Tuesday, June 23, 2009

La actualidad de Karl Rahner

Se cumplen 25 años de la muerte del teólogo alemán
(Josep M. Rovira Belloso- Profesor emérito de la Facultad de Teología de Cataluña) Veinticinco años son un período demasiado breve para valorar bien lo que significa la obra teológica de Karl Rahner, uno de los “grandes” de la teología del siglo XX. Pero hay tres puntos que mantienen hoy gran actualidad: la Trinidad; el hombre, capacidad de Dios; y los sacramentos.

1. La Trinidad. Rahner desencalló el bloqueo casi total en el que se hallaba el tema de la Trinidad de Dios en la teología preconciliar. El tratado sobre la Trinidad se hallaba incomunicado, incapaz de dar vida y vertebración a otros temas tan próximos a él como el mismo tema de Dios, la Cristología, el tratado de Gracia o el de la Iglesia y los Sacramentos.

El paso del espléndido aislamiento al desbloqueo se produjo en su célebre artículo El Dios Trino como principio y fundamento trascendente de la Historia de la Salvación (Mysterium Salutis, 1969).

Rahner se da cuenta de que si algo hay tremendamente dinámico es la Trinidad, ya que Dios Padre envía a su Hijo al mundo y ambos comunican el Espíritu Santo a las personas y a la sociedad. Ésta es la Trinidad manifestada, revelada, comunicada. La llamará “Trinidad económica”, porque responde a la “disposición” o “economía” de Dios.

Hay Trinidad porque Jesús ha venido al mundo. Más aún, sabemos que hay Trinidad porque Dios es llama de amor viva, en la que Padre e Hijo se dan uno al otro en el éxtasis del Espíritu que los abraza para que sean Uno. Éste es el núcleo de mi libro Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, en el surco de Agustín y Rahner.

2. El hombre es capacidad de Dios. El hombre está abierto a Dios. Esto supone un Dios, todo Él, dándose al hombre. Infinitamente distintos pero nunca distantes. Tal vez Rahner llegó a esta gran verdad por el camino del idealismo alemán, especialmente de Fichte. Pero llegó bien purificado de todo endiosamiento idealista. Sería cruel buscar contaminaciones idealistas en el jesuita católico. Muchos siglos antes del idealismo alemán, san Agustín había acuñado el paradigma: “El hombre es capaz del ente y capaz de Dios”. Es la visión trascendental del hombre, que sólo se explica a sí mismo porque Dios, gratuitamente, ha depositado en él su semilla. En este sentido, Ratzinger es agustiniano, por supuesto, y rahneriano.

Los sacramentos

3. Los sacramentos son una tercera aportación. La doctrina rahneriana sobre los sacramentos descansa en su doctrina sobre la Iglesia comunidad sacramental de personas, y, ella misma, sacramento de la salvación de Cristo. Una Iglesia formada por comunidades “pobres y dispersas” pero necesarias para el culto a Dios en Espíritu y en Verdad. Como son necesarias para vivir en la donación mutua a nuestros semejantes convertidos en hermanos.
Vida Nueva

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