Wednesday, July 15, 2015

El ideólogo secreto del país que viene por Roberto Alifano


"Bergoglio recomendó la libertad intelectual y de prensa"


"Se formó con una serie de pensadores socialcristianos punzantes"


(Roberto Alifano).- Alguien que nunca se propuso el tono épico, nos referimos al máximo representante de la novela realista, Honoré de Balzac, escribió que "la policía y los jesuitas tienen la virtud de no abandonar jamás a sus enemigos -y agregaba con tono irónico-, tampoco a sus amigos". De manera lúcida, el perspicaz Balzac ahondó en la psicología, no maculada entonces por Freud, de cada personaje creado por su imaginación, y nada le costó indagar sobre la sociedad y las instituciones de su época.
Todos los libros de Balzac son de lectura hedónica y la abundancia en la descripción histórica es acaso lo más ilustrativo del siglo diecinueve. Como Quevedo, como Voltaire, como el papa Francisco, Balzac fue formado por jesuitas a los que conocía desde adentro.
La celebrada visita del sumo Pontífice por la región y su mano invisible para diseñar los futuros formatos políticos que asumirá el Continente confirman el famoso aforismo de Balzac. Bergoglio es propenso a abrazar los populismos latinoamericanos, y esta certeza empírica provoca alegrías en ciertos gobiernos oficialistas y contrariedades en los opositores.
Quizá las dos miradas son parejamente superficiales. Mientras elogia el asistencialismo populista, Bergoglio es capaz también de reclamar bajo las narices de Correa y de Evo Morales que se terminen los personalismos y los liderazgos únicos, y recomendar la libertad para los medios de prensa, las ONG y los intelectuales.
Propicia el deshielo con la Cuba de los Castro, pero -con un gesto- le demuestra al presidente boliviano que la hoz y el martillo no le caen en gracia. Y eso lo hace el mismo día en que carga duramente contra el capitalismo internacional y la dictadura del dinero.Cuesta entender todavía que no se trata de un zigzag demagógico, sino de una ideología que viene de fábrica ya que Bergoglio es preperonista; de eso no quedan dudas.
Se formó con las encíclicas sociales de León XIII y con una serie de punzantes pensadores socialcristianos. Y luego creyó ver astillas de esos mismos ideales en el menos hipotético que carismático Perón del regreso a la Argentina en la década del ‘70, aquel león herbívoro que venía a abrazarse con sus contrincantes y que sería succionado por sus propios monstruos de ultraizquierda y ultraderecha y, luego, por los achaques mortales de la edad.
La tercera posición del líder, el centrismo popular, con su consabido: ni yanquis ni marxistas, como él lo ha confesado, llegaron a deslumbrarlo en esos años juveniles. Ahora, ya instalado en estos tiempos, para Francisco el populismo no es un objetivo, sino apenas un punto de partida. Un método de emergencia que han encontrado las sociedades ante situaciones límites, pero que debe ser vigilado para que después no se cristalice y derive en autocracias y dictaduras mal disimuladas y corruptas. Sobre todo "corruptas".
El modelo argentino
Los teólogos afirman que la conservación del universo es una continua creación de la mente divina. Quizá nuestra común tarea es salvar esas otras dos creaciones, la cultura y la educación siempre descuidadas y amenazadas por los poderes de turno. No sé si ambas cosas pueden salvarnos, pero no conozco nada mejor.
Siempre, para resolver un problema es necesario en primer término conocerlo. Los países son un problema, ya que el presente también lo es; sobre todo porque comporta un desafío, ya que el día más joven está perpetuamente sucediendo. Creo, sin embargo, que tenemos algún derecho a la esperanza y a pesar de las agoreras predicciones de nuestro amigo Mario Vargas Llosa, no se debe olvidar que del más despoblado y perdido de los territorios del poder español, hicimos la primera de las repúblicas latinoamericanas.
Con nuestro crisol de razas, predominantemente italianas y españolas, derrotamos al invasor inglés, al castellano, al brasileño, al paraguayo, al indio y al gaucho, que luego elevaríamos a mito y llegamos a ser un continente de superficiales y fatuas aristocracias y de multitudes indígenas, y hoy orientales o africanas.
Somos así un honesto país de clase media y sangre bien europea. Carecemos, o casi carecemos de la fascinación del mediocre color local, propicio al turismo. Dimos al mundo el Modernismo, merced a que Rubén Darío desembarcó en estas costas rioplatenses y nos basta pronunciar los nombres de Sarmiento, de Lugones o de Borges para mostrar que somos renovadores de la prosa y la poesía en el Planeta.
Individualmente el argentino no es inferior a nadie y sobresale en cualquier sitio del mundo; pero, melancólicamente, cuando nos unimos más de cinco terminamos conformando cinco internas contrapuestas. El escritor Jorge Fernández Díaz, conjetura apoyado en conceptos del jesuita argentino, Rodrigo Zarazaga, "cura trajinador de la pobreza y los conurbanos, con posgrados en Harvard y en Berkeley", que la Argentina necesita una síntesis entre dos variables: justicia social e institucionalismo.
Insinúa que la primera sin la segunda es ineficiente y deforme. Y que la segunda sin la primera es una mera cáscara formal. Si la democracia se juega sin reglas, se malogra. Pero si a las instituciones se las vacía de responsabilidades sociales, una gran parte de la sociedad -aquella conformada por los perdedores-permanecerá indiferente a su vulneración".
Es probable que ese modelo híbrido y dual, donde peronistas y republicanistas están obligados a acercar posiciones, no sólo contribuya a explicar entonces las andanzas verbales del Papa por América latina; también pueden ayudar a definir la gran novedad de la política local y los silenciosos esfuerzos que la Iglesia viene realizando para que el proyecto de Bergoglio se realice con plenitud en la etapa histórica que se abre.
El llamado "modelo argentino", proclamado por cada gobierno de turno no existe, es una entelequia. Las pomposidades actorales de nuestros gobernantes nada tienen que ver, con el destino de un pueblo.
Así, el Papa, que elogió reiteradamente en sus discursos los movimientos populares -que definió como poetas sociales-, llamó a impulsar un cambio. Y propuso con énfasis: "Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden hacerlo y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas, en la búsqueda cotidiana de "las tres t" (trabajo, techo, tierra) y también, en su participación protagónica en los grandes procesos de cambio, nacionales, regionales y mundiales. "¡No se achiquen!", repitió varias veces.
Creemos con Francisco que el destino universal de los bienes no es un adorno discursivo de la doctrina social de la Iglesia. Sino que son una realidad anterior a la propiedad privada. La propiedad, muy en especial cuando afecta los recursos naturales, debe estar siempre en función de las necesidades de los pueblos.
Con la consabida perspicacia jesuita, en vísperas de las elecciones de su país, el Papa tomó en este viaje las correspondientes distancias de sus coterráneos, que incluyeron a una desfachatada modelo mediática, a políticos opositores al Gobierno y a la presidente argentina, todos viajados con la intención de mantener reuniones privada con él, yfotografías de abrazos. "Ya me han usado demasiado mis compatriotas; sobre todo los políticos argentinos. En esta oportunidad prefiero no hablar con ella, que se conforme con la misa", le confesó a un enviado de la mandataria que haciendo de intermediario pretendía ablandarlo.
Queda por último flotando una de las firmes declaraciones del Papa: "Ni la Iglesia ni nadie tienen una receta para solucionar los graves problemas de este mundo. Pero propuso tres grandes tareas: poner la economía al servicio de los pueblos; unir los pueblos en el camino de la paz y la justicia, y defender la madre Tierra. Al denunciar el sistema actual, llamó a decirle "no a una economía de exclusión e inequidad" y aseguró que "el problema es un sistema que sigue negándoles a miles de millones de hermanos los más elementales derechos económicos, sociales y culturales". Además, denunció que este sistema atenta contra el proyecto de Jesús.
RD

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