Este es un espacio para alimentar y vitalizar la dimensión espiritual y humana de las personas comprometidas con la construcción de una sociedad más humana, justa y solidaria.
Todos somos peregrinos.
"sal de tu tierra, de tu casa y vete a la tierra que yo te mostraré; haré de tí una gran nación y te bendeciré."
(Gén. 12, 1 ss)
Mt 13, 31-35 El reino se parece a un grano de mostaza
así es siempre, lo más pequeño se hace grande, lo oculto a los ojos del mundo se manifiesta, el que baja y desciende llega a tu gloria, el último se convierte en primero, el que pierde la vida por ti y por el evangelio la gana. El que pierde gana. Contigo
Ignacio dice que, a menudo, las personas toman sus decisiones al revés. Ellas dicen: “Deseo hacer esto. Ahora, ¿cómo lo puedo hacer, y en cierta forma alabar, reverenciar y servir a Dios? ¿Cómo puedo manejar mis intenciones para llegar a buen término? Ignacio dice que debemos comenzar por el final. El final es ser un discípulo de Jesús. “¿Qué significa para mí amar como Jesús amó?”. La frase más exigente de toda la Escritura es “Ámense unos a otros como yo los he amado”. ¿Podría ser más desafiante? Esto hace que la Regla de Oro se parezca a un pedazo de torta. El amor del altruismo y del auto sacrificio, es nuestra meta. Ignacio desea que primero reflexionemos en el por qué estamos aquí, y cuál es el propósito de nuestra vida. Entonces, en ese contexto, escoge los mejores medios para llegar allá.
Este lunes 30 de julio se inicia una asamblea extraordinaria de obispos, la primera desde que el Papa Francisco recibió la renuncia masiva de los prelados chilenos. La cita estará marcada por las nuevas directrices de Roma sobre los abusos cometidos por clérigos. Las miradas se centran en el cardenal Ricardo Ezzati, sobre quien arrecian las acusaciones de omisión y encubrimiento en casos de abusos sexuales. CIPER reconstruyó su historial de actuaciones cuestionadas que se arrastran desde los años 80, y su alianza con el arzobispo Errázuriz para ahogar el caso Karadima y desacreditar a sus víctimas.
La asamblea extraordinaria de obispos que se inicia este lunes 30 de julio, es la más compleja que ha enfrentado la jerarquía de la Iglesia Católica en los últimos años. No solo porque la mayoría de los prelados que la integran llega a la cita con sus renuncias aún pendientes en el escritorio del Papa Francisco. También porque su principal figura, el cardenal y arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, asistirá despojado de todo poder debido a su inminente retiro, con su credibilidad en el suelo y citado a la Fiscalía en calidad de imputado por el eventual encubrimiento de abusos sexuales. A ello se suman las críticas en su contra que han sostenido por años las víctimas de Fernando Karadima. Este escenario provocó la reacción de un sector de laicos, los que en un hecho inédito “funaron” al cardenal al interior de la catedral metropolitana, exigiendo su renuncia.
Ricardo Ezzati carga con acusaciones de haber encubierto abusos cometidos por clérigos desde mediados de los años 80 y ese largo historial pesa en la decisión que debe adoptar el Papa Francisco para nominar a su sucesor en Santiago: el escogido no puede verse envuelto en nuevas denuncias. La tarea no es fácil. Los informes de los enviados papales Charles Scicluna y Jordi Bertomeu, quienes completaron 16 días en Chile en dos visitas –febrero y junio– y tomaron más de 110 declaraciones, no solo consignaron testimonios de víctimas de abusos, también relatos sobre omisiones y eventuales encubrimientos que afectan a diversas diócesis, pero donde también figuran los dos cardenales chilenos: Ricardo Ezzati y Francisco Javier Errázuriz.
“Todos pensábamos que al cardenal Ezzati lo iban a cambiar antes de la asamblea. Si el Papa no le ha aceptado la renuncia todavía, es porque le ha costado encontrar un sucesor no contaminado”, dice un prelado que participará en la reunión extraordinaria de los obispos y que pide la reserva de su nombre.
En todo caso, nadie se atreve a descartar que Roma anuncie la sucesión en la víspera de la asamblea o durante su desarrollo. Más aún, después de que en la última semana arreciaron los rumores de que Francisco ya había aceptado la renuncia de Ezzati.
No fue solo la cercanía de la asamblea episcopal la que atizó esos rumores. Otros tres hitos golpearon el nombre del cardenal: la denuncia acerca de que en 2006 no apartó del trabajo con jóvenes a un presbítero de Concepción que posteriormente fue acusado de violar a un menor; la filtración de la carta que le escribió en 2012 el obispo Alejandro Goic, en que le reprocha no acoger a las víctimas de abusos y la bomba que detonó el fiscal Emiliano Arias, que lo citó a declarar como imputado por el eventual encubrimiento de los abusos cometidos por el canciller del arzobispado capitalino, Óscar Muñoz.
En los círculos eclesiales no solo hay expectación por la demora en la sucesión de Ricardo Ezzati. También se espera el destino que le dé el pontífice al cardenal Francisco Javier Errázuriz, cuya negligente actuación frente a los abusos del sacerdote Fernando Karadima sigue sumando sorpresas. A fines de abril pasado, cuando las víctimas del ex párroco de El Bosque fueron recibidas por el Papa, una desconocida operación de Errázuriz para proteger a Karadima quedó al descubierto.
Los denunciantes James Hamilton, Juan Carlos Cruz y José Andrés Murillo, fueron invitados a la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe –encargada de investigar los abusos– donde los principales personeros de ese dicasterio les informaron los detalles de la indagatoria contra Karadima. Allí, les confirmaron que el cardenal Errázuriz personalmente llegó hasta esas oficinas para tratar de ahogar la investigación y desacreditar a los denunciantes, desplegando un lobby que finalmente resultó infructuoso.
A pesar de las pruebas que incriminan al cardenal Errázuriz en intentos por sepultar las acusaciones contra Karadima, el Papa Bergoglio lo mantiene en su Consejo de Cardenales, organismo asesor del pontífice en materias de reformas a la curia romana. Conocido como C-9, el grupo es integrado por Errázuriz desde 2013, cuando el Papa lo nombró sin conocer aún los antecedentes que demuestran cómo el cardenal omitió las denuncias contra Karadima y ha denostado a sus víctimas en sigilosas operaciones que desplegó junto a Ezzati.
En medio de las señales renovadoras que Francisco ha dedicado a los feligreses chilenos en los últimos meses, es probable que Errázuriz sea apartado del C-9 y acompañe a Ezzati en el retiro. De hecho, algunos párrafos de la carta reservada que el Papa entregó a los obispos chilenos cuando los citó en mayo pasado, fueron interpretados como un recado directo para ambos cardenales:
“Otra circunstancia análoga que me ha causado perplejidad y vergüenza ha sido la lectura de las declaraciones que certifican presiones ejercidas sobre aquellos que debían llevar adelante la instrucción de los procesos penales o incluso la destrucción de documentos comprometedores por parte de encargados de archivos eclesiásticos” (vea una copia del documento publicada por T13).
PROBLEMAS CON LA SUCESIÓN
La dureza de la última semana que enfrentó el cardenal quedó retratada el miércoles 25 de julio. Ese día, durante la celebración de la eucaristía por el apóstol Santiago, patrono de la arquidiócesis, un grupo de laicos protestó en la catedral metropolitana, exigiendo a Ezzati hacer efectiva su renuncia. El arzobispo tuvo que escabullirse del templo por un acceso lateral, evitando a los manifestantes y a los periodistas que buscaban una declaración sobre la citación que le cursó el fiscal Arias.
Personeros eclesiásticos de reciente paso por Roma indican que la complicación para sacar de escena a Ezzati, radica en que los nombres que se han barajado para heredar su cargo no cuentan con la total confianza del Papa Bergoglio. El designado debe estar impoluto en materia de denuncias e investigaciones de abusos y, además, no generar resquemores entre grupos de laicos, para evitar nuevas tensiones internas.
Una de las cartas que más ha sonado para reemplazar a Ricardo Ezzati es la del actual arzobispo de Concepción,Fernando Chomalí, pero su nominación se complicó por la acusación contra el presbíteroHernán Enríquezque se conoció hace 15 días. Al ex rector del Seminario Menor de Concepción se le acusa de haber violado a un menor en 2002.
Las denuncias iniciales contra Enríquez las recibió Ricardo Ezzati, cuando encabezaba la Iglesia Católica penquista: una en 2006 y otra en 2009. Solo tras la segunda alerta se inició una investigación, cuyos detalles se desconocen y de la que se ha dicho que no arrojó resultados concluyentes.
Fernando Chomalí
El caso también ha sido un avispero en las manos de Fernando Chomalí. En 2011, apenas tomó el control de la arquidiócesis, recibió la misma acusación contra Enríquez, pero solo conminó al denunciante –el padre del menor violado– a formalizarla conforme al derecho canónico y los protocolos de la iglesia. CIPER pidió al arzobispado penquista los detalles de las investigaciones que involucran a Hernán Enríquez, sin obtener respuesta.
Enríquez se ha desempeñado como capellán de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, de la que el arzobispo Chomalí es gran canciller. Además, el presbítero ha sido apuntado como integrante de un grupo de sacerdotes y laicos que mantenían relaciones homosexuales activas, que se protegían entre ellos y trabajaban en contacto con jóvenes. Un punto que no ha pasado inadvertido en Roma es que uno de los sacerdotes mencionados en ese grupo ocupa actualmente un puesto clave junto a Chomalí en el arzobispado.
El arzobispo penquista también carga con errores en el caso Karadima. En 2011, reconoció públicamente que había recibido la denuncia de una de las víctimas –Juan Carlos Cruz–, pero que no la acogió: “Me tupí, actué mal con él, en el sentido de que él buscaba un amigo, un obispo y yo no supe cómo actuar”. No es su única falla. Conocidas las denuncias contra Karadima, se le encomendó que examinara las millonarias cuentas de la Unión Sacerdotal que dirigía el ex párroco. Chomalí cerró su revisión sin detectar anomalías. No obstante, con posterioridad se establecieron numerosas irregularidades en el manejo de esos bienes en beneficio de Karadima y sus cercanos, incluyendo el financiamiento de viajes por Europa y el usufructo personal de inmuebles donados a la Unión Sacerdotal.
Otro nombre que se ha mencionado para heredar el sillón de Ricardo Ezzati, es el del arzobispo de La Serena, René Rebolledo. En 1990 Rebolledo asumió como formador en el Seminario Mayor San Fidel, de San José de la Mariquina. Y desde 1993 hasta 2002 fue rector del mismo seminario.
René Rebolledo, obispo de La Serena (Fuente: iglesia.cl).
Lo que complica al arzobispo Rebolledo es que bajo su alero el seminario San Fidel formó a un grupo de sacerdotes que mantienen relaciones homosexuales activas. Algunos, incluso, enfrentan acusaciones de abusos de menores. Varios de ellos están incardinados en la arquidiócesis de Puerto Montt, donde contaron con la protección del arzobispo Cristián Caro, recientemente reemplazado por un administrador apostólico. Se espera que ese cambio sea clave para establecer la profundidad de la “tolerancia” que amparó al grupo formado en el seminario que dirigía Rebolledo.
Lo que inicialmente contaba a favor de René Rebolledo era el respaldo del nuncio Ivo Scapolo, con quien mantiene una relación estrecha. Pero hoy esa puede ser una ficha en contra. Scapolo es apuntado como uno de los responsables de haber desinformado a Francisco para el controversial nombramiento de Juan Barros como obispo de Osorno, minimizando su rol en el encubrimiento de los abusos de Fernando Karadima. El nuncio, en conversaciones reservadas, ha sostenido que sí puso al tanto al Papa de los problemas que arrastraba Barros. En todo caso, Rebolledo –ex obispo de Osorno y antecesor de Barros en esa ciudad– fue uno de los más activos defensores de la mantención del discípulo de Karadima en esa diócesis sureña.
Un tercer nombre que se ha barajado para suceder a Ezzati es el del actual presidente de la Conferencia Episcopal: el obispo castrense Santiago Silva. Ex obispo auxiliar de Valparaíso, fue acusado por los ex seminaristas Mauricio Pulgar y Sebastián del Río de haber desoído sus denuncias sobre abusos cometidos por un formador del Seminario San Rafael y por el entonces obispo titular de la diócesis porteña, Gonzalo Duarte.
LA HUELLA DE EZZATI
Aunque el nombre de Ezzati se ha asociado a encubrimiento de abusos principalmente a partir del caso Karadima, el tema lo ronda desde mediados de los años 80. Entonces era director de la congregación salesiana y habría intervenido, según acusan víctimas, para acallar las denuncias que surgieron en Valdivia contra el abusador de menores Rimsky Rojas.
Trasladado fuera de Chile y luego a Punta Arenas, Rojas llegó a ser rector de un colegio salesiano en la capital magallánica y se sospecha que estuvo involucrado en la desaparición del estudiante Ricardo Harex, de 17 años, en 2001. El religioso se suicidó en 2011. Una de sus víctimas en Valdivia, el abogado Marcelo Vargas, a comienzos de este año entregó al arzobispo Charles Scicluna antecedentes sobre los nexos de Ezzati con el encubrimiento de los crímenes de Rimsky Rojas.
El tema de los abusos volvió a tocar a Ezzati cuando era arzobispo de Concepción, cargo que ocupó entre 2006 y 2011. En 2008 el rector de un colegio salesiano penquista, Audín Araya, abusó de dos menores. La congregación se enteró en diciembre de ese año y mantuvo los hechos bajo reserva, trasladando a Araya a Puerto Montt, donde dirigió otro colegio de la orden. Sin apoyo de la iglesia, las familias de las víctimas presentaron en 2011 una denuncia en la justicia penal. En 2014, Audín Araya fue condenado a dos años de cárcel e inhabilitación perpetua para ocupar cargos en el ámbito educacional.
Fernando Karadima
Recién llegado a la arquidiócesis de Concepción, en 2006 Ricardo Ezzati fue alertado por una monja de las “conductas impropias” de un grupo de sacerdotes homosexuales, entre ellos el presbítero Hernán Enríquez Rosas. La religiosa le pidió que los separara del trabajo pastoral y educacional con jóvenes, pero Ezzati no lo hizo. Tres años después, en 2009, el entonces arzobispo penquista recibió una denuncia contra Enríquez, en la que se le acusó de haber violado en 2002 a un joven de 14 años en el Seminario Menor de Concepción. Solo entonces se inició una investigación, la que se cerró sin resultados concluyentes. Enríquez siguió siendo capellán de colegios y profesor de la Universidad Católica penquista. A pesar de estos antecedentes, en 2012 Ezzati escribió un prólogo para un libro del presbítero acusado.
Un año después, en 2013, Ezzati ya estaba a cargo del arzobispado de Santiago y presidía la Conferencia Episcopal. Karadima había sido condenado y eran evidentes las operaciones digitadas desde el interior de la arquidiócesis para desacreditar a sus víctimas, las que denunciaban el encubrimiento que la iglesia brindó al ex párroco. En ese contexto, el entonces obispo de Rancagua, Alejandro Goic, quien presidía la Comisión Nacional de Prevención de Abusos escribió una carta para Ricardo Ezzati que fue recientemente incautada por el fiscal Emiliano Arias y filtrada a la prensa.
Goic ha declarado que nunca envió la misiva, porque conversó el tema directamente con Ezzati. La carta es un duro reproche a Ezzati por el trato que brindaba a las víctimas:
“El caso que más ha impactado (…) ha sido el de las víctimas del P. Karadima. Al comienzo de tu servicio fue un signo extraordinario que te reunieras con ellos; después, lamentablemente, esto no continuó. Sé que han sido injustos, duros, incluso a veces han mentido. Pero nada de aquello les quita la condición de víctimas heridas y dañadas”.
La misiva también reconoce el encubrimiento que se brindaba a los abusos de clérigos: “Ayer –no teníamos la conciencia de hoy– manteníamos en silencio estos abusos de menores, decíamos que eran debilidades humanas, se trasladaba a otros lugares a estos sacerdotes”. Y eso es, precisamente, lo que ocurrió en los casos de Rimsky Rojas y Audín Araya, con los que se vincula a Ricardo Ezzati.
El punto más elocuente de la animadversión hacia las víctimas de Karadina fueron los correos electrónicos que intercambiaron Ezzati y Errázuriz, publicados en 2015 por El Mostrador, en los que ambos cardenales se coordinaron para impedir que una de los denunciantes, Juan Carlos Cruz, fuese recibido en el Vaticano.
El cardenal Francisco Javier Errázuriz tiene su propio historial en el tema de los abusos. En 2002 presidía la Conferencia Episcopal cuando el obispo emérito de La Serena, Francisco José Cox, abandonó el país para no enfrentar múltiples denuncias de abusos sexuales contra menores. Cox, integrante de la misma congregación de Errázuriz (padres de Schoenstatt), es uno de los casos paradigmáticos de abusos encubiertos: fue retirado del arzobispado de La Serena, soterrando las acusaciones en su contra y se le permitió trasladarse a Alemania. Nunca enfrentó a la justicia.
El comunicado que firmó Errázuriz, entonces presidente del episcopado, cuando se conoció la fuga de Cox a Europa es un emblema del eufemismo:
“No es nuestra intención emitir juicios sobre lo ocurrido en la intimidad de su conciencia. Nuestra actitud será siempre de respeto, sin olvidar el bien que hizo con generosidad. Sólo Dios conoce el corazón del hombre, sus intenciones más personales, y las huellas de sus enfermedades psíquicas y limitaciones (…).Comprendemos y apoyamos la decisión de monseñor Cox de retirarse a una vida de oración. Sabemos que partió de Colombia rumbo a Europa para buscar el lugar más adecuado para este propósito”.
Pero los episodios más graves del cardenal Errázuriz en materia de encubrimiento, ocurrieron en el caso Karadima. En 2003 recibió la carta con la denuncia de una de las víctimas, José Andrés Murillo, pero nada hizo. En 2012 el cardenal declaró a The New York Timesque esa acusación “lamentablemente, no la juzgué creíble”.
En 2004, el cardenal conoció las declaraciones que María Verónica Miranda, esposa de otra víctima de Karadima, James Hamilton, hizo ante el promotor de justicia del arzobispado. Dos años después, en 2006, el propio Hamilton y Juan Carlos Cruz entregaron su testimonio al promotor. Con tres testimonios de víctimas directas –Murillo, Hamilton y Cruz–el cardenal Errázuriz estaba obligado a iniciar una investigación, pero dilató el trámite hasta 2009 y solo sacó a Karadima del cargo de párroco de la iglesia de El Bosque.
Recién en 2010, siete años después de haber recibido la primera denuncia y solo cuando las víctimas dieron su testimonio aInforme Especialde TVN, el cardenal decidió enviar el caso a la Congregación para la Doctrina de la Fe. Durante la investigación penal, Karadima declaró que Errázuriz lo había protegido y que había pagado $500 millones para frenar un libro que acusaba de pedofilia al propio cardenal.
En octubre de 2015, un mes después de que se conocieron los correos electrónicos entre Ezzati y Errázuriz, este último presentó su testimonio en la demanda civil que presentaron las víctimas de Karadima contra él y la iglesia. Entonces testificó que cuando conoció las denuncias les “restó valor”, pues “llegaban sin pruebas” y “era difícil asimilar que personas adultas durante años hubieran sido abusadas sin denunciarlo”.
EFECTOS DE LA “PODA”
La asamblea extraordinaria de obispos que se desarrollará entre este lunes 30 de julio y el viernes 3 de agosto, tendrá como tema prioritario la forma en que la Iglesia Católica chilena debe enfrentar, con las nuevas directrices romanas, las denuncias por abusos sexuales y de conciencia cometidos por clérigos. La reunión se celebra después de las duras señales de Francisco contra los prelados que han encubierto los delitos o denostado a los denunciantes, como lo han hecho Ezzati y Errázuriz.
Esta será la primera asamblea desde que el Papa comenzó a cursar renuncias de obispos, después de que en mayo la conferencia episcopal dimitió en pleno ante el pontífice. Ya no formarán parte de los congregados en la cita los ahora ex obisposGonzalo Duarte (Valparaíso),Cristián Caro(Puerto Montt),Alejandro Goic(Rancagua),Juan Barros (Osorno) yHoracio Valenzuela(Talca). Todos ellos cuestionados por abusos y los dos últimos por la protección que brindaron a Fernando Karadima.
Gonzalo Duarte
La “poda”, como la llaman algunos sacerdotes, debiese fortalecer a los sectores que defienden la tesis de la “tolerancia cero” frente a abusos. Pero la reacción del Papa no ha sido todo lo urgente que esos sectores quisieran. Aún siguen en sus cargos tres obispos formados por Karadima: Andrés Arteaga (auxiliar de Santiago), Tomislav Koljatic (Linares) y Felipe Bacarreza (Los Ángeles). A ellos se suma el obispo de San Felipe, Cristián Contreras Molina, quien ha sido investigado por el Vaticano como autor de abusos.
Sumando a Ezzati a este grupo, debiesen ser al menos diez los obispos que –después de presentar sus renuncias en mayo– queden al margen de la conferencia episcopal. Del Papa Francisco depende ahora la profundidad y efectividad de la “poda”.
Conversamos en el mes de junio de este año con el Pbro. Marcos Buvinic, Párroco de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima en el Barrio 18 de septiembre de la ciudad de Punta Arenas.
Conversando sobre la situación en nuestra Iglesia nos dice:
Lo que está ocurriendo,
bueno, tiene varios capítulos, esto, tiene muchos capítulos, pero, ahora, en lo
que estamos es en la manifestación de una crisis profunda, como el Papa lo dijo
en la carta, la manifestación de una crisis desde una cultura del abuso y el
encubrimiento. Entonces la cuestión es, uno tiene que preguntarse y bueno ¿por
qué eso? ¿qué pasó? Qué pasó que la iglesia llamada a ser servidora
precisamente de la verdad, se transforma en un lugar de encubrimiento y la
iglesia llamada a estar siempre del lado de las víctimas, se transforma en un
lugar donde se producen abusos. O sea, ¿qué pasó aquí?
Y esto no se explica sólo por
una persona, por Fernando Karadima, no se explica solo por eso. Detrás de esto
hay una larga historia. Yo quisiera partir en algo que me tocó a mí vivir
cuando yo era seminarista, año 76/77, estaba yo creo que en tercero de
teología, me faltaba un año para terminar el seminario y llegó a Chile de
Nuncio, Angelo Sodano y él nos dijo, fue al seminario, por supuesto, y
conversando con nosotros, en un momento dijo que la misión que él traía era la
de normalizar la Conferencia Episcopal Chilena. Y, bueno, un compañero mío que no
entendió y dijo, ¿qué significa eso de normalizar?, le preguntó, le dijo ¿de
qué se trata esto? ¿qué quiere decir?
Le dijo, no, ponerla en la
norma, en la norma de lo que la iglesia
quiere y no lo que es ahora. Y esto lo va a hacer el Nuncio que acaba de llegar
a Brasil y yo que acabo de llegar a Chile.
Entonces, detrás de todo
esto ha habido una expresa voluntad de orientar la vida de la iglesia y
orientarla desde la función episcopal, orientarla hacia un cierto perfil de
obispo, muy preocupado de una cierta concepción de la ortodoxia –muy discutible
por cierto- pero preocupados de eso. Muy preocupados de lo ritual, de lo cultual,
de las formas externas, con poco sentido crítico, sin capacidad de
cuestionamiento. Eso y es lo que ha ocurrido, y es lo que ha ocurrido después,
potenciado después por el mismo señor Sodano cuando era Cardenal Secretario de
Estado y que allá también estaba el Cardenal Medina. Entonces, bueno, todos los
nombramientos de los Obispos en Chile fueron en una cierta dirección, un cierto
perfil de obispo y al final, al final esto también, evidentemente, fue pasando a los sacerdotes. Los que eran
más cuestionadores, los que hacían preguntas consideradas “indebidas”,
“políticamente incorrecta”, iban siendo marginados y fue imponiéndose una
cierta preponderancia de las formas externas por sobre el cultivo de una
verdadera espiritualidad evangélica. A mí me llama mucho la atención por ejemplo, a veces cuando escucho armar a un
sacerdote hablar lo poco que se habla del Reino de Dios, lo poco que se predica
sobre el Dios que viene a reinar y que significa eso concretamente en la
historia, porque este era el tema central de la predicación de Jesús, el reino
de Dios y es un tema –me parece a mí- ausente en la predicación de la mayoría
de mis hermanos sacerdotes o de muchos por lo menos, qué significa el Reino de
Dios en la historia y las consecuencias que esto tiene y qué consecuencias
tiene además, para la vida de un ministro de la iglesia y una comunidad
creyente, ser testigos del Reino, en medio de un barrio, de una realidad, etc.
Entonces lo que ahora
vivimos tiene larga historia y una larga historia que no es casual. Y, bueno,
evidentemente situaciones de ese tipo potencian todo esto que el Papa ha
hablado, una psicología de élite, un narcicismo espiritual, un clericalismo,
que el Papa dice son signos de una perversión del ser eclesial. Y en situación
así, evidentemente, se potencian también, la trilogía perversa: dinero, sexo,
poder. Cuando están esos tres juntos ahí pasa cualquier cosa. Y eso lo que
reventó desde Karadima y otros casos y todos los casos que conocemos –que no me
voy a referir aquí ahora-.
Entonces, si tú me dices
bueno, mi visión, mi visión es que estamos pagando las consecuencias, no sólo
de debilidades humanas, no solo de errores, faltas y pecados y delitos de una y
otra persona, sino también las consecuencias de un proceso eclesial que fue
llevado en esta dirección. Entonces, bueno, es un dolor muy grande, percibir,
percibir, que una iglesia en vez de ser un lugar de promoción de la dignidad de
las personas, se generó esto, una cultura de abuso y encubrimiento. Es muy
doloroso eso, es muy doloroso pensando en las victimas y es muy doloroso por la
perversión del ser eclesial que implica, pero también es un dolor esperanzado,
o sea, como no alegrarse de que todas estas situaciones salgan a flote y que la
herida supure y que salga toda la materia pútrida que hay adentro. Como no
alegrarse de eso
Como no alegrarse de que
tantos laicos estén sintiendo una conciencia mucho más responsable de su fe.
Como no alegrarse de que
en medio de todo esto se esté generando una gran corriente de que en la iglesia
todos tenemos que aprender a caminar juntos, como lo que dice el Papa en su
carta, con un aire sinodal, con un estilo sinodal y que eso significa
participación efectiva, deliberativa de los laicos en las decisiones de la
iglesia.
Y porque no pensar
entonces en un gran Sínodo de Chile o en un Concilio Plenario para enfrentemos
las situaciones y enfrentemos las situaciones que hemos vivido y lo que estamos
por vivir, para construir juntos, para caminar juntos, eso quiere decir la
palabra sínodo, pero que sea de verdad, caminar juntos. Que sea un sínodo de
verdad, o sea, con, verdaderamente, opciones deliberativas desde los laicos
también.
Como no alegrarse de que
todo esto, evidentemente, implica un necesario proceso de renovación del modo
de nombramiento de los obispos, sin estos secretismos, no sino, a ver, esta
crisis, una de sus expresiones por la que comenzó fue por el nombramiento de un
obispo impuesto. Toda la tradición católica desde los padres de la iglesia
dice, ningún obispo impuesto, no debe haber nunca un obispo impuesto. Bueno,
pero para eso entonces hay que tener consultas más abiertas. Evidentemente que
la decisión tiene que tomarla siempre el Papa pero que haya consultas más
abiertas y participación de los laicos y de las comunidades, acerca de quiénes
son los que tienen el perfil para ser pastor de ese pueblo concreto.
Entonces es un dolor
esperanzado, te decía Roberto, es un dolor ciertamente y muy grande
Sin
embargo, esta esperanza que tú tienes, pero hay ciertos peligros, ¿cómo se
logra superar todo esto? ¿Cuál es tu visión de cómo superar esto, lo de la
participación?
Si, yo creo que el papa
pone algunas claves muy importantes en su carta. Primero los pastores, dice que
los pastores tenemos que confiar en la unción del Espíritu Santo, que está
sobre todo el Pueblo de Dios. Hay una cuestión de confianza en la acción del
Espíritu Santo y de dejarse conducir por el Espíritu y no pretender adelantarse
al Espíritu, sino que dejarse conducir por él y humildemente seguirlo.
Curiosamente las
Orientaciones Pastorales de la iglesia en este período a nivel de Chile, decían
una iglesia que escucha, que escucha y sirve. Y el problema es que no escucha,
o ha escuchado poco o ha escuchado por un lado nada más. Entonces hay que
ponerse a la escucha, hay que generar, por qué no constituir, por
ejemplo, desde ya, comisiones sinodales diocesanas, en cada diócesis comisiones
sinodales que empiecen a trabajar. Obispos, sacerdotes, religiosas, diáconos,
laicos, empezar a trabajar para ir generando y con carácter deliberativo, me
refiero, ir generando espacios donde todo esto puede desembocar en un proceso
más a nivel nacional, que tendrá que ser, por cierto, convocado por la
Conferencia Episcopal, etc. o por la nueva Conferencia Episcopal, no sabemos cómo
será eso.
Entonces, pero yo creo que
lo principal es esta actitud interior de escuchar al Espíritu y seguirlo. Esto
no es simplemente un trabajo de organización y planificación –que también lo
es- pero antes que la técnica está el amor. Y el amor siempre lleva a escuchar.
Todo parte por escuchar. Precisamente ayer la primera lectura nos recordaba
eso, como el Señor quiere escuchar a su pueblo y también cuando Jesús formula
el mandamiento, el mandamiento dice: Escucha Israel, amarás al Señor tu Dios…
Todo comienza por la escucha y eso tiene que ver con una experiencia
espiritual, de que lo nuevo, la novedad, no brota desde de mi si no que viene
desde fuera. Y esa experiencia espiritual significa estar dispuesto, estar
dispuesto a escuchar, escuchar al Señor, escuchar a su pueblo, escuchar a las personas,
acoger la acción del Espíritu Santo en medio del Pueblo de Dios y de ahí
vendrán muchas tareas de organización, de planificación y todas esas cosas,
pero si no hay esta actitud espiritual es como arar en el agua, que parece que
muchas veces ha ocurrido. Cuántos planes y programas, orientaciones se sacan y
al final son pura chachara, papel, como dicen algunos la “Papelorum Progressio”
Y yo que creí... escribo con dolor, decepción, rabia y desolación...
Llevo meses...cada semana pensaba, ahora sí, por fín! Monseñor tal o cual... se va a atrever, se va a rebelar, va a dar un golpe a la mesa episcopal con valentía, va a poner en su lugar a sus hermanos obispos, va a ponerse del lado de las víctimas y dejar caer a los victimarios... finalmente... publicarán todos los nombres de los denunciados en el contexto eclesial sin pensar en el control de daños...nada.... Ni un justo!!!..no ha habido ni un justo!!! Sólo cobardes y mentirosos... sólo encubridores.
Los casos ocultos han terminado de brotar como callampas develando finalmente lo que primaba en el corazón y la mente de los obispos, superiores y otras autoridades eclesiásticas... su firma se borra con miga de pan...qué decir sus palabras, hipócritas arrepentimientos y promesas de hacer las cosas mejor...Documentos y cartas del Papa, Protocolos y Líneas Guía que valen 0...nada... no asimilaron nada ... y hablan de redactar otro Protocolo!!!! Para ellos las víctimas no existen y si las víctimas no existen...menos la feligresía; somos una masa informe, no pensante, cooptable y manipulable!
En Santiago, el actuar de la jerarquía en el último caso del ex Canciller Oscar Muñoz es muestra de la más abrumadora negligencia criminal.
Según los antecedentes publicados ...el 2 de febrero...autodenuncia ...luego, inicio de la investigación - previa que busca comprobar la verosimilitud de lo denunciado y la existencia de menores de edad afectados - ante el resultado positivo se procede el envío a la Congregación para la Doctrina de la Fe; entre tanto...hubo medidas cautelares? al parecer no...el autodenunciado estaba con problemas familiares y/o personales - según lo informado por el Obispo Auxiliar, Vicario para el Clero y de la Zona Oeste, Galo Fernández a los feligreses de la Parroquia... mintió; el clérigo estaba en casa de su madre, con plena libertad de entrar y salir, comunicarse o reunirse con quién quisiera, incluso con víctimas u otras personas vulnerables... Luego del 31 de enero había antecedentes suficientes para dar a conocer la situación a la Comunidad pero, no fué así... las respuestas nuevamente ambiguas y el secreto como siempre en ambientes eclesiásticos... a voces. Finalmente, el 24 de mayo, se comunica la situación del P. Muñoz.
Resumiendo,,, entre el 2 y el 31 de enero se investiga a un abusador confeso... entre el 31 de enero y el 24 de mayo... hay un abusador/pedófilo confeso, con plena libertad para actuar impunemente pudiendo apremiar o atentar contra alguna víctima.. o, contra su propia vida... Nada más y nada menos que el Canciller,,, conocedor desde el año 2003 al revés y al derecho el Archivo de la Curia...con todas sus sombras por decirlo eclesiásticamente, porque las luces son dudosas, para estos efectos. Y los abusos y faltas de todo tipo cometidos que no son civiles y sí son religiosos?
Autodenuncia... o negociación?
Según los Obispos....la Iglesia no está obligada a denunciar; perdón?... la Iglesia no es una persona, la Iglesia es una institución; la Iglesia tiene Obispos y autoridades como superiores y superioras provinciales y locales...no estaban obligados a denunciar; perdón?... no estaban impedidos de denunciar... Hablamos de pastores, autoridades morales referentes de la conducta, dictando cátedra de todo y en todo, inmiscuyéndose permanentemente en la moral de los creyentes, en la forma de discernir y ejercer su libertad.... y estos individuos no eran capaces de discernir entre el bien y el mal y denunciar que los errores eran delitos? Prefirieron resguardarse, escudándose en eufemismos como el cuidado de la identidad de las víctimas, el sigilo de la investigación... en circunstancias de que todo eso se puede mantener a buen recaudo, cuando la intención es proba.
Los últimos días, gravísimos antecedentes en Concepción... y aparece el Card. Ezzati...y el Obispo Chomali... otra guinda para la torta... Y aparece El Cardenal Errázuriz - ¡todavía asesor del Papa! - impresionado por la doble vida del ex Canciller... y la doble vida del Obispo Cox , de Karadima, de tantos otros infelices tapados...no le produjo nada? ... Y aparece el Obispo González,,, en desacuerdo con transparentar el informe de Mons Scicluna...? es para resguardar a quién??... a víctimas o a victimarios? ahora le preocupan las víctimas? El Papa bien podría omitir la identidad de los primeros y entregar la de los delincuentes que espero, estén siendo ya investigados o sancionados...
Pues bien, por si Mons. González u otro colega no se dieron cuenta todavía, por cada denuncia tapada a la feligresía y a la sociedad entera, por cada delincuente no publicado, gracias al permanente encubrimiento, negligencia e inhumanidad de los Obispos y autoridades religiosas, hoy varios tribunales tienen en sus oficinas carpetas de casos, con los nombres de los delincuentes y de las víctimas...no es necesario ser doctorado en nada para aventurar que vendrán más incautaciones de documentación, gracias al actuar egoísta y miserable de Autoridades Eclesiásticas competentes. Decenas de víctimas...corren hoy el riesgo de ver expuestas sus identidades y recibir el golpe final que los deje para siempre heridos de muerte en su dignidad y en su Fe.
Si alguien tiene acceso o contacto con los fiscales a cargo de estas causas,,, por favor ruéguele que resguarde a las víctimas, ellas no merecen sino cuidado y seguridad, ya han tenido demasiado en esta vida.
No ha sido el Demonio, la Prensa, los resentidos de la Iglesia, ni los Mormones, Masones o Musulmanes... a esto llevaron finalmente los "hermanos en el Episcopado" y otras autoridades religiosas a la Iglesia chilena.
Puerto Montt, julio 19 del Año del Señor 2018
Pauline Costadoat
Si algún consagrado se enoja me importa nada, no pierda tiempo conmigo... si me va a negar la absolución, no tengo nada que perder porque no me confieso (el Sacramento de la Confesión es el principio de la impunidad) si me va a negar la Comunión, ya no comulgo...lo haré como millones de personas creyentes separados a los que se la han negado y que han tenido que recibir a Cristo en el corazón (total qué seguridad tengo de recibir la Eucaristía si quién la consagró puede vivir en pecado mortal..y ser un delincuente o encubridor? bueno... quizás se confesó y puede seguir ejerciendo libre e impunemente) ; no me interesa ganarme el Cielo, lo veo estrellado todas las noches y me basta.
Agregó que quedó decepcionado ya que relativizaba acusaciones además de conocerse que él era uno más de los malos elementos dentro de la Iglesia.
Juan carlos Cruz, uno de los denunciantes de los abusos de Fernando Karadima, dialogó con Fernando paulsen en una nueva edición de Última Mirada sobre los acontecimiento dentro de la iglesia chilena y la carta que se conoció del obispo Goic dirigida al cardenal Ezzati el año 2013 criticando el actuar que se había mostrado en aquel entonces.
Respecto a la gran cantidad de denuncias y judicialización de los casos, Cruz expuso como uno de los iniciadores de esto, que “estoy contento. Esto empieza a dar un poco de paz porque ya no somos los únicos. Hay muchos más valientes que están hablando y el Ministerio Público se puso las pilas”.
Respecto al arzobispo de Santiago Ricardo Ezzati y el estar imputado como posible encubridor, agregó que puede quedarle poco en su función eclesiástica, “pero empieza la misión de lidiar con la Justicia”.
“Es importante que el papa haya hablado de una cultura del encubrimiento. Eso significa que tomó el peso del problema y su magnitud. Pero no creo que si el fiscal solicita el informe Scicluna se lo entreguen, en eso el Vaticano es hermético”, agregó Cruz.
También tuvo palabras para la carta de Alejandro Goic a Ezzati y los dichos que solo era un borrador y la decepción que se llevó de él, ya que lo consideraba “uno de los mejores o el menos malo”.
Por último, sostuvo que cree en todo lo que ha dicho y hecho Francisco considerando todo lo que ya ocurrió y seguirá pasando tanto dentro de la Iglesia como fuera de ella a nivel de la Justicia. “Abrió una puerta o una grieta y el muro en algún momento va a caer”.
El cardenal presidente de la Pontificia Comisión para la Tutela de los Menores promete mayor transparencia en los procedimientos que involucran a obispos y cardenales
Examinar rápidamente las acusaciones en contra del cardenal Theodore McCarrick, verificar que las políticas de la Iglesia sean adecuadas y que sean más claras cuando las denuncias involucran a obispos y cardenales: «Estos y otros casos requieren más que disculpas». El cardenal Sean O’Malley, arzobispo de Boston y presidente de la Pontíficia Comisión para la Tutela de los Menores (además de miembro del llamado “C9”), se refirió en una nota a las denuncias de abusos sexuales contra menores y de comportamientos sexuales inapropiados con adultos en contra el arzobispo emérito de Washington. Subrayó en ella que «cada noticia nueva sobre un abuso sexual del clero en cualquier nivel crea dudas en la mente de muchos que estamos afrontando efectivamente esta catástrofe en la Iglesia». También insistió en la necesidad de «garantizar la justicia a las víctimas y responder adecuadamente a la legítima indignación de la comunidad», además de prometer que presentará las cuestiones que el caso McCarrick está desatando en los Estados Unidos a la próxima reunión en el Vaticano de la Comisión que preside.
«Estoy profundamente sacudido por estas noticias que han traumatizado a muchos católicos y personas de la sociedad», afirmó el cardenal O’Malley. «En un caso que involucraba a un menor de edad en la arquidiócesis de Nueva York, después de una investigación, se verificó que las acusaciones tenían fundamento y que eran creíbles. En relación con otra acusación, que también toca a un menor, todavía hay que seguir indagando. Las noticias son devastadoras para las víctimas, sus familiares y para la misma Iglesia. Cada noticia nueva de un abuso sexual por parte del clero en cualquier nivel crea dudas en la mente de muchos que estamos afrontando efectivamente esta catástrofe en la Iglesia».
«Estos y otros casos requieren más que disculpas», escribió el purpurado estadounidense. Hacen que surja la cuestión de que, cuando se denuncian casos en los que están involucrados obispos o cardenales, todavía existe una grave laguna en la política de la Iglesia sobre la conducta sexual y sobre el abuso sexual. Mientras la Iglesia en los Estados Unidos ha adoptado una política de “tolerancia cero” en relación con los abusos sexuales perpetrados por un religioso en contra de menores, debemos tener procedimientos claros para los casos que involucran a obispos. Se necesitan protocolos transparentes y coherentes para garantizar la justicia a las víctimas y responder adecuadamente a la legítima indignación de la comunidad. La Iglesia necesita una política fuerte y global para afrontar la violación del voto de celibato por parte de obispos en los casos de abuso criminal de menores y en los casos que involucran también a adultos».
«Mi experiencia en diferentes diócesis y mi trabajo con los miembros de la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores me han llevado a esta conclusión», afirmó el arzobispo de Boston. «La Iglesia necesita actuar con rapidez y con decisión en estas materias de importancia crítica. En cualquier instancia de denuncia de una víctima de abuso, trátese de violaciones criminales o de abuso de poder, la primera preocupación debe ser por la víctima, su familia y sus seres queridos. Las víctimas deben ser elogiadas por haber sacado a la luz su experiencia trágica y deben ser tratadas con respeto y dignidad. Artículos de periódicos –precisó O’Malley– también han referido que me fue enviada una carta de parte del padre Boniface Ramsey en junio de 2015, que no recibí personalmente. En línea con la praxis para las cuestiones relacionadas con la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores, el personal tomó en consideración la carta y estableció que las cuestiones presentadas no tenían que ver con la competencia de la Comisión o de la Arquidiócesis de Boston, decisión compartida con el padre Ramsey en la respuesta».
«Estas acusaciones –continúa el presidente de la Comisión vaticana– son comprensiblemente fuente de gran desilusión y rabia para muchos. Estos casos, que involucran a un cardenal, deben ser considerados a la luz de las últimas dos décadas de experiencia en la Iglesia con los casos de abuso sexual del clero. Estoy convencido de que, en este punto, son necesarias tres acciones. Primero: una evaluación rápida y correcta de las acusaciones; segundo: verificar que se adecúen nuestros estándares y nuestras políticas en la Iglesia en todos los niveles, especialmente en los casos de obispos; y tercero: comunicar de la manera más clara a los fieles católicos y a todas las víctimas el proceso para sacar adelante las denuncias en contra de obispos o cardenales. No tomar estas iniciativas amenazará y pondrá en peligro la ya debilitada autoridad moral de la Iglesia y puede destruir la confianza exigida a la Iglesia para guiar a los católicos y tener un papel significativo en la más amplia sociedad. En este momento no hay imperativo mayor para la Iglesia que saber responder responsablemente en estas materias, que –concluyó O’Malley– llevaré con urgencia y preocupación a mi próximo encuentro con la Santa Sede».
Jacopo Scaramuzzi Ciudad del vaticano Vatican Insider
El ministro Lamberto Cisternas señaló además en Tele13 Radio que
hay un "antes y un después" en el Poder Judicial tras las denuncias de acoso sexual y la implementación de protocolos.
El vocero de la Corte Suprema, Lamberto Cisternas, señaló esta mañana en Tele13 Radio que El Vaticano no tiene obligación de entregar el informe Scicluna, que realizó tras visitar el país e investigar las denuncias de abusos sexuales por parte de sacerdotes y que podría se requerido por la Fiscalía que indaga los casos.
Al respecto, el ministro del máximo tribunal indicó que la situación es compleja y que debe darse por la vía de la colaboración.
"Le estamos pidiendo al Estado (Vaticano) que entregue una documentacion que puede tener como reservada y confidencial, no es equivalente (a una extradición), ciertamente que es complejo, por eso se opta por vías de colaboración y si El Vaticano tiene presente que debe proteger a las víctimas, deberá llegarse a un acuerdo de qué partes del informe pueden entregarse, pero por la vía de la colaboración, no supongo que alguien quiera allanar El Vaticano", indicó Cisternas.
"Un antes y un después"
El ministro además se refirió a los casos de abusos sexuales que fueron denunciados al interior del Poder Judicial y que dieron pie a un reportaje de T13, asegurando que esos casos son anteriores a los protocolos que se crearon para evitar que se produzcan estas situaciones.
"Ese protocolo se acaba de promulgar hace un par de meses, en paralelo coincidió con un auto acordado para establecer las faltas en el Poder judicial, podemos decir que hay un antes y un después, esos dos casos del reportaje son de antes. La idea es que se mejore el sistema, el procedimiento, que seamos rápidos y efectivamente se genere una consciencia de respeto en este ámbito", puntualizó el vocero de la Corte Suprema.