Monday, December 25, 2017

Navidad, verde Navidad por Luis Miguel Modino



"COMO LA SELVA QUE NOS RODEA"


"Tiempo de dejar de vivir como autómatas, abrir los sentidos y percibir la proximidad de Dios"


La selva amazónica es uno de los mejores ejemplos de la presencia del Dios de la Vida en medio de nosotros. En cada elemento que de ella forma parte se descubre el rostro de ese Dios que quiere ser Luz del mundo en medio de las tinieblas

(Luis Miguel Modino).- Navidad es tiempo de fiesta, de celebrar la vida, de reconocer y afirmar la presencia de Dios en medio de su pueblo, entre nosotros. Un Dios que muestra su grandeza desde la pequeñez y sencillez de lo cotidiano, independientemente del lugar donde nos encontremos.
Desde esa afirmación, puedo decir que en el Alto Río Negro, en este rincón de la Amazonia en que la vida me ha colocado, la Navidad es verde, del color de la selva que nos rodea, nos envuelve y nos da vida en abundancia.Es una Navidad que poco se parece a la que muchos se inventan, y digo se inventan porque tiene poco o nada que ver con el Misterio cristiano, con ese Dios que escoge o se ve obligado a nacer en las periferias de la ciudad y del mundo, en medio de aquellos que muchos llaman y tratan como cosas descartables.
Navidad es dejar de vivir como autómatas, como robots programados que responden a comportamientos estándar y repiten aquello para lo que han sido predeterminados. Navidad es abrir los sentidos para percibir que Dios continúa haciéndose presente en cada rincón, cuestionando a la humanidad en sus modos de vida y costumbres.
La selva amazónica es uno de los mejores ejemplos de la presencia del Dios de la Vida en medio de nosotros. En cada elemento que de ella forma parte se descubre el rostro de ese Dios que quiere ser Luz del mundo en medio de las tinieblas. Los que más la cuidan son gentes que ya han sido considerados gente sin alma, incivilizados, silvícolas..., calificativos no muy diferentes de aquellos que los judíos de bien daban a los pastores y todos los que se acercaron al pesebre de Belén. Pero ellos no dejaron de estar allí, y continúan adorando a ese Dios en quien descubren su fuente de Vida plena, su esperanza, la realización de las promesas.


Esa criatura divina, que un día se hizo un niño y que aquí se hace selva, también sigue amenazada, el detentor del poder la quiere matar. El Herodes de entonces ha cambiado de nombre, hoy se llama capital, pero las intenciones son las mismas, acabar con todo y todos los que impiden que sus planos de muerte se hagan realidad, que su ego sea cada vez mayor.
Y uno se pregunta sobre los por qués de esa historia que se repite, de esa historia siempre escrita solamente desde un lado. Ahí uno entiende que la propuesta de Dios es diferente, que se aleja del poder que impone y se ofrece como una propuesta que nos va cautivando poco a poco, hasta hacer de nuestra vida un pequeño instrumento de su presencia.
Contemplando la inmensidad de esa selva que ahora tengo frente a mis ojos, no puedo dejar de agradecer a Dios por continuar estando entre nosotros, por seguir revelándose de modos tan diversos y por ir aprendiendo a descubrirlo con la ayuda de los que nunca contaron, los pobres, los descartables, los nadies.
Aprovechemos este tiempo de Navidad para experimentar una vez más la proximidad de Dios, para sentirle a nuestro lado, como compañero de camino, como aquel que nos hace ver que podemos contar con Él. Nunca olvidemos que está bien cerca, que no son pocas las veces que llama a nuestra puerta. Abrirle o no, reconocerle o ignorarle, no depende de los otros, ni de aquello que nos rodea, es tarea nuestra, también mía y tuya.
Luis Modino
Misionero en Brasil
Religión Digital

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