar el mundo”. Y trabajó por ello desde el reino del amor, es decir, desde la justicia de Dios.
Vista nuestra realidad, existe un déficit eclesial por la justicia, o de no percibir la injusticia: “Una importante característica del pecado del mundo es su capacidad de ocultamiento hasta el punto de que su rostro llega a hacerse “amable” desplegando mil formas de justificación. Y cuando no percibimos este pecado estamos ante un signo inquietante”.
A lo largo de la extensa entrevista, el cardenal desgrana sus inquietudes y anhelos sin rehuir ningún tema: juventud, sexualidad, felicidad, la amistad como tema central de la Biblia, la misión de los jesuitas… todo desde una profunda confianza en Dios (como alternativa al miedo) y, por tanto, en el ser humano: “Mi confianza se ha hecho más fuerte que la desgracia”. Está convencido que hoy y aquí, Jesús recordaría a los responsables cristianos que “no deben estar cerrados sobre sí mismos, sino ver más allá de la propia institución. Hay que mirar hacia una Iglesia audaz y creíble”. Claro que puede haber equivocaciones pero “lo importante es el hecho de que sólo los audaces cambian el mundo para bien.”
Para Martini, el coraje no sale del ejercicio del poder ni de las amenazas; el poder transformador viene de la recta conciencia, que nos abre a las metas divinas de las que proviene la audacia en nuestra vida. De la Biblia vienen las respuestas que fortalecen y las preguntas que abren caminos nuevos. El coraje de vivir bien se refleja en ocuparse de las desgracias, que es de donde surge la dicha. Más aún, el cardenal nos descoloca cuando afirma: “Dios ama a los extraños y admira la fe de los paganos”; y que “el modelo no lo representa el sacerdote, sino el hereje, el samaritano.”
No hay que tener miedo a la propia responsabilidad, ni la sensibilidad cristiana se alcanza con sentimientos de culpa, sino cuando acogemos grandes metas. A la juventud le dice que no cumplirá su tarea si en su espontánea naturalidad y en su intacto idealismo no criticara y desafiara a gobernantes, responsables y maestros. Pero es consciente Martini de que, habiendo hoy más libertad y bienestar en los jóvenes, son menos críticos, y rara vez toman grandes decisiones. Dios, en cambio, nos enseña y alienta a pensar con amplitud para que seamos activos y no consumidores pasivos.
Se reafirma en la apuesta por una nueva cultura de la ternura y la fidelidad, por un acceso sin prejuicios a la sexualidad buscando una auténtica comunidad de vida donde el crecimiento en el amor es lo importante; la entrega es la cuestión en todo amor, incluidas la sexualidad y la transmisión de vida. Martini no se cansa de repetir que muchas cosas que hoy suceden son a causa del miedo y la indiferencia, por lo que la tarea de la Iglesia es acompañar a las personas por el camino del amor sin olvidarse de recordar que los hijos necesitan límites. “Poner límites para que haya justicia”. (Todo lo contrario de lo que propugna esta cultura consumista).
La luz del faro Martini, nos ilumina ¡a todos! en estos tiempos tormentosos, como lo fueron los del siglo XVI, cuando católicos y protestantes pugnaban por la ortodoxia pensando en el poder sobre la conciencia del mundo occidental y sus dineros, mientras se desentendían del ejemplo evangélico.
Si Pagola nos acerca al mejor Dios de la Buena Nueva con su aproximación histórica de Jesús, Martini ilumina el camino con su sabiduría para poder vivirla, desde aquí y ahora, mejor cuanto menos perfectos nos sintamos.

No comments: