Primera lectura: 3 Juan 5-8
Salmo: 111 Dichoso quien teme al Señor
Evangelio: Lucas 18,1-8
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola:
«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario”. Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara”». Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»
Comentario
«Lo hago para que me dejes». Es lo que contestamos a veces a los demás para justificar nuestros actos. No es que lo hagamos por convencimiento, sino para que nos dejen tranquilos. Como este juez injusto. Y Jesús nos hace caer en la cuenta de que Dios nunca actuará así con nosotros. Que su bondad es más fuerte que nuestra voluntad, que se tuerce por la insistencia de los otros. Porque Dios no nos deja, no nos abandona. Se mantiene fiel a pesar de todo. Siempre dispuesto a darnos una oportunidad. Y las únicas largas que nos da son las de la esperanza y la misericordia.
No comments:
Post a Comment