Sunday, March 02, 2014

Comentario al Evangelio por JAVIER LEOZ. MIRANDO AL CIELO... PERO SIN PASARSE



MIRANDO AL CIELO... PERO SIN PASARSE

Por Javier Leoz

Con este octavo domingo, del tiempo ordinario, daremos paso –el próximo miércoles de ceniza- a unas semanas que nos prepararán a la Santa Pascua. Un periodo, la cuaresma, que nos vendrá bien –siempre viene bien- para alejarnos de los agobios, para hacernos fuertes ante los problemas y sobre todo para ir con Jesús hacia esos días en los que celebraremos los Misterios más grandes de nuestra fe. ¿Estamos dispuestos?

1. Nos encontramos en un momento histórico traspasado por muchos y variados contrastes. Y, además, con contrastes en todos los sentidos: vida y muerte, pobreza y riqueza, alegría y tristeza, salud y enfermedad, bienestar y precariedad. Y por qué no decirlo: mientras que en algunas personas se ha cebado la crisis espiritual (tal vez por una fe poco cimentada o formada) asistimos a un fenómeno nuevo: el interés por lo religioso. Aunque sea leve…pero la fe, y hasta la misma Iglesia, no deja indiferentes a muchas personas. La coyuntura de la crisis económica ha incentivado las entrañas de muchas personas a una apertura o preguntas por lo divino. La sociedad, que nos ha empujado a vivir por encima de nuestras posibilidades, ha dado mil razones a otras personas a mostrarse reticente, y hasta pesimista, sobre el futuro que nos aguarda.

 ¿Un mundo sin Dios? ¿Una sociedad sin valores eternos? Un mundo sin Dios no será un mundo de recorrido corto.


2. Ser cristianos no es vivir con caras tristes y menos, recuperando la lectura evangélica de este día, agobiados por lo que nos atenaza. Tampoco, por supuesto, asentarnos en un necio optimismo sino en un sensato realismo: sabemos cómo estamos y sabemos hacia dónde no queremos ir. Por ello mismo ante un pensamiento único, ante los dictados que nos impone un mundo que presume de tolerancia pero que margina al que no dice lo que él dice o lo que él piensa, los cristianos, tendremos que recuperar esa faceta de ser diferentes, de nadar contracorriente e incluso, por qué no, de resultar incómodos en aquellas situaciones donde se vende gato por liebre.

 El hecho de que creamos firmemente de que Dios dirige todos los hilos de nuestra existencia no nos exime de denunciar e incomodarnos cuando, el diosecillo de turno, quiere quedarse con toda madeja para manejar a su antojo el presente y el futuro de nuestra vida social, económica, cultural o religiosa. Que somos importantes, mucho más, que las flores y los pájaros, es cierto. Pero también es cierto que, las aves, ante el peligro saben lanzarse al alto universo y las flores no dejan de desplegar su aroma característico. Siente bien o siente mal.

--Error, de órdago a lo grande, sería leer el evangelio de este día y dejar que sea Dios quien siembre, riegue y coseche.

--Peligroso para el futuro de nuestra fe sería igualmente confiar tanto en la fuerza de lo alto que, ello, nos llevase a plegarnos de brazos.

--¿Confianza en Dios? ¡A ciegas! ¿Absentismo apostólico? ¡Ni por asomo! En el camino intermedio está la solución: confiar en Dios significa colocar en sus manos nuestros afanes, nuestras vidas, ideas, proyectos e ilusiones. Eso sí….no como espectadores y sí como asalariados de algo que merece la pena: el Reino de Dios.


3.- AYÚDAME, SEÑOR

A ocuparme, razonablemente
 en aquello que sea para tu  gloria
 para el beneficio de los  míos y de mí mismo
 A disfrutar el presente, sin  estar tan pendiente
 de lo que pueda ocurrir  mañana.
 A, mirar hacia el futuro,
 aportando las semillas que  siembro hoy en el camino.

AYÚDAME,  SEÑOR
 A sentir tu mirada en  aquello que veo
 A palpar tus manos en mis  pequeñas obras de cada día
 A escuchar tu Palabra en las  mías,
 pobres, torpes y  atropelladas

AYÚDAME,  SEÑOR
 A vivir comprometido pero  sin ansiedad
 A caminar ligero, pero sin  prisas
 A trabajar con empeño, pero  sin nervios
 A soñar con un futuro mejor
 sin olvidar que puedo  superar el presente

AYÚDAME,  SEÑOR
 A confiar en tu mano  providente
 A no tener miedo al mañana  que me aguarda
 Contigo, Señor, me basta.
 Amén


Betania

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