Saturday, December 14, 2013

El papa en una encrucijada con las mujeres


Voy a traducir un artículo de Joan Chittister que ha aparecido en el National Catholic Reporter pues creo tiene interés. Dice así
            “El filósofo jesuita del siglo XX, Pierre Teilhard de Chardin escribió que “la única tarea que merece nuestros esfuerzos es la construcción del futuro”. Mi preocupación actual es la manera de construir un nuevo futuro para las mujeres alrededor del mundo a través de la catolicidad de la Iglesia.
            En el siglo VI el filósofo Boecio nos recordó que cada época que muere es el nacimiento de una nueva y Woody Allen quince siglos más tarde  comentó que “no tengo miedo de morir. Sólo quiero estar presente cuando ocurra”. Ambos mensajes son claros: el primero supone que la continuidad tiene su fin y el segundo que es necesario afrontar los problemas de un futuro pues llega con nosotros o sin nosotros y  aunque no nos guste. Y lo digo porque estamos en una encrucijada en este momento en el que la historia ha descubierto a las mujeres.
Varones y mujeres inteligentes comprenden que el feminismo no trata de mujeres, ni es feminismo vs machismo, ni que las mujeres quieran actuar como los varones. El feminismo trata de que todos los seres humanos puedan convertirse en adultos activos, que puedan actuar en todos los niveles de la sociedad, participar en la toma de decisiones que afecten a sus vidas, ser financieramente independientes, estén seguros en la calle y en sus hogares, que tengan voz en las cortes y los cuerpos constitucionales del mundo, en suma, que tengan los mismos derechos civiles todos los seres humanos.
Trata de que se hagan visibles las agendas, las intuiciones y la sabiduría de la mitad de la raza humana. Trata de asumir sus ideas y planes con seriedad. ¡ No! Me corrijo: es reconocer la teología de la creación con seriedad. Es, en otras palabras, la proclamación de la emancipación de las mujeres  en este siglo y, dado que ya modeló la idea Jesucristo hace 2000 años, no se puede decir que estamos empujando las cosas con prisa.
El papa Francisco es sensible a esta materia, ha pedido que se lance un estudio sobre las mujeres, y el simple hecho de que son palabras que nos llegan de Roma es un terremoto tan fuerte, como la creencia de que Roma va hacer algo serio el respecto.
Tres temas en particular nos darán la medida de la autenticidad, moralidad, y la respuesta de la Iglesia a las mujeres. Son la maternidad, los agentes humanos y la pobreza que marcarán la forma que se nos mirará en los años próximos. Sorprende que el papel de la mujer en la Iglesia y la sociedad no esté en ninguna de las 39 cuestiones que el Vaticano ha remitido a los obispos en octubre para conocer ampliamente a las familias ¿Considera importante el papel y los derechos de las mujeres dentro de la familia el documento?
Por otro lado la declaración sobre las mujeres que hizo el papa en la reunión con la sección femenina del laicado en Roma se concentró sobre todo en la maternidad, una labor que ocupa a lo sumo 20 años de la vida de una mujer. Hoy la mayoría de las mujeres modernas viven entre 35 y 40 años después que su último hijo haya abandonado el hogar. A partir de ese momento ¿Cuál es su papel? ¿Es la maternidad su único valor, su única definición? ¿Qué hacen las mujeres con sus talentos, sus intuiciones, sus dones que se nos ha dicho son para el bien del mundo?
¿No pierde mucho el mundo sin esa experiencia, inteligencia y sabiduría? ¿si de las mujeres no se espera que contribuyan a su formación? Sin la colaboración femenina, la humanidad mira solo por un ojo, escucha con un oído y piensa con la mitad del cerebro humano. El hecho de leer los periódicos muestra esta carencia. ¿Por qué una mujer es definida por la maternidad, aunque no sea madre, mientras que un varón se define por su trabajo, su genio, su liderazgo, su heroísmo?
El papa en su famosa entrevista en el periódico jesuita la Civilta Catholica,  que se conoció en el mundo entero, dijo: “tenemos que trabajar más para desarrollar una teología profunda de la mujer. Solo haciendo este trabajo podremos reflejar mejor su función en el seno de la Iglesia. La idea es buena pero ¿quién hará el estudio? Los mismos varones clericales y patriarcales que lo han estado haciendo desde hace 2000 años cuando los Padres de la Iglesia dijeron que “las mujeres teníamos la misma maldad que dragones y serpientes” entre otras cosas. O cuando Santo Tomás de Aquino definió nuestra concepción como la de “varones fallados”. Mientras que los teólogos medievales declararon que nuestra naturaleza era de por si subordinada, y secundaria en el orden de la creación, además de ser más emotivas que racionales.Incluso hoy un documento vaticano dice que “hay formas de feminismo que son hostiles a la Iglesia lo que nos debe preocupar” pero nunca se pronuncia contra un chauvinismo masculino o sobre las estructuras patriarcales pues no parece que le preocupan.
La Iglesia nunca trata a las mujeres como adultos independientes y menos aún como discípulos bautizados de Cristo. Y eso a pesar de siglos de diaconisas, de mujeres santas y de cientos de mujeres religiosas que construyeron la mayor parte de los servicios sociales de la Iglesia.
¿Sobre qué antropología teológica y científica construirán unas ideas que sean válidas para hoy? ¿Qué escritoras, investigadoras, filósofas, científicas, teólogas, canonistas, varones y mujeres, harán este estudio teológico? ¿Será una vez más “los varones hacen esto y las mujeres esto otro”, una antropología dual que ve a las mujeres centradas en el cuidado y a los varones en la construcción del mundo, una antropología que niega nuestra común humanidad, nuestra unión básica? Y eso a pesar de nuestras Dorothy Day, Raissa Maritain, Rosemary Haugthons que fueron líderes nacionales y teólogas. Si fuera así ¿qué podemos hacer para salvar al mundo de esta división?
El hecho es que la religión, todas las religiones, se han utilizado para justificar la opresión, la subordinación, la invisibilidad de las mujeres siglo, tras siglo. La religión, desde Jesús, tiene un historial del que arrepentirse en lo que concierne a las mujeres, el catolicismo y el cristianismo entre ellas. El resultado de este pasado “religioso” como podemos llamarlo y que ha publicado el Fondo de las Naciones Unidas para las mujeres es que dos tercios de los analfabetos, de los hambrientos y de los pobres entre los más pobres son mujeres. Aquí y ahora. Y no parece un accidente sino una decisión de alguien que ha considerado que las mujeres necesitan menos, merecen menos y valen menos que los varones. Y todo esto en nombre de Dios aunque Dios sea el único feminista de la sala.
El papa Francisco se ha ganado el corazón del mundo por su humildad, sencillez y pastoral, por mostrar el rostro de la compasión de la Iglesia, por ser  un hombre de los pobres como Jesús. Pero no se puede decir que se está con los pobres  y  con Jesús y no hacer nada, nada, nada por la igualdad de las mujeres. Arreglar el clasismo no resuelve los problemas del sexismo. Por eso cuando la LCWR se dedica, como han hecho en el pasado, a que las mujeres hagan lo que quiere el evangelio y que es bueno para la Iglesia,  se dice que es “feminismo radical” y se las investiga por herejía.
La plena humanidad de las mujeres, una antropología humana y los esfuerzos por erradicar la pobreza están entre los temas que medirán a este papado y a la Iglesia, en la medida que se avanza desde una época que muere a la nueva que llega. De no moverse, cuando llegue la muerte estaremos todos presentes en su defunción.
En 1998 Juan Pablo II instruyó a los obispos de Michigan y Ohio en sus visitas ad liminadiciendo: “El genio de las mujeres se debe convertir en una fuerza vital para la Iglesia del próximo milenio, como sucedió en las primeras comunidades de los discípulos de Cristo”. Pero la verdad es que las mujeres continúan preguntándose: si no sucede ahora, 15 años después de esta declaración ¿Cuándo?”
Isabel Gómez Acebo
Cajón de Ilusiones
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