Monday, January 12, 2009

La religión, ¿hobby o artículo de primera necesidad?

El lunes 12 de enero dos autobuses de Transportes Metropolitanos de Barcelona se pasearán por la capital catalana luciendo unos carteles de publicidad contratados por la entidad Ateos de Cataluña con un polémico lema: «Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y goza de la vida». La campaña, con la misma consigna, nació a finales del año pasado en el Reino Unido y recala por primera vez en nuestro país, concretamente en Barcelona.


Pero la fe en el Dios vivo y verdadero «no es motivo de preocupación, ni es tampoco un obstáculo para gozar honestamente de la vida. Más bien, al contrario: la fe permite disfrutar más plenamente de la vida, es un sólido fundamento para vivir la vida con una actitud de solidaridad, de paz y un sentido de trascendencia.


Podemos aprovechar la coyuntura para reflexionar un poco en profundidad sobre el sentido de las religiones y de las creencias en general



Hoy está tomando fuerza entre nosotros un laicismo combativo que trata de barrer del espacio público, no sólo a la Iglesia Católica, sino en general a las diversas religiones. Las religiones, se dice, no aportan nada a la sociedad y no son compatibles con la tolerancia y con la democracia. Con frecuencia desatan conflictos entre unos y otros, cuando no guerras y, desde luego, en modo alguno contribuyen a la paz social. Representan, por tanto, un residuo del pasado que ha de ser erradicado de una sociedad moderna. Si acaso que queden como un hobby, es decir, como un entretenimiento o pasatiempo para los ratos de ocio, que cada uno puede cultivar o no, con tal de que no moleste a los demás.


Sin embargo, la religión no puede convertirse nunca en un hobby. Porque una persona no está íntegramente desarrollada si no cultiva su dimensión religiosa. He aquí un argumento de José Ortega y Gasset: "Porque hay un sentido religioso, como hay un sentido estético y un sentido del olfato, del tacto, de la visión". Es verdad que hay ciegos y hay insensibles, pero "cada sentido que falta es un mundo menos que posee la fantasía, facultad andariega y vagabunda". Es decir, no desarrollar el sentido religioso es realmente una carencia cuando pensamos en el desarrollo de la persona. "Porque es lo cierto que sublimando toda cosa hasta su última determinación, llega un instante en que la ciencia acaba sin acabar la cosa; ese núcleo transcientífico de las cosas es su religiosidad" .


Por otra parte, el problema no es saber si el hombre de nuestro tiempo creerá o no, sino qué creerá. Umberto Eco tiene razón al citar a Chesterton: "Cuando los hombres dejan de creer en Dios, no es que no crean en nada. Creen en cualquier cosa". El espacio que Dios deja vacío en el corazón del hombre pronto lo ocupan los ídolos de todo tipo y condición.


La religión -o mejor, las religiones- tienen valor por sí mismas y no sólo por lo que aporten a la sociedad humana. Pero últimamente se viene reivindicando el valor de la religión para la sociedad desde instancias no precisamente eclesiásticas. Jürgen Habermas (Dusseldorf, 1929) es probablemente uno de los intelectuales más citados y solicitados de la segunda mitad del siglo XX. Heredero de la escuela de Frankfurt, representa una voz crítica tanto respecto al capitalismo como respecto a la sociedad de comunicación de masas que lo envuelve. En 2006 publicó en España Entre naturalismo y religión (Paidós), una selección de escritos en los que defiende la aportación de la religión para corregir los fallos de la Ilustración y de la modernidad a la que él ve como un tren que amenaza descarrilar. Con este motivo, le entrevistaron en La Vanguardia (26-11-06) y afirmaba que la religión permite regenerar la 'conciencia de compromiso' en un mundo en que la moral desaparece bajo el poder económico. "Me he vuelto escéptico en relación con una modernización que amenaza con perder su propia base normativa en el derecho y la moral", dice Habermas. "Creo -añade- que las grandes religiones del mundo, que nacieron al mismo tiempo que la filosofía griega, pertenecen, igual que ésta, a la genealogía de la razón. Y la razón moderna, o posmetafísica, no acabará de comprenderse a sí misma hasta que no entienda su relación con la religión como un aspecto de la mente que, no obstante, le es ajeno o queda fuera de ella". Sostiene este filósofo que la moral de la justicia judía y la ética del amor cristiana han hecho históricamente una aportación muy valiosa en Europa a la hora de que cuente cada individuo como es típico de la modernidad y a la hora del universalismo igualitario. "Para los europeos, se trata de un componente esencial de nuestra cultura política común." "Muchos conceptos filosóficos básicos, como autonomía y responsabilidad, individualidad y dignidad humana, han acogido con discreción en su seno un potencial de significado religioso y han nutrido en cierto sentido a un público general de creyentes, no creyentes y adeptos de otras creencias".


Por otra parte, el que fuera ministro del Interior y hoy Presidente de la República Francesa, Nicolás Sarkozy, en su libro titulado: La República, las religiones, la esperanza, se expresa en los siguientes términos: "En la Francia de inicios del tercer milenio, el lugar que ocupa la religión es central". Y continúa: "En mi opinión es tan importante abrir lugares de culto en las grandes zonas urbanas, como inaugurar centros deportivos, que son de lo más útil". "Estoy convencido -concluye- de que es preciso tener en cuenta el hecho espiritual y la importancia de la cuestión religiosa. Creer, vivir la propia fe, son libertades que es necesario defender. Para la nación, la fe y el compromiso de los ciudadanos creyentes, son positivos. No son riesgos, amenazas o desviaciones". Para todos, pero especialmente para aquellos que van siempre a remolque de lo que se cuece en Francia, estas ideas debieran darles que pensar.


Un filósofo como Eugenio Trias no duda en afirmar: "Si hay un tema relevante en este fin de milenio, este es, sin duda, el religioso. La religión vuelve a estar de actualidad después de dos siglos en los cuales parecíamos asistir a su declive irreversible. Lejos de ser un factor cultural en retroceso, parece hallarse hoy en primer plano de los asuntos mundiales. Tanto el fenómeno del integrismo, islámico, judío o cristiano, como el general interés por las religiones orientales dentro del ámbito occidental, o el despertar de las grandes religiones históricas, desde el hinduismo en todas sus formas hasta el islam (en sus variantes sunnitas o chiitas), todo ello es índice de un interés creciente por lo religioso". Por todo esto concluye que "es necesario 'pensar la religión' con el fin de corregir el modo frívolo y banal con que la tradición moderna e ilustrada ha solido situarse en relación al hecho religioso". "En la transmisión de los valores y en el aprendizaje de la diferencia entre el bien y el mal, el institutor no podrá nunca remplazar al sacerdote o al pastor, incluso si es importante que se aproxime, porque siempre le faltará la radicalidad del sacrificio de su vida y el carisma de un compromiso basado en la esperanza".


"Un hombre que cree, es un hombre que espera", comentó Sarkozy con motivo de la visita del Papa Benedicto XVI a Francia, "y el interés de la República es que haya muchos hombres y mujeres que esperen. La desafección progresiva de las parroquias rurales, el desierto espiritual de las barriadas (...) la penuria de sacerdotes, no ha hecho más felices a los franceses", añadió para propugnar "una laicidad positiva que no considere que las religiones son un peligro, sino una baza".


+Manuel Sánchez Monge,
Obispo de Mondoñedo-Ferrol
9.01.09

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