Wednesday, November 25, 2015

Paris, Qué decir o La necesidad de no responder desde las vísceras por Pedro Pablo Achondo ss.cc


Lo que sucedió el pasado viernes en Paris es muy diferente a lo que recordamos del atentado en enero contra los periodistas de Charlie Hebdo. Si bien creo que nunca un evento así tiene comparación, cada uno debe ser reflexionado y visto en su particularidad; lo del viernes escapa a antiguos análisis. Aquí no hay objetivos religiosos, ni represalias a algo concreto o alguien; como una especie de “ajuste de cuentas”, despreciable por lo demás. Aquí lo que se vivió y sufrió fue una matanza, sin más. Una masacre, una brutalidad. El objetivo era causar temor, horror, miedo, angustia, inseguridad. Si bien podemos hacer lecturas múltiples, algunas verdaderas y otras que requieren ser matizadas; lo que me toca más fuerte es la violencia en la que vivimos. Me gustaría salir, en esta breve reflexión, de las razones o las causas (repito, muchas comprensibles y a las cuales de todas maneras hay que entrar, y donde todos sabemos están involucrados intereses políticos, económicos, energéticos e ideológicos; ¡mucho más que ideas religiosas! ¿Acaso hay que argumentar que como otras veces la religión aquí es utilizada como canal de una ideología? ¿Acaso hay que verificar que el Islam no es la causa, sino el canal (hoy, otrora hubo otros); y no todo Islam, sino una lectura del mismo?). En estas pocas líneas quisiera llamar la atención sobre el nivel de violencia actual. Ni las políticas de seguridad en casa, ni las represalias armadas en Medio Oriente –detestables por lo demás; nos han llevado a ninguna parte.
Aquí se trata de reflexionar lo humano a fondo. Si hay una conversación pendiente es una discusión ética, sobre el valor de la vida humana, sobre el respeto al Otro, sobre la compasión, la hospitalidad, la justica… Se trata de detener la máquina de la rutina (y su adagio “hay que seguir viviendo”) como si esto fuera parte de la vida. Pues bien, no lo es. Ni en Paris, ni en Siria, ni en Kenia, ni en Palestina, ni en USA, ni en el sur de Chile. No lo es. La violencia brutal, la matanza de inocentes y la barbarie no es parte de la vida. Y si alguien lo piensa, casi como el costo que hay que pagar o como lo que la historia siempre nos ha mostrado, pues está muy equivocado. Eso no es vida y “esa vida” no es la que el ser humano desea y se merece. Este acontecimiento doloroso y terrible debe conducirnos a una profunda reflexión sobre el con-vivir, sobre el sentido del dialogo, sobre la difícil fraternidad; debe permitirnos conversar y cuestionar nuestro modus vivendien todos sus niveles: eclesial, familiar, educacional, político, internacional, democrático, social, poblacional, barrial… Yo espero que nos dejemos tocar, en nuestras fibras más íntimas, aquellas “humanas” para seguir trabajando en esa sociedad que sí deseamos. No esa en que unos pocos deciden (con qué criterios!! Con qué perspectivas!! Con qué ideas!!) eliminar seres humanos, destruir el medio ambiente, intervenir la naturaleza, excluir pueblos, clasificar personas, ocultar a los pobres, matar inocentes. Yo no sé qué decir, ¿quién puede? Es momento de conversar, reflexionar, meditar. Algunos sabrán sacar lo mejor de sí mismos frente a la catástrofe, algunos lo han estado haciendo durante toda la vida. Es tiempo de sumarse, desde lo cotidiano y sencillo, desde lo ordinario y personal, a la esperanza, a la confianza en el otro, a esos gestos de humanidad que nos permiten seguir creyendo y esperando. Hace poco leí una frase de un historiador judío que decía: “A fin de cuentas, siempre nacemos en la época equivocada” (Joseph Yerushalmi). Sí, pero siempre podemos dejarla un poco mejor. Hoy parece que la estamos empeorando. Un basta se nos impone, y cada vez con más fuerza. ¿Es que no es posible detener esta irracionalidad? (irracionalidad de occidente y sus políticas internacionales y militares, irracionalidad de oriente y su pretensión violenta de un Estado Islámico, salvaguardando todas las excepciones) ¿Vamos a tomarnos en serio el tiempo que vivimos? ¿Vamos a ceder o no, para dejar que el otro diferente nos ayude a ser mas humanos? ¿Vamos a parar de pensar en el dinero, en el crecimiento sin más, en un progreso que nos lleva a la barbarie “de nuevo”, en locuras tecnológicas que opacan el arte, la cultura, la belleza, lo nuevo, lo otro? El espiral de la violencia brutal es una patología de nuestras sociedades y mientras sigamos viviendo como si nada pasara, lo único que seguirá fortaleciéndose es la violencia misma. Vivimos tiempos en los cuales la creatividad y la innovación se elevan como grandes valores; pues ¡usémoslos! Hay mil maneras de combatir el odio y la barbarie sin entrar en el círculo infernal. Los ciudadanos de a pie esperamos una respuesta real de parte de las autoridades, no un contraataque, no una guerra; tampoco una especie de hipervigilancia contradictoria que atenta contra la libertad y el espacio personal de todo ciudadano, sea quien sea, venga de donde venga. La situación es difícil. Conclusiones y acciones ingenuas –aunque benévolas- no son suficientes. La esperanza, envers et contre tout, de encontrar caminos no violentos que detengan la masacre, el temor, el terrorismo; sigue viva. El tiempo apremia. Las víctimas claman, llaman, piden y nos exigen una palabra, un gesto, una compañía. Surgen muchas preguntas respecto a esta situación mundial. Nos escandalizan los silencios cómplices de los “Estados democráticos” y del mundo musulmán. Una declaración pública afirmando el horror de actos “blasfemos” no es suficiente. Cabe una revisión, una re-educación religiosa y política. Mientras tanto la máquina del mundo continúa, la venta de armas (y aquí me parece haber uno de los temas ¡más complejos y obscuros! ¿Quién fabrica las armas? ¿A quién se las venden? ¿De qué manera? ¿Quién se beneficia con todo esto? Un filósofo español dice que “hemos llegado a un punto en el que no se hacen armas para usar en la guerra, sino que se hacen guerras para consumir las armas” *Manuel Reyes-Mate) y la compra de petróleo continúan; las radicalizaciones políticas se fortalecen, la militarización de las zonas peligrosas, la industria del cine contra el eje-del-mal y los drones, continúan…

Pedro Pablo Achondo ss.cc.
Reflexiones itinerantes

SS.CC. CHILE

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