La expresiva frase de san Agustín que encabeza este sencillo comentario nos sugiere, en primer lugar, la frecuente relación que muchas personas de todo tipo hacen entre el amor, el dolor o la vida misma. A modo de ejemplo, citaremos tres testimonios en los que esa relación se repite insistentemente, y que llevan normalmente a la confusión o al fracaso.
Vaya en primer lugar una de tipo humorístico nada menos que del gran director de cine y gran humorista Woody Allen (en “La última noche de Boris Grushenko”). Dice así: “Si no quieres sufrir, no ames pero si no amas para qué quieres sufrir. Amar es sufrir. Para evitar el sufrimiento se debe no amar. Pero entonces se sufre por no amar. Luego, amar es sufrir, y no amar es sufrir. Sufrir es sufrir. Ser feliz es amar. Ser feliz es, por tanto, sufrir. Pero sufrir hace que uno no sea feliz. Así, para no ser feliz, se debe amar, o amar para sufrir, o sufrir de demasiada felicidad… ¡Espero que estéis tomando nota!”. Como ven, una especie de laberinto sin salida, el que se organiza en torno al amar, sufrir…
También tres formulaciones de tres jóvenes. Uno de ellos, dice así: “A veces sufrir te enseña a vivir, y a seguir adelante” (en un tono más positivo) y el segundo: “No pierdas la oportunidad de amar, por miedo a sufrir, si no arriesgas no ganas”; y un tercero: “… por no ser la chica que deseabas, por no haberte valorado cuando te tuve, perdón por todas las veces que te hice llorar, perdón por todo el daño que te causé… Pero ya no hay tiempo atrás, ahora me toca sufrir a mí por mi culpa, por perder a la persona que más quiero…"
Y dando un gran salto y para los que estamos familiarizados con la espiritualidad ignaciana, es interesante destacar los verbos que Ignacio va encadenando en sus ejercicios y que llegan a constituir la esencia de lo que él pretende en ellos: “Conocer-amar-seguir” a Jesús (en la petición a partir de la segunda semana, EE 104)) y “en todo amar-servir” (EE 233)expresión síntesis de su espiritualidad). Un testimonio lo comenta así: “Amarte a ti, Señor en todas las cosas y a todas en Ti. En todo amar y servir,.... Tu amor me ha dado vida, tu amor me ha dado ser, de Ti me viene todo y a Ti debe volver. Gustoso, pues, te ofrezco mi haber, mi poseer, tu amor y gracia dame, demás no es menester. Presente en las creaturas y activo en todo estás en mí, como en un templo, te dignas habitar. De Ti bondad y gracia me llueven sin cesar, mi oficio ya no es otro sino servir y amar...”
Y así podríamos seguir citando “ad infinitum” frases para seguir mostrando la variedad de palabras que se enraciman en torno a la palabra “amor”, unas para dejarse contagiar plenamente por ella y encontrar en ella el sentido de la vida y otras que no llegan a madurar y son fuente de dolor, de sufrimiento y, en definitiva, de sin sentido. El título de la gran película “Sonrisas y lágrimas” sintetizaría a la perfección el fruto del amor –las sonrisas-, pero también del desamor –las lágrimas-. De todos modos, no hay que desanimarse, pues el amor, para todos ,"es un arte" que más que hacer sufrir nos ayuda a avanzar.
Equipo eijes
Espiritualidad Ignaciana
Jesuitas España
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