Monday, December 22, 2014

Acompañar a las familias, en la unión y en la desunión por Juan Masiá S.J.



(Cuestionario del Sínodo. Pregunta 3, primera parte: Además del anuncio y la denuncia, ¿cuáles son las modalidades elegidas para estar presente como Iglesia junto a las familias en situaciones extremas? )
La pregunta 3 trata sobre “familias en situaciones extremas” pregunta “qué hacer para estar presente como Iglesia” junto a esas familias. Pero precisa: ¿qué hacer “además del anuncio y la denuncia”?.
¿Por qué esa precisión? ¿A qué anuncio y denuncia se refiere?
Es que en las intervenciones de algunos obispos y en las propuestas enviadas al Sínodo del pasado Octubre se hizo mención de dos maneras de estar presente cómo Iglesia junto a las familias en situaciones extremas. Algunas opiniones (más optimistas) dijeron: “que la Iglesia insista en proclamar el anuncio del ideal humano y evangélico sobre la familia”.
Otras opiniones (más pesimistas) dijeron: “que la Iglesia insista en la denuncia de los fallosen la realización de ese ideal”.
Ahora el cuestionario sinodal pregunta: “¿Sólo esas dos cosas? Además de anunciar y denunciar, ¿no hay algo más que podemos y debemos hacer?”.
Si escuchamos lo dicho en diversas ocasiones por el Papa Francisco sobre la acogida misericordiosa, podríamos responder, por ejemplo, así: “Hay algo más. No sólo “anunciar” (con optimismo) y denunciar (con pesimismo), sino acompañar, apoyar y proteger (con realismo esperanzado): acompañar a las personas en el camino hacia tomas de decisión difíciles (por ejemplo, una ruptura irreversible), seguir acompañándolas y apoyándolas gradualmente, aun cuando sus opciones no coincidan con las que nos parecerían deseables, y proteger las nuevas situaciones que se produzcan en el camino de sus vidas.

Sobre la acogida a personas en proceso de separación o de nueva unión, los obispos japoneses (en su Carta sobre la Vida, ante el nuevo milenio) daban el siguiente consejo: Cuando lamentablemente se ha roto el vínculo prometido, ténganse presentes para la acogida eclesial de esas personas los tres criterios siguientes: 1) No se les reciba con frialdad y rechazo. 2) Tráteselas como las trataría Cristo. 3) Acompáñeselas en el camino que están recorriendo para rehacer su vida.

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