No existe ninguna definición de fe sobre la existencia del infierno. Lo que la Iglesia ha definido, como doctrina de fe, es que, si alguien muere en pecado mortal, se condena. Pero no está definido que alguien haya muerto en pecado mortal. En el concilio Vaticano II, un obispo pidió que, en el capítulo final de la Constitución sobre la Iglesia, al tratar de la otra vida, se dijera que hay personas en el infierno. Pero la Comisión Redactora del texto final se negó a poner eso. Por tanto no es doctrina de fe que hay difundos en el infierno.Pero, ¿puede haberlos? ¿es posible el infierno? El infierno es un castigo. Y además un castigo eterno. Por tanto, es un castigo que no tiene una finalidad para otra cosa, sino que es fin en sí mismo. Es decir, no tiene más finalidad (para los que van allí, si es que existe) que hacer sufrir a los condenados. Ahora bien, un castigo no puede ser un fin en sí mismo. Un castigo siempre es un medio. Para mejorar la conducta del que se porta mal. O para evitar que haga daño a otros. Pero es evidente que un Padre bueno no puede crear y mantener, por toda la aternidad (o sea, sin fin) un castigo que no tiene más finalidad que hacer sufrir. Si Dios es un Padre infinitamente bueno, no puede haber hecho un infierno que sólo sirve para castigar y hacer sufrir. Dios no puede ser contradictorio en sí mismo.
José María Castillo
Teología sin censura
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