Tuesday, January 12, 2010

Espacio Sagrado


Marcos 1:21-28
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios." Jesús le increpó: "Cállate y sal de él." El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: "¿Qué es esto? Éste enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen." Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

Al recordar a Jesús expulsando demonios, hay que tener presente que Jesús fué un hombre de su tiempo, como nosotros en todo, salvo en el pecado. Así, tal como sus contemporarios, Él bien pudo haber entendido enfermedades mentales o psicosomáticas, como formas de posesiones demoníacas. Al relatar la historia sobre el hombre angustiado en la sinagoga, cualquiera fuera la naturaleza del milagro, era muy natural que Marcos lo interpretara como la expulsión de un espíritu inmundo.

¿Qué demonios llevo conmigo? ¿Puedo, con honestidad, presentárselos al Señor?

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