Sunday, July 27, 2014

EL MONJE QUE VENDIÓ SU FERRARI por Vicente Martínez



"He visto que el éxito externo no significa nada, a no ser que tengas éxito interno" (Robin S. Sharma)
27 de julio, domingo XVII de TO
Mt 13, 44-52.
El reinado de Dios se parece a un mercader en busca de perlas finas: al descubrir una de gran valor, va, vende todas sus posesiones y la compra.
De acuerdo con los textos litúrgicos del día, en la vida existe unajerarquía de valores que, por supuesto, deben ser priorizados por el Tener y no por el Ser. Para el rey Salomón, lo importante es la sabiduría para gobernar a su pueblo (1Re 3, 9). Para Jesús es el Reino de Dios por el que se sacrifica todo (Mt 13, 44). Para Pablo es el plan salvífico de Dios que escoge, justifica y glorifica (Rom 8, 30).
Incuestionablemente es importante lo que los textos nos dicen. ¿Pero no lo dejan claro estas otras palabras ¿Qué le aprovecha al hombre ganar todo el mundo a costa de su vida? (Mt 16, 26) igualmente atribuidas a Jesús? Pues parece que no, porque la mayoría de los mortales terminamos exclamando con Barak, el Tintorero de la mujer sin sombra de Richard Strauss: "Me están pasando cosas que no logro comprender".
La tarea es de responsabilidad muy personal, aunque de trascendencia comunitaria. Como nos dice Charo Rodríguez en su breve poema La luz de la niebla:
"Sólo el Dios encontrado,
ningún Dios enseñado puede ser verdadero,
ningún Dios enseñado.
Sólo el Dios encontrado
puede ser verdadero".
Carl Jung, citado por Robin S. Sharma en El monje que vendió su Ferrari, escribió que "No hay nada noble en ser superior a otra persona. La verdadera nobleza radica en ser superior a tu antiguo yo".
Es lo que hizo El monje que vendió su Ferrari, cuando un día se dijo: "Si de veras quieres mejorar tu vida exterior primero debes mejorar tu vida interior". Y para hacerlo, siguió el sabio consejo de Carl Jung: «la visión sólo llega a ser clara cuando uno puede mirarse el corazón. El que mira hacia afuera, sueña; el que mira hacia dentro, despierta».
Dos mil años de Nuevo Testamento, con sus páginas de papel macilento entre mis manos. Y mi corazón inquieto..., ¡¡buscando mejorar tanto vacío!! Pero la palidez desciende efusiva sobre mis manos a modo de sudario renuente. ¿No será el mío desatinado atrevimiento?
Un despertar que, en palabras de Robin S. Sharma, autor de la obra, ha visto que "el éxito externo no significa nada, a no ser que tengas éxito interno". Eso han hecho finalmente de su vida todos los místicos. Y ese es nuestro amanecer con la mirada puesta en el corazón y hacia dentro. Gesto fraternal y generoso con el que propiciaríamos el amanecer de los demás.
Los versos que Mozart escribió para el Coro de la Flauta Mágica en el Acto Primero de su obra pueden considerarse también un gesto fraternal y generoso:
Oh, una flauta como ésta vale más
que todo el oro y todas las coronas,
pues con ella se incrementa
la dicha y felicidad de los hombres.

Monjes o no ¿a qué esperamos para vender nuestros Ferraris?

EN BUSCA DE DIOS (Fragmento)

¡Quiero buscarte!
Quiero encontrarte dando vida
a la naturaleza que tú has creado;
en la transparencia del horizonte lejano,
desde un cerro,
y en la profundidad de un bosque que protege con sus hojas
los latidos escondidos de todos sus inquilinos.
¡Necesito sentirte alrededor!

¡Necesito sentirte dentro!
Quiero encontrarte en el rostro
de todos los hombres,
en la convivencia con mis hermanos:
en la necesidad del pobre
y en el amor de mis amigos;
en la sonrisa de un niño
y en el ruido de la muchedumbre
¡Tengo que verte!

Quiero encontrarte en la pobreza de mi ser,
en las capacidades que me has dado,
en los deseos y sentimientos que fluyen en mí,
en mi trabajo y mi descanso
y, un día, en la debilidad de mi vida,
cuando me acerque a las puertas del encuentro
cara a cara contigo.
Teilhard de Chardin

Vicente Martínez
Fe Adulta

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