Sunday, May 31, 2009

La homilía de Betania: LOS DONES DEL ESPÍRITU TRANSFORMAN NUESTRA VIDA

Por José María Martín OSA

1.- Jesús nos concede el don del Espíritu Santo. La primera lectura nos dice: "Se llenaron del Espíritu Santo". Y Cristo explica el sentido de su soplo: "Recibid el Espíritu Santo". Son gestos parecidos a los del Génesis cuando sobre el caos de la nada, sopla Dios su palabra omnipotente: "Hágase la Luz, háganse las cosas y fue la creación y vio Dios que todo era bueno". Pentecostés es un nuevo Génesis. Hoy nace el mundo nuevo, hoy el Espíritu de Dios se da en un don. Dichoso el hombre que lo comprende porque en su corazón ya ha nacido la eternidad; porque en su corazón ya ha nacido la esperanza de un mundo mejor; porque no se dejará abrumar por los problemas históricos, políticos y sociales; sabe, que por encima de todo, que el soplo del Espíritu está alentando una vida que nadie la puede detener y vendrá. Su fuerza acompaña siempre a quienes dedican su vida a trabajar por la misma causa de Jesús. Hoy es el día grande en que Jesús resucitado nos entrega el espíritu Santo, es el día de Pentecostés, el nacimiento de la Iglesia. Ella es la que en adelante podrá mostrar la apertura, el amor, la comunicación, el servicio…..entre Dios y los hombres y de los hombres entre sí. Cada uno tiene sus dones, sus capacidades, que contribuyen al enriquecimiento de la comunidad. El Espíritu nos ayuda a vivir la riqueza de la comunión para ser mejores instrumentos en las manos de Dios en la construcción de un mundo mejor. En Babel hubo separación, confusión de lenguas y pecado. En Jerusalén, el día de Pentecostés, unión, comunicación y gracia.


2.- La fe es un don singular del Espíritu que nos hace reconocer en Jesús al Señor. La segunda lectura de hoy ha dicho una cosa que nos puede sorprender: "Nadie puede decir Jesús es Señor, si no es bajo la acción del Espíritu". Claro que materialmente cualquiera puede decir: "Jesús es Señor", pero la estamos entendiendo como una profesión de convencimiento y como una profesión que lógicamente me lleve a adorar sólo a Jesús y no estar queriendo hacer adulterios en mi corazón, reconociendo a Jesús como Señor pero en cambio viviendo de otros ídolos: el dinero, el aparentar, los materialismos de la tierra. Hay algunos que se llaman cristianos, pero tienen más fe en su dinero y en sus cosas que en el Dios que construyó las cosas y el dinero. Por eso, Jesús es Señor, sólo lo puede decir el que tiene fe. Y eso nos da el Espíritu. Nadie puede decir con una convicción de lógica de fe: "Jesús es el único Dios", "Jesús es el Señor", si no ha sido envuelto en el ropaje de la fe y ungido por ese conocimiento que sólo Dios tiene. Cuando Jesús preguntó "¿Quién dicen los hombres que soy Yo?", oyó las diversas opiniones de los hombres: unos que eres un profeta, que eres un gran filósofo, que eres un gran hombre. No me llena, dijo, ¿vosotros, quién decís que soy Yo?" Y Pedro levanta la voz: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo". A Pedro el Señor Jesús lo felicita, porque ha comprendido de verdad quién es Jesús con la ayuda del Espíritu Santo.


3.- El don de perdonar los pecados. Cristo ha dicho: "A quienes perdonareis los pecados, les quedan perdonados" Este don lo da el Espíritu Santo. Promoción humana no es sólo sacar de la pobreza al hombre para que tenga dinero. Si no ha entrado en esta promoción de hacerse hijo de Dios, de nada sirve tener dinero y nada estorba ser pobre. La verdadera promoción es aquella que eleva al hombre hasta hacerlo santo. Esta es la verdadera promoción: la santidad. El Espíritu de la Santidad, se da precisamente para arrancar a los hombres de sus pasiones, de sus idolatrías, de sus pecados, de sus desórdenes, de sus egoísmos, de sus injusticias. Debemos dar gracias a Dios porque la Iglesia cumple este deber, y no prohibamos que la Iglesia señale el pecado en el mundo y quiera arrancar a sus hijos de ese pecado. Cuando dice a la fuerza política o a la fuerza económica que no abusen de los débiles no se está más que cumpliendo su deber de desterrar el pecado del mundo y promover a los hombres por el verdadero camino de la promoción y de la santidad.

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