Monday, May 27, 2019

“Tengo 98 años, soy católico y me gustaría tener derecho a morir con dignidad”

El actor chileno Hernán Letelier, fotografiado en marzo de este año en su casa de Santiago.
El actor chileno Hernán Letelier, fotografiado en marzo de este año en su casa de Santiago. 

Hernán Letelier, el actor chileno que combatió la soledad a través de Twitter, defiende la muerte asistida en medio de un inédito debate parlamentario


Hace tres años, cuando salía de una complicada pulmonía que lo dejó por meses postrado en la cama de su casa, sufriendo de alucinaciones kafkianas en total soledad, el nonagenario actor chileno Hernán Letelier (Chillán, 1920) logró gracias a Twitter encontrarle un nuevo sentido a su existencia y salir de su agobiante enclaustramiento. La incursión digital resultó un fenómeno: en cosa de horas consiguió miles de seguidores de toda Iberoamérica, que hasta ahora se fascinan con sus reflexiones y poemas, en una cuenta que parece un oasis en una plataforma generalmente hostil. Le dedicaron reportajes en diarios, radios y televisiones de distintos países de América y Europa y fue famoso nuevamente. Pero don Hernán, como lo llaman los tuiteros, ya casi no aparece en la red social: de 98 años, hace meses comenzó a quedar ciego y como no puede ni leer sus libros ni escribir –la razón de ser para un hombre culto como él– comenzó a vivir “una verdadera pesadilla”.
“Lloro por no poder leer ni escribir. Es un castigo. Era lo que me mantenía vivo y me lo quitan de manera brusca y violenta. No lo merezco”, relata Letelier, que vive solo con Martina, su gata persa. Su departamento del centro de Santiago de Chile parece una escenografía: recuerdos de todas las épocas se lucen en las estanterías, decenas de fotografías en blanco y negro y su inmensa biblioteca de unos 3.000 ejemplares, con los grandes clásicos de la literatura universal en distintos idiomas. Es un dúplex que rara vez recibe alguna visita, donde casi no suena el teléfono y que parece sacado de otro tiempo. “Si no viviera en un edificio, casi no vería a otros seres humanos”, señala Letelier.
Famoso actor de mediados del siglo XX, es desconocido para las nuevas generaciones, aunque fue el primer intérprete del célebre Pierre, le peluquier, uno de los personajes de un clásico del teatro chileno, La pérgola de las flores. Como no tuvo hijos y su familia y grandes amigos fallecieron –“hace mucho que vivo más entre los muertos que entre los vivos”–, la soledad ha sido la “enfermedad terminal” de este hombre de la cultura y de las letras que se conserva lúcido, pese a los embates de un físico cansado, pero todavía fuerte. A veces le sorprende que todas las semanas logre cambiar de lugar los pesados muebles de su living, sin pedirle ayuda a nadie.
Con una mente brillante encerrada en un cuerpo anciano, Letelier relata lo que otros de su edad no pueden: la forma en que su calidad de vida se ha deteriorado aceleradamente, sobre todo desde el problema de la ceguera. En las últimas semanas se ha resbalado dos veces en las escaleras de su departamento de dos plantas y ha pasado horas intentando levantarse. Confunde el día con la noche y, en ocasiones, ha dormido por jornadas seguidas. Hace algunas semanas descubrió que su cama había sido invadida por termitas y fue una verdadera hazaña comprarse una nueva.
Ya no cuenta con ayuda para las labores domésticas, aunque se las arregló para que la comida se la lleven hecha hasta la puerta de su domicilio. Ha perdido tanto peso que ni siquiera se atreve a subir a una balanza. Como le resulta difícil ducharse sin ayuda, hace algunos días fue a un baño de vapor cerca de su domicilio, pero el dependiente lo miró y lo mandó de vuelta: “Se debe haber espantado, el pobre, al observar a un verdadero esqueleto”, cuenta Letelier sin perder el humor.
Hombre profundamente católico desde su niñez y estudioso de la doctrina –tiene figuras religiosas, ángeles y pequeños altares en distintas zonas de su casa–, en estos meses ha pensado sobre temas profundos y esenciales. “Tengo 98 años, soy católico y me gustaría tener derecho a morir con dignidad”, relata serenamente, sin tristeza. “En circunstancias como la mía, debería estar totalmente permitido. La Iglesia católica debería reflexionar sobre este asunto. Sería ultra humano y beneficiaría a mucha gente que sufre, no solo física, sino emocionalmente. No es una idea ni revolucionaria ni espantosa, sino de total sentido común y fácil de realizar”, opina Letelier, que siempre había pensado que los hombres y mujeres debían resignarse a esperar pasivamente el momento de su deceso. "Pero la dignidad es un atributo de los seres humanos. ¿A quién le sirve, por ejemplo, que yo siga vegetando entre mis cuatro cosas?", reflexiona el actor. En mayo de 2018, cuenta, siguió con atención el caso del científico australiano David Goodall que, sin estar enfermo terminal, viajó a Suiza para someterse a un suicidio asistido: su calidad de vida se había deteriorado.
Mientras habla lo vigila su gata. El destino de Martina al momento de su muerte lo agobió por mucho tiempo, pero una buena amiga le prometió que se haría cargo de su mascota, a la que cariñosamente llama Martita. Con el problema solucionado, don Hernán terminó de organizar su partida. Hace años tiene pagados los servicios funerarios y, como se usaba antes, mandó a confeccionar una mortaja, que cuelga de su ropero. Para el funeral dispuso que se tocara el concierto Nº21 de Mozart y que sus restos sean sepultados en la tumba familiar del Cementerio General de la capital chilena, donde fue enterrada su madre Amanda y su hermano Marcelo, entre otros parientes.
Muchas veces, sin embargo, Letelier se pregunta si los pocos conocidos que le quedan llegarán siquiera a enterarse de su fallecimiento. Como vive solo, le preocupa que nadie se percate, sino luego de varios días. Sabe que es probable que nadie lo acompañará cuando muera, a excepción de su gata. En estas últimas semanas, muchas veces ha pensado que llegó el momento, pero el momento no llega. “¿Por qué no puedo aspirar a una muerte cariñosa, organizada, en orden y tranquila, como fue mi propia existencia?”, se pregunta Letelier, que asegura no estar ni amargado ni deprimido y cuyo deseo de muerte apacible no le arrebatan en absoluto los anhelos.
Le encantaría publicar las tres novelas que escribió en su vida –dos de ellas inéditas– y escribir una cuarta. Le siguen brillando los ojos cuando alguien le lee en voz alta cualquier pasaje de Virginia Woolf, una de sus autoras favoritas junto a Shakespeare. Le sigue ilusionando su club de casi 17.000 amigos de Twitter,donde de vez en cuando se las arregla para dictar por teléfono algún mensaje. La avalancha de respuestas que recibe de vuelta –mil usuarios lo saludaron para su último cumpleaños, en diciembre– se las imprimen en letra tamaño 48, que consigue leer lentamente, lo que lo alegra como nada. Aunque su último tuit fue el 10 de marzo, casi a diario diferentes usuarios de Brasil, Colombia, México, España, Argentina o Chile le preguntan cómo está o le dicen que lo echan de menos. A veces, don Hernán piensa que antes de los 100 años podría aprender a utilizar un tableta o un ordenador y que se las podría arreglar incluso para lograr pagar una conexión a Internet.
Nací en una casa con 14 mujeres, empezando por mi abuela señorial, mi madre, 7 tías, otras que ayudaban y eran parte de la familia, lideradas por Aurelia. Viví siempre entre mujeres. Mis grandes amigas fueron todas mujeres. Cultas, sabias, espléndidas. Ana González en 1er lugar

CHILE AVANZA HACIA UNA LEY DE EUTANASIA


R.M.
Luego de décadas en que la discusión sobre eutanasia no tuvo espacio político en el Congreso chileno, un proyecto de ley que establece “el derecho a solicitar la asistencia médica para morir” ha avanzado con rapidez en los últimos meses en el Parlamento, según adelanta su autor y principal impulsor, el diputado del Partido Liberal, Vlado Mirosevic. Dirigida solo a los ciudadanos que han sido diagnosticado de un “problema de salud grave e irremediable”, la iniciativa probablemente será votada por el pleno de la Cámara de Diputados entre junio y julio próximo, con lo que pasaría luego al Senado.
Como en el Congreso existe mayoría opositora y el proyecto de ley ha sido apoyado incluso por algunos parlamentarios conservadores del oficialismo, Mirosevic asegura que la eutanasia podría transformarse en ley de la República en 2020. “En los últimos cinco años, Chile ha pasado de ser uno de los países más conservadores de América Latina –de los últimos de aprobar divorcio y aborto, por ejemplo–, a instalarse en la vanguardia liberal de la región. Se ha producido un cambio cultural gracias a la mayor conciencia de las libertades individuales y los derechos civiles”, indica el diputado, que recuerda que la eutanasia cuenta con un 82% de apoyo de la población.
El proyecto de ley que se discute en el Parlamento chileno contempla eutanasia (fármacos aplicados por un médico a petición del paciente en situación terminal), suicidio asistido (la facilitación de medicamentos para que los enfermos los ingieran) y el testamento vital (consignar por escrito las circunstancias y condiciones en las que desea recibir asistencia médica para morir, bajo determinadas circunstancias). Según se aprobó recientemente en la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, pacientes desde los 14 años podrían hacer uso de la normativa.
Aunque Mirosevic se declara partidario de que personas que se encuentren al final de su vida puedan optar por una muerte digna sin estar enfermos terminales, señala que “es extremadamente difícil aprobar una medida de ese tipo en Chile, todavía”.
Rocío Montes
Santiago de Chiule, 27 de mayo de 2019
El País

Monday, May 20, 2019

Os llamaré amigos por Pedro Miguel Lamet sj


La amistad tiene la ventaja sobre el amor, aunque este también la englobe, que no nos pone melancólicos. ¡Ay aquel amor que se nos fue! ¡Qué será de fulano o mengana! ¿Por qué se rompió nuestro matrimonio? ¿Qué me ha pasado para que esté solo en la vida, sin perrito que me ladre? Esos amores frustrados, esos reproches en silencio y palabras que piden cuentas a la vida…
No, cuando se habla de amistad se está hablando de gratuidad. Y también de lealtad, de igualdad, de no pedir nada a cambio, de compartir sin pasar recibo ni reprochar porque no me llamas, ni pensar en la herencia o los bienes gananciales. Tan gratis y espléndida es la amistad que, incluso en los grandes amores de pareja, en los mejores matrimonios, lo que queda al final se asemeja más a la amistad que al amor-contrato, el amor-pasión, el amor-arrullo de las diferentes etapas.
Por eso un amigo es un tesoro, y el que tiene un amigo posee un hilo directo con las más auténticas esencias de la vida. Entre gente joven, se percibe hasta qué punto los chicos y chicas de ahora mismo valoran la amistad y al mismo tiempo constatan el clima poco propicio de la sociedad de hoy, tan interesada y materialista, que parece querer agostar todo brote de la misma.
Del mensaje de Jesús nos queda la escalofriante frase de su despedida : “A vosotros os he llamado amigos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre». Compartir secretos.
En la frialdad de una sociedad sumida en noche en la que parecen florecer en la gran ciudad témpanos de soledad y miedo, no estaría mal no olvidar que el acento que pone el amigo es “regalarse” en vez de “regalar”. Un buen fuego para calentarse ahora.
Pedro Miguel Lamet sj
Siempre hace buen tiempo

La religión en Juego de Tronos por Miguel Angel Malavia

Arya Stark, Juego de Tronos

  • ¿Qué papel ha tenido la espiritualidad en la obra nacida de George R. R. Martin?
  • ¿El Gorrión Supremo del Gran Septo de Baelor no es acaso un nuevo Savonarola?
  • ¿Cómo expía sus culpas Melisandre, capaz de lo mejor y lo peor como sacerdotisa de la Luz?
  • Ojo… ¡CONTIENE SPOILERS!

Juego de Tronos, una de las series que ha marcado una época durante la última década, acaba de emitir su último capítulo, estando sus seguidores aún bajo un evidente impacto, como se refleja en el estado de ebullición en las redes sociales. Así, llegados a este momento, en el que emergen el análisis y la mirada retrospectiva, nos preguntamos: ¿qué papel ha tenido la religión en la obra nacida de George R. R. Martin?
Evidentemente, puesto que hablamos de un mundo fantasioso (aunque con claras resonancias medievales), aquí no hay señales de las religiones de nuestro mundo. No, en Juego de Tronos no hay cristianismo, islam, judaísmo, budismo o hinduísmo. Pero, siendo cierto esto, ¿acaso no hay ecos de la esencia trascendente que habita en la mayoría de los seres humanos?

Acabó quemado por la Inquisición

Así, ¿qué decir del Gran Septo de Baelor, encabezado por un Gorrión Supremo que no es descabellado asociar al legendario Savonarola? Acudamos al siglo XV, a la Florencia de los Médicis. Allí nos encontramos con un apasionado dominico que llenaba las plazas para, con sus enfervorizadas predicaciones, cargar con todas sus fuerzas contra el lujo, la usura y la corrupción de los poderosos. También en la Iglesia, pues, ni más ni menos, que fue azote del papa Borgia, el valenciano Alejandro VI. Algo que le acabó llevando a la excomunión, a la condena por herejía y, finalmente, a arder en la hoguera a manos de la Inquisición.
¿No nos suena eso a lo que le ocurrió al Gorrión Supremo, que encabezó un movimiento espiritual tan intransigente contra la falsedad que, ni más ni menos, llegó a encarcelar y a juzgar a algunos de los principales miembros de la familia Lannister, en la que reposaba el Trono de Hierro? ¿No se hizo deambular desnuda por las calles de Desembarco del Rey a la madre del rey, Cersei, para que recibiera sobre su piel el castigo de la turba enfurecida?

Bajo el fuego valyrio

¿Y cómo acabó todo…? Con el triunfo de la venganza (a través de un método tan expeditivo como el fuego valyrio arrasando todo) y la aniquilación desde la raíz de esa comunidad religiosa, aunque, al final, la propia Cersei también pagara un precio por ello: el suicidio de su hijo más querido, Thommen Baratheon, el Rey, quien no pudo soportar la muerte de su mujer, Margaery Tyrell.
Crimen y castigo, muerte y expiación, a uno y otro lado… Lo que, de algún modo, nos lleva a Melisandre, sacerdotisa del R’hllor; una especie de bruja o chamana que sirve a la Luz y lucha con todas sus fuerzas contra la oscuridad de la Noche, que cuenta con muchos representantes, pero cuyo signo más visible son los caminantes blancos, que amenazan con convertir todo el mundo conocido en el Reino de la Muerte.

Sacrificio y redención

En las ocho temporadas de Juego de Tronos, Melisandre aparece y desaparece en los momentos culminantes, ya sea para hacer que Stannis Baratheon haga arder a su propia hija en la hoguera (sacrificada a la divinidad) o, ni más ni menos, que para devolver a la vida a Jon Nieve. Pero, sobre todo, para llegar a la etapa final y ser clave en el hito central de toda la trama: que Arya Stark cumpla su profecía (“not today”) y acabe con el Rey de la Noche. Tras ello, misión cumplida, Melisandre avanza entre la masa del horror y, sencillamente, muere. Sacrificio y redención.
Y, hablando de Arya Stark, ¿cómo olvidar su paso por la Casa de Blanco y Negro, en Braavos, donde sigue al maestro Jaqen H’ghar en un templo dominado por la pérdida de la identidad propia para asumir las de otros e infringir con ellas castigos a diestro y siniestro? Allí llega a su momento de máxima expansión en cuanto a su sed de venganza, nacida de un odio absoluto tras la ejecución de su padre, Ned Stark, modelo de bondad, autenticidad y lealtad en un contexto político marcado por la traición, la mentira y el horror.

A lomos del caballo blanco…

Simbólicamente, en el penúltimo capítulo, nos encontramos con una nueva Arya… Consciente ya de las consecuencias del odio y la ceguera por el poder, con Desembarco del Rey quemado por entero (con su millón de habitantes incluido) por una Daenerys Targaryen que ha traicionado su íntimo anhelo de ser una reina que “liberara de las esclavitudes del poder” a los hombres y mujeres de su tiempo, se sube a lomos de un caballo blanco (símbolo de la paz y la inocencia) y abandona el improvisado templo erigido al dios de la Nada.
Se puede decir, sin temor a equivocarse, que aquí, al final del camino, estamos ante una Arya creyente. ¿En qué religión? En la de la vida.

Vida Nueva

Un año después de la denuncia por abusos a 14 sacerdotes en Chile, ¿qué ha pasado?



  • El obispo de Rancagua suspendió a los curas al hacerse pública la supuesta existencia de una organización
  • La Fiscalía Regional no tiene hoy pruebas para llevar a juicio a ninguno, y ha sobreseído a ocho de ellos

Un reportaje en televisión, hace un año, que denunció al párroco de Paredones agregó la existencia de una organización de presbíteros denominada ‘La Familia’ que, sugería, podría estar dirigida a actividades relacionadas con la pederastia. ¡Escándalo y estupor en todo el país! La iglesia diocesana de Rancagua, en estado de shock.
Coincidía el mismo día que los obispos chilenos regresaban de Roma donde había sido citados por el Papa Francisco quien les hizo ver la profunda crisis que atraviesa la iglesia en su país. Todos los obispos dejaron su renuncia en manos del Papa.
La denuncia había sido presentada ante la Fiscalía Regional motivando al obispo de Rancagua, Alejandro Goic, a iniciar investigaciones previas y adoptar medidas cautelares suspendiendo de sus funciones públicas a 14 sacerdotes.

No hubo denuncia formal

La denunciante dijo haberse reunido 4 veces con Goic exponiéndole sus acusaciones contra sacerdotes y que éste no había actuado. Entrevistado por canal 13 de televisión, Goic aseguró que “no hubo denuncia formal” y que “nunca recibí una prueba concreta”, por lo que no abrió investigación.
En el reportaje de canal 13, Elisa Fernández, la denunciante que fue coordinadora de pastoral juvenil en la diócesis de Rancagua, apuntó a la existencia de un grupo organizado: “No sé si llamarlo cofradía, secta o grupo de sacerdotes que tienen prácticas que no se conllevan con su condición de curas y con respecto a jóvenes, por lo menos en mí época, de entre 15 y 29 años”. En el reportaje se explicó que este grupo tenía una estructura piramidal integrada por cerca de diecisiete sacerdotes.
Pocos días después, un segundo reportaje incluyó las afirmaciones de un ex sacerdote de Rancagua sobre conductas inadecuadas en el clero. También la denunciante solicitó al Vaticano que el obispo de Rancagua, Alejandro Goic, quede excluido del equipo investigador de los hechos que habrían ocurrido en la diócesis. En carta dirigida a la Santa Sede, y de la que informó canal 13 de televisión, Fernández pide que en lugar del prelado se nombre un investigador externo “que sea imparcial”.

No existe ‘La Familia’

Cuando, en septiembre, la Defensoría Penal Pública logró que 3 sacerdotes fueran sobreseídos en sus procesos, su jefe de estudios, Víctor Providel, se refirió a la lentitud del proceso apuntando a la debilidad de la acusación y que “al menos 10 personas sindicadas como víctimas ya han ido a declarar y señalan que nunca han sufrido abusos”.
Por su parte, el fiscal Sergio Moya afirmó que ‘La Cofradía’ o ‘Familia’ no existe. “Tenían ciertas vinculaciones estrechas, dijo a la prensa, pero esas vinculaciones y esa estructura que de alguna forma fue dada a conocer por un programa de televisión no tiene relevancia desde el punto de vista investigativo-criminal”.
Agregó que, efectivamente, “hay personas que han incurrido en conductas que revisten carácter de delito, otros que no, pero una estructura tan formal como llegar a plantear que aquí hay una especie de estructura, lo descartamos”.
Providel reforzó esa afirmación al afirmar que “el Ministerio Público reconoce públicamente que esta organización denunciada originalmente y que dio origen a todas estas medidas intrusivas, no existe. No existe La Familia, no existe La Cofradía, no existe una red de protección al interior de la Iglesia católica, por lo tanto la investigación va cayendo a medida que avanzan pruebas”.

Pérdida de confianza

De este modo, al paso de los meses la Justicia civil ha sobreseído a ocho de los catorce sacerdotes acusados. Otros tres han renunciado al ministerio lo que ha sido acogido por el Santo Padre, según informó el Obispado de Rancagua. Los tres restantes están aún pendientes del fallo judicial.
La pérdida de confianza en la iglesia ha aumentado notablemente según las encuestas. En Rancagua se agrega le extendida desconfianza frente a todos los sacerdotes y consagrados generada por la fuerte difusión pública que tuvo la denuncia y los casos apuntados por los medios de comunicación.
Hace algunas semanas el fiscal nacional, Jorge Abbott, en su cuenta pública a la nación, informó que ese organismo lleva 164 causas por abusos en la Iglesia Católica, que involucran a 220 personas investigadas y 246 víctimas, de las cuales la mitad son menores de edad.

Vida Nueva

ORACIÓN: GUÍAME SEÑOR


Guíame, Señor, mi luz,
en las tinieblas que me rodean,
¡guíame hacia delante!
La noche es oscura y estoy lejos de casa:
¡Guíame tú!
¡Dirige Tú mis pasos!
No te pido ver claramente el horizonte lejano:
me basta con avanzar un poco...
No siempre he sido así, 
no siempre Te pedí que me guiases Tú.
Me gustaba elegir yo mismo y organizar mi vida...
pero ahora, ¡guíame Tú!
Me gustaban las luces deslumbrantes
y, despreciando todo temor, 
el orgullo guiaba mi voluntad:
Señor, no recuerdes los años pasados...
Durante mucho tiempo tu paciencia me ha esperado:
sin duda, Tú me guiarás por desiertos y pantanos,
por montes y torrentes
hasta que la noche dé paso al amanecer
y me sonría al alba el rostro de Dios: 
¡tu Rostro, Señor!
John Henry Newmann
pastoralsj

Incertidumbre



La incertidumbre, ese no saber qué nos deparará el futuro, invade numerosas veces nuestra cotidianidad y se va instalando poco a poco en nuestro interior. En algunas ocasiones se manifiesta como ansiedad y en otras como apatía, angustia o pesimismo. Una tentación recurrente de nuestro tiempo es querer enfrentar la incertidumbre con la seguridad que da lo útil y lo práctico (minimización de riesgos y maximización de beneficios). El problema es que aquello que da sentido a la vida, que da estabilidad y firmeza, está más ligado a lo que tantas veces se considera inútil: El amor, la fe, la amistad, la justicia, la solidaridad, la compasión… De hecho, todo esto puede maximizar los riesgos y minimizar los beneficios y las seguridades, porque se arriesga al encuentro, a la vida compartida. La certeza, esa convicción honda de que nuestra vida tiene un horizonte de plenitud, vendrá de la mano de la disponibilidad para amar y servir.


Espiritualidad ignaciana

Dime una Palabra por Luis Fernando Crespo SM. Amor II


20 de mayo
Lunes V de pascua

Hechos 14, 5-18 Os convirtáis al Dios vivo
Porque no eres una doctrina, ni una ideología, ni una norma moral, ni una ortodoxia, ni una ley, ni un compendio, ni un constructo mental, sino una persona viva y vivificante, que entras en mi vida y lo penetras todo, y lo transformas todo, y conmueves con tu amor hasta las más recónditas entrañas de mi ser. Y me dejas rendido mientras una vez más me pides, infatigablemente, conviértete y cree en el evangelio de mi buena noticia para ti.
Dime una Palabra
Luis Fernando Crespo SM

¿Cuántos dedos ves?



A veces nos dejamos llevar por lo superficial: colores, imágenes y palabras bonitas. Buenas dosis de normalidad y mucho de rutina.
¿Y si pudiésemos mirar de otra manera? Esos ojos que ven más allá. Que buscan en el interior de las personas y no solo en los problemas. Esa mirada capaz de ver el destello de Dios en cada realidad.
Patch Adams (Tom Shadyac, 1998)
pastoralsj

Tuesday, May 14, 2019

Hacia el Sínodo para la Amazonía. Entrevista al cardenal Cláudio Hummes por Antonio Spadaro S.J.



El 15 de octubre de 2017 el papa Francisco convocó a Roma una Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica, indicando como principal objetivo «identificar nuevos caminos para la evangelización de esa porción del Pueblo de Dios, especialmente de los indígenas, a menudo olvidados y sin la perspectiva de un futuro sereno, también a causa de la crisis de la selva amazónica, pulmón de vital importancia para nuestro planeta».[1] El 8 de junio de 2018 se publicó el Documento Preparatorio.[2]
El Sínodo para la Amazonía es un gran proyecto eclesial que busca superar las fronteras y redefinir las líneas pastorales, adaptándolas a los tiempos contemporáneos. La Panamazonía es una región integrada por Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Surinam, Guyana y la Guayana Francesa. Dicha región es una fuente importante de oxígeno para toda la Tierra, puesto que allí se encuentra más de un tercio de las reservas forestales primarias del mundo. Es una de las mayores áreas de biodiversidad del planeta.
Participan en el Sínodo obispos elegidos por las diversas regiones del mundo, incluidos todos los obispos de la Región Amazónica. El papa ha nombrado relator general del Sínodo al cardenal brasileño Cláudio Hummes, franciscano, arzobispo emérito de San Pablo. Otra figura de gran relieve es el cardenal jesuita peruano Pedro Barreto, arzobispo de Huancayo. Ellos son, respectivamente, presidente y vicepresidente de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM).
Esta red transnacional se generar una colaboración armoniosa entre los diversos componentes de la Iglesia: circunscripciones eclesiásticas, congregaciones religiosas, Cáritas, diversas asociaciones o fundaciones católicas y grupos de laicos. Entre sus objetivos principales está la defensa de la vida de las comunidades amazónicas amenazadas por la contaminación, por el cambio rápido y radical del ecosistema del cual dependen y por la falta de tutela de derechos humanos fundamentales.
El 31 de octubre de 2006 el cardenal Hummes fue nombrado por el papa Benedicto XVI prefecto de la Congregación para el Clero. En mayo de 2007 participó en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Aparecida como miembro designado por el papa. Hoy es presidente de la Comisión para la Amazonía de la Conferencia Episcopal del Brasil.
Considerando su experiencia y su actividad, hemos decidido mantener una conversación con él que pueda introducir en los trabajos del Sínodo y en su significado.[3]
Eminencia, nos acercamos al Sínodo para la Amazonía, un gran acontecimiento eclesial que pone en el centro de la reflexión un área específica y particular del mundo, aunque amplia y de increíble riqueza y complejidad. Justamente por eso hay quienes expresan una preocupación por el posible impacto que Sínodo para la Amazonía pueda tener en la unidad en la Iglesia, dada la particularidad de esta realidad territorial tan amplia, compleja y diversa ¿Cuál es su opinión al respecto?
Hoy se habla mucho de la unidad de la Iglesia. Esto es fundamental, importantísimo. Pero debe entenderse como una unidad que acoge la diversidad según el modelo de la Santísima Trinidad. Es decir, igualmente necesario es acentuar que la unidad no puede nunca destruir la diversidad. Precisamente, el Sínodo acentúa la diversidad dentro de esa gran unidad. La diversidad es la riqueza de la unidad, la preserva de ser una uniformidad y un justificativo para el control.
¿La diversidad es importante, entonces, para la Iglesia?
Hoy más que nunca la Iglesia se ha abierto a la diversidad. Los países latinoamericanos de la Panamazonía son hoy una expresión de la diversidad latinoamericana, que debe ser acogida sin temor y de manera muy abierta por la Iglesia de Europa y de todo el mundo. De hecho, yo quería acentuar eso porque el Sínodo para la Amazonía es un reconocimiento de nuestra peculiaridad. Yo lo digo de este modo: la Iglesia de América Latina puede traer nuevas luces para la Iglesia de Europa y del mundo, del mismo modo como la Iglesia de Europa debe darnos luces antiguas, muy importantes.
Inicialmente el cristianismo encontró un lugar de inculturación en la cultura europea, y fue un proceso muy exitoso, que dura hasta hoy. Pero no basta esa única inculturación. Dice el papa: una cultura sola no puede agotar la riqueza del Evangelio. La Iglesia no quiere dominar sobre las otras culturas, por más que respete esa inculturación inicial europea.
Debemos respetar la diversidad de las culturas. Eso va a enriquecer a la Iglesia, y no a amenazarla. La diversidad no amenaza la unidad de la Iglesia, sino que fortalece su verdadera unidad. Es muy importante no tener miedo de estas cosas. Así pues, si hablamos y conseguimos encontrar nuevos caminos para la Iglesia en la Amazonía, eso va a redundar en beneficio de toda la Iglesia, pero siempre a partir de la reflexión específica sobre la Amazonía.
Ustedes, que forman la Red Eclesial Panamazónica, han tenido un encuentro con el papa Francisco. ¿Qué nos puede decir sobre ese encuentro y sobre las novedades, los desafíos y las esperanzas que el santo padre deposita en el proceso sinodal?
El 25 de marzo pasado, el cardenal Barreto, Mauricio López —secretario ejecutivo de la REPAM— y yo nos encontramos con el papa. Le presentamos el estado en que se encuentra el proceso de preparación del Sínodo una vez concluida la fase de escucha y consulta de las Iglesias particulares de la Panamazonía y todo el trabajo que se ha realizado. En este proceso sinodal nuestra Red intentó «escuchar», no solamente «ver, juzgar y actuar». La escucha viene antes que nada. Para preparar un sínodo es preciso escuchar, no solamente organizar y hacer planes.
Entonces, ¿el sínodo se caracteriza por su capacidad de escucha y de superar la mentalidad de los «marcos» y de los «planes»?
 Para «ver» de verdad es preciso escuchar, no basta con hacer un análisis de qué es la Amazonía, o de quién es y qué hace la Iglesia en la Amazonía. Un sínodo no es una abstracción sinodal, una idea genérica. Para nosotros es preciso escuchar en primer lugar a los propios pueblos de la Amazonía. Hay que escuchar la realidad, escuchar los gritos. Eso ya enriqueció mucho nuestra metodología de ver, juzgar y actuar. Nuestro «ver» no era ya el de un analista que desde lejos examina situación. Nos pusimos a escuchar de verdad.
¿Y su diálogo con el papa?
Le preguntamos al papa si tenía alguna recomendación que hacernos. Él insistió mucho en no diluir el objetivo específico del Sínodo, en que no debe convertirse en la ocasión para hablar de todas las cosas, como antiguamente se decía en latín, con ironía: de omni re scibili et de quibusdam aliis. El Sínodo, dice el papa, no es para hablar de todas las cosas, de todos los desafíos o de todas las necesidades de la Iglesia en el mundo: no debemos perder el foco, dice el papa. Claro que todo el proceso tiene y tendrá también una repercusión universal, incluso planetaria, pero el Sínodo tiene un foco del cual es preciso no desistir para no permanecer en generalidades. El papa Francisco fue muy claro en este punto: no perder el foco, que es la Amazonía. «Nuevos caminos para la Iglesia», significa nuevos caminos para la Iglesia en la Amazonía y nuevos caminos para una ecología integral en la Amazonía. Este tema delimita el objetivo del Sínodo.
Francisco habla a menudo de procesos nuevos, de caminar, de no detenerse a repetir el pasado, sino de adherir a la tradición que crece y que hace crecer sin tener que repetir siempre las mismas cosas. ¿Lo lograrán? ¿Es posible?
Ciertamente no estaremos en el Sínodo para repetir cosas que ya fueron dichas, no importa si son importantes, bonitas y desde una buena teología; no. Estaremos allí para procurar nuevos caminos. Necesitamos mucho nuevos caminos, no tener miedo a lo nuevo, no defendernos contra ello, no resistir a la novedad. Debemos cuidarnos de no traer lo antiguo como si fuese más importante que lo nuevo. Lo antiguo debe conjugarse con lo nuevo, la novedad debe reforzar y alentar el camino. Esta palabra del papa es muy fuerte: debemos caminar y no resistirnos a avanzar e ir hacia adelante.
Debemos confiar en el Espíritu que nos lleva hacia adelante, dice el papa. Desde el inicio de su pontificado él exhorta y alienta a la Iglesia a levantarse y no quedarse muy acomodada y demasiado segura de su teología, de su visión de las cosas, defendiéndose del mundo. El pasado no está petrificado, debe formar siempre parte de la historia, de una tradición que sigue hacia adelante. Cada generación debe seguir avanzando para contribuir a la riqueza de esa gran tradición. ¿Lo lograremos? Nos confiaremos al trabajo del Espíritu.
El pasado está marcado también por una herencia colonial…
Sin duda. Esa actitud colonialista ha sido una de las más importantes quejas de los pueblos indígenas hacia Iglesias pentecostales protestantes que están entrando ahora en el territorio.
El papa denuncia esa práctica neocolonialista y exhorta a la Iglesia para no reproducir tal espíritu y práctica en su misión evangelizadora. Es un llamamiento a no hacer de la Iglesia en la Amazonía una fuerza colonizadora, a no querer colonizar a los pueblos indígenas en su fe, su espiritualidad, su experiencia de Dios.
¿Cómo se sitúa, entonces, la Iglesia ante las poblaciones indígenas? ¿Cómo se debe entender la evangelización de estos pueblos?
La inculturación de la fe y el diálogo interreligioso son necesarios, porque es una verdad que también en los pueblos indígenas originarios Dios ha estado siempre presente en sus formas y expresiones propias y en su historia. Ellos tienen ya una experiencia propia de Dios, semejante a otros antiguos pueblos en el mundo, en especial a los pueblos del Antiguo Testamento. Todos han tenido una historia en la que estaba Dios, una bella experiencia de la divinidad, de la transcendencia y de una consecuente espiritualidad. La evangelización de los pueblos indígenas debe tener como objetivo suscitar una Iglesia indígena para las comunidades indígenas. En la medida en que los pueblos indígenas acogen a Jesucristo, deben poder expresar esa fe suya desde su cultura, identidad, historia y espiritualidad.
¿Qué resistencias está generando esta visión sobre la Iglesia indígena en los distintos espacios y en el camino hacia el Sínodo?
Está suscitando resistencias y también malos entendidos. Algunos se sienten de alguna forma amenazados, porque no se sienten considerados en sus proyectos y en sus ideologías. Diría, sobre todo, los proyectos de colonización de la Amazonía que continúan fuertemente con ese espíritu dominador y depredador: llegar para explotar y salir después con las maletas llenas, dejando atrás la degradación y la pobreza del pueblo local, que ahora está más pobre y con su territorio devastado y contaminado.
La industria, la agricultura y muchas otras formas de producción afirman cada vez más que su actividad es «sustentable». ¿Pero qué significa realmente «ser sustentable»? Significa que todo lo que extraemos de la tierra o devolvemos a la tierra como residuos no impide que la tierra se regenere y continúe siendo fértil y saludable.
Es muy importante reconocer esas resistencias sea en la Iglesia, sea fuera de ella, por ejemplo, en Gobiernos, empresas y en otras partes. Debemos reconocer cómo nos comportamos frente a estas resistencias, saber qué hacer.
¿Por qué esas resistencias? ¿Qué las produce?
Los intereses económicos y el paradigma tecnocrático repelen toda tentativa de cambio y están dispuestos a imponerse por la fuerza, violando derechos fundamentales de las poblaciones en el territorio y normas para la sustentabilidad y preservación de la Amazonía. Pero nosotros no debemos rendirnos. Será necesario indignarse. No una indignación violenta, pero sí firme y profética.
¿Será posible un diálogo, un encuentro?
No podemos caer en una especie de ingenuidad al pensar que todo el mundo está dispuesto a dialogar. No es verdad. Hay mucha gente que no está dispuesta a dialogar. Primero hay que indignarse, profetizar, pero, después, ciertamente hay que intentar negociar, llegar a un acuerdo, y así, tal vez, conseguir que la otra parte se disponga a dialogar. Jesús ya hablaba de negociar en tales situaciones (Lc 14, 28). La Iglesia en la Amazonía sabe que debe ser profética, no acomodada, porque la situación es por demás clamorosa y hay una situación de constante y persistente violación de derechos humanos y degradación de la casa común. Y, lo que es aún peor, tales crímenes generalmente quedan impunes.
La Iglesia debe ser profética. En América Latina hemos vivido mucho esto después del Concilio Vaticano II, de Medellín y de las otras grandes conferencias del episcopado latinoamericano. Ese profetismo ha crecido, pero también se ha ido aclarando.
¿Qué quiere decir ser profético?
No es solo gritar, denunciar y apuntar. El profetismo es mucho más. Quizás podríamos enriquecer este espíritu de denuncia y diálogo con un poco más de ternura. Pero, ¿cómo hacerlo? Ese profetismo debe continuar, pero es un profetismo que debe apuntar también hacia nuevos caminos, que iluminen, que ayuden al otro a aceptar un diálogo. Creo que en el encuentro de diálogo seremos capaces de escuchar, de entendernos, de estar dispuestos a recibir la luz del evangelio de Jesucristo
Hay quienes contraponen inculturación, o sea, la inmersión en la cultura, e interculturalidad, el diálogo entre las culturas: temas que están muy presentes en las expresiones de una Iglesia que busca el contacto con los indígenas de la Panamazonía ¿Cuál es su posición al respecto y cómo se puede incorporar esto en el proceso sinodal de manera creativa y constructiva?
Inculturación e interculturalidad no se contraponen. No debemos pensarlas como opuestas. Deben conjugarse. La inculturación es absolutamente necesaria, como también lo es la interculturalidad. Sobre todo porque tenemos muchas culturas en la Amazonía. La inculturación y la interculturalidad son muy importantes cuando vemos la cantidad de pueblos indígenas que hay en el mundo y en la Amazonía.
¿Y la cuestión del modo en que debe situarse la Iglesia hacia los indígenas?
Tenemos que distinguir entre Iglesia «indigenista» e Iglesia «indígena». Nosotros, sobre todo a partir de las grandes conferencias del episcopado latinoamericano, hemos buscado ser una Iglesia indigenista, que considera a los indígenas como objeto de pastoral, pero no todavía como protagonistas de la propia experiencia de fe. Pero esto no basta. Ahora sabemos que debemos dar un paso más: debemos promover una Iglesia indígena.
Por lo que me ha parecido entender, el Consejo Indigenista Misionero (CIMI) brasileño está haciendo un buen trabajo.
El CIMI es, sin duda, un ejemplo muy fuerte al respecto. Ha hecho y continúa haciendo un trabajo extraordinario sobre ese aspecto, y hace una contribución muy consistente: nos trae datos, nos presenta hechos, publica acontecimientos de violencia que han ocurrido, con números, con estadísticas. Los datos no se pueden negar, se pueden interpretar mal o bien, pero no se pueden negar. Los datos sobre la injusticia, sobre las violaciones de los derechos humanos, sobre los asesinatos, sobre la criminalización de los defensores de los derechos, esos datos están ahí, y el CIMI está siempre atento a ello, y por eso también incomoda a algunos Gobiernos y a todos los que tienen otros intereses.
En este caso, la expresión de esa Iglesia Indigenista incomoda, pero para nosotros, como Iglesia, es muy importante tener datos para presentar y para mostrar por qué estamos indignados. El CIMI en Brasil nos ha ayudado mucho a ser una Iglesia indigenista, que defiende los derechos de los indígenas; y no solo de los indígenas, sino de todos los pueblos, sobre todo en las regiones misioneras.
Nos sentimos llamados a ser una iglesia que defiende los derechos humanos, que defiende los derechos indígenas, los de los ribereños y los de otros. Esto es una Iglesia indigenista.
¿Cuál es el paso que hay que dar hacia una Iglesia indígena?
Ahora sabemos que debemos dar un paso más: debemos promover una Iglesia Indígena para los pueblos indígenas, ayudar a que nazca y crezca una Iglesia Indígena. Las comunidades indígenas que, de una o de otra forma, escuchan el anuncio del evangelio y que acogen ese Evangelio, que acogen a Jesucristo, deben estar en condiciones de que, a través de un proceso oportuno, su fe se encarne y se inculture en su realidad cultural. Entonces, desde dentro de su cultura, identidad, historia y espiritualidad puede nacer una Iglesia indígena con sus propios pastores y ministros ordenados, siempre unida en total comunión con la Iglesia católica universal, pero inculturada en las culturas indígenas.
De hecho, en la historia de los pueblos indígenas ya hay muchas huellas de Dios. Como decía antes, Dios ha estado siempre presente en su historia. ¿Cómo extraer desde su propia identidad, desde su historia, desde su cultura esos signos claros de la presencia de Dios? Estos pueblos milenarios vienen desde otra raíz que no es la europea, desde otra vertiente histórica, como los africanos, los pueblos de la India, los chinos. Entonces, dentro de su historia, de su identidad, de su espiritualidad, desde su relación con la trascendencia, debemos generar una Iglesia con rostro indígena.
El tema de una Iglesia indígena es muy importante para la Panamazonía, pero, ¿qué tipo de ministerio es necesario para esta realidad¿Qué perfil de sacerdotes, misioneros, etc., es necesario en esta realidad, en estas culturas tan particulares que usted ha descrito?
Muchas veces existe la preocupación de trasplantar los modelos de los sacerdotes europeos a los eventuales sacerdotes indígenas. Pero alguien alertaba, con razón, de que hay demasiada preocupación y prioridad acerca del perfil del ministro ordenado más que de la comunidad que debe recibir al ministro. Al contrario, la comunidad no es para su ministro, sino el ministro para su comunidad. El ministro debe ser adecuado a las necesidades de la comunidad.
Es esta necesidad de la comunidad la que debe movernos a pensar, tal vez, en ministerios diferenciados, porque la comunidad allí necesita una presencia adecuada. No queramos defender una especie de figura histórica de cómo debe ser un ministro, sin posibles variaciones, de modo que las comunidades deban aceptarlo así tal cual porque nosotros lo enviamos así.
Sí, los ministros son enviados, pero tenemos que saber enviar de tal forma de respetar la comunidad concreta, que tiene necesidades propias y específicas. También los ministerios deben pensarse a partir de la comunidad, de su cultura, de su historia, y de sus necesidades. Todo eso significa la apertura.
Esta Iglesia indígena no se hace por decreto. El Sínodo tiene que abrir el camino para que eso sea posible y se pueda provocar un proceso que tenga suficiente libertad y que reconozca la dignidad que tiene todo cristiano y todo hijo de Dios. Esa es la grandeza de este Sínodo. El papa sabe cuán histórico puede ser este Sínodo para toda la Iglesia. Pero debemos caminar en esa dirección y cuidarnos de no reproducir una cosa que ya existe.
En la encíclica «Laudato si’» el papa señala claramente que la situación de crisis planetaria actual es innegable e incorpora esto en el tema propio del Sínodo mediante el llamamiento a una «ecología integral». ¿Cómo caminar eclesialmente ante esta situación de grave crisis ecológica?
La ecología integral es algo estupendamente nuevo que el papa nos ha traído. Interpela a fondo los modelos actuales de desarrollo y de producción que, a su vez, apelan a las luces racionales, científicas y tecnológicas de la época moderna que fundamentan el paradigma tecnocrático y no están dispuestas a acoger las consecuencias de una ecología integral. El paradigma tecnocrático y de dominación vence, se impone, y hace lo que quiere.
En efecto, este esquema o este paradigma tecnocrático viene de la modernidad. Es resultado de lo que se llama la «revolución copernicana» de la filosofía moderna: ya no se trata del objeto pensado y analizado, como en la filosofía clásica, sino del sujeto pensante, de la subjetividad. Ese fue un gran avance; fue, de hecho, la gran riqueza de la modernidad.
Pero los grandes intereses en juego han transformado esta conquista en algo distinto. La han transformado en subjetivismo, individualismo y, después, en liberalismo, que, junto con la revolución copernicana de la filosofía, pudo contar con el nacimiento de la ciencia moderna exacta y su aplicación a la técnica. De ahí ha resultado un enorme progreso tecnológico, cada vez más sofisticado, que ha puesto en manos del hombre un extraordinario poder de intervención en la naturaleza para producir cada vez más bienes, a cualquier costo, sea de la naturaleza, sea de las personas o de las comunidades humanas. Esta tecnología cada vez más sofisticada es utilizada para explotar el planeta, es aplicada como si nosotros viniésemos de fuera y como si el planeta fuera algo que nos hemos encontrado por el camino y podemos explotar, degradar y depredar sin escrúpulos. La tecnología da al hombre actual esa posibilidad de acumular cada vez más bienes materiales. Los pueblos indígenas, al contrario, no acumulan bienes, sino relaciones sociales, relaciones con las personas y con el todo: no acumulan bienes materiales. Los pueblos indígenas nos enseñan que son mucho más importantes las relaciones humanas, las relaciones comunitarias.
Este paradigma tecnocrático del que usted habla se cierne como una gran amenaza para nuestro planeta…
Sí, y es así porque este paradigma no acepta una ecología integral, no acepta que somos hijos de esta tierra. Se vive como si el ser humano hubiera venido aquí y hubiese encontrado un tesoro para explotar de todas las formas posibles. No: nosotros somos hijos de esta tierra, y el daño que hacemos a la tierra termina perjudicándonos a nosotros mismos.
La Biblia dice que Dios formó al hombre del barro de la tierra
Y esto nos indica que nacemos de la tierra. Por eso ella es la madre tierra, somos hijos de la tierra, nacemos aquí, no venimos de fuera. Nuestro cuerpo está hecho de las cosas de la tierra. Dios insufló el espíritu en ese cuerpo que viene de la tierra, el espíritu de la vida. Nosotros venimos de la tierra, somos, por tanto, hermanos de todas las criaturas. Y el papa dice también que los hombres, teniendo inteligencia y libre albedrío, tenemos un deber muy especial de cuidar la tierra, porque Dios nos dio inteligencia y la capacidad de amar, de cuidar, de administrar bien esta tierra que nos da el sustento. Pero no podemos obtener ese sustento a costa de los otros seres creados y de los demás hermanos y hermanas. Todo está interconectado.
¿Tiene fundamento teológico la ecología integral? ¿Hay una visión teológica que usted haya madurado?
El papa Francisco ha hablado sobre eso. Lo más importante de la ecología integral, dice el papa, es que también Dios se relacionó definitivamente en Jesucristo con esta tierra. Puesto que Dios está interrelacionado, todo está interconectado. Dios mismo se vinculó a través de la encarnación de Jesucristo, y Jesucristo es el punto culminante hacia donde todos caminamos. Hay textos espléndidos donde se dice que todas las criaturas caminan, porque las otras criaturas no fueron hechas para nosotros. Su fin último no somos nosotros. Su fin último es trascendente, es Dios. Claro que nosotros también necesitamos a las criaturas para sustentarnos, pero su vocación es trascendente y nosotros debemos alabar al Señor en su nombre y conducirlas hacia Dios. Pues, un día, todas ellas, de una forma misteriosa, dentro de la lógica de la resurrección, estarán participando en el reino definitivo. Dios no destruirá su creación, sino que la trasformará pascualmente.
Por tanto, Jesucristo resucitado es la cumbre hacia la cual todo camina y es el modelo que da una primera revelación de cómo será ese camino por el que estamos caminando. La humanidad no anda en círculos, como sin norte, sin sentido. Debemos caminar. Hay un futuro real. Jesucristo resucitado es el gran punto trascendente hacia el que caminamos. Entonces, la ecología integral es todo eso junto.
Por eso yo digo a menudo que es necesario reescribir la cristología, porque san Pablo ya habla de este punto culminante en un camino que avanza. Teilhard de Chardin ya habló de esto en sus estudios sobre la evolución. Toda la teología y la cristología, y hasta la teología de los sacramentos, deberán ser de alguna forma reescritas desde esa gran luz de que «todo está interconectado», interrelacionado.
Hay una canción brasileña que dice: «Tudo está interligado, como se fóssemos um, tudo está interligado nesta casa comum» («Todo está interconectado, como si fuésemos una sola cosa. Todo está interconectado en esta casa común»). Dios también esta interrelacionado, definitivamente, con nuestra casa común. Creo que la ecología integral es un concepto que ilumina todo el trabajo que tenemos que hacer en la Amazonía para estar unidos en el camino del Sínodo.
La Red Eclesial Panamazónica, la REPAM, forma parte del proceso de preparación al Sínodo. ¿De dónde nace?
La Red nació de la idea de la V Conferencia del episcopado latinoamericano en Aparecida, en la que participó nuestro querido papa Benedicto XVI. En esa época él hizo una contribución muy grande desde el comienzo, con una apertura que nos sorprendió a todos: la gran apertura de Benedicto XVI frente a un mundo que no era el suyo. Él pertenecía a un mundo europeo, pero se abría al diálogo junto a nosotros, al pueblo, al territorio, a la América Latina.
¿Qué sucedió en Aparecida? Como bien sabemos, Bergoglio también estuvo allí…
Sí, también participó el cardenal Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires.[4] En ese contexto se habló sobre la necesidad de crear un plan pastoral conjunto para la Amazonía, y el papa Francisco afirma que fue allí donde él mismo despertó para el desafío de la Amazonía. Antes, como arzobispo de Buenos Aires, la Amazonía era para él algo muy distante. Como un mundo de fantasía. Pero él dice que por la insistencia de los obispos brasileños en Aparecida sobre las cuestiones de la Amazonía se despertó en él ese interés. Fue allí donde comprendió que era algo importante. Él dice que a partir de ahí comenzó de hecho a despertar para todo lo que era la Amazonía. Allí, como dije, se habló de la necesidad de un plan de pastoral conjunto de América Latina para toda la Amazonía. Era una cosa un poco fuera de lo común, porque las conferencias episcopales son nacionales, y la Amazonía no es una nación, sino una región transnacional, son nueve países.
¿Cómo han creado ustedes una relación eficaz?
Primero, las conferencias episcopales nacionales que tienen territorio amazónico incluyeron su respectiva parte de la Amazonía en el plan pastoral nacional. Ahora, después de Aparecida y, sobre todo, después del anuncio del Sínodo para la Amazonía, hay que pensar en un plan específico para toda la Panamazonía. No obstante, eso no quita a las conferencias episcopales nacionales su responsabilidad por su parte del territorio amazónico. Esto crea una nueva situación, una especie de nuevo sujeto eclesial, y es necesario poder entenderlo y acogerlo poco a poco. El papa habla de una descentralización, y toda descentralización es un poco dolorosa, porque se afecta un poco el poder y el prestigio del centro, pero debemos saber entenderlo, saber caminar juntos en este rumbo.
La REPAM viene exactamente para hacer un servicio que comienza a crear una red entre todas esas realidades de los nueve países amazónicos, una red que no debe pensarse como una entidad más con proyectos propios, sino como un servicio para articular a todas las entidades, comunidades, misioneros, agentes eclesiales en el territorio, personas e iniciativas de defensa y preservación de la Amazonía, para que todos entren en esa red y no se sientan aislados, ahí en la selva. Es un servicio que dependerá siempre de los obispos locales, de los misioneros locales, que necesitan sentirse invitados a formar parte de esta red.
¿Y el papa? ¿Cuándo le habló del Sínodo?
Ya en 2015 el papa comenzó a decirme: «Estoy pensando en hacer una reunión con todos los obispos de la Amazonía. Aún no sé qué tipo de reunión, qué tipo de asamblea, pensaba que hasta podía ser un sínodo». Me dijo: recemos juntos por eso, y empezó a hablar con obispos, con las conferencias episcopales de los países amazónicos, sobre cómo hacer esta asamblea, y así fue creciendo y madurando dentro de él la idea del Sínodo, hasta que finalmente fue convocado en 2017. Hemos trabajado mucho por el Sínodo, y seguiremos trabajando para ese servicio que es tan importante para el futuro. El Sínodo sirve para encontrar y trazar nuevos caminos para la Iglesia.


[1] Francisco, Ángelus del domingo 15 de octubre de 2017, disponible en http://w2.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2017/documents/papa-francesco_angelus_20171015.html.
[2] El texto del Documento Preparatorio, junto a otros materiales relativos al sínodo, están disponibles en http://www.sinodoamazonico.va/content/sinodoamazonico/es.html.
[3] Sobre el Sínodo para la Amazonía véase A. Peraza, «La Amazonía y los derechos humanos», en La Civiltà Cattolica Iberoamericana III, 2019, n. 26, pp. 86-99.
[4] Cf. D. Fares, «A 10 anni da Aparecida. Alle fonti del pontificato di Francesco», en La Civiltà Cattolica 2017, n. II, pp. 338-352.
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