Dos veces al año, durante el Adviento y la Cuaresma, durante semanas preparamos nuestras almas para una gran fiesta. Tratemos de imaginar los preparativos de María. Estuvo tres semanas ayudando a su prima Isabel con su inesperado embarazo. Luego tuvo que enfrentar la terrible crisis con José, quien no entendía cómo era posible que su prometida se hubiera embarazado(Mateo 1,19).Finalmente, cuando las cosas parecían caminar bien hasta el nacimiento de su hijo, tuvo que desarraigarse, ensillar el asno y dirigirse a Belén, donde no pudieron encontrar una habitación en la posada. La principal preparación de María fue ajustarse a lo inesperado y lo no deseado.
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