Introducción
Somos personas, es decir, limitadas. La vida no es perfecta, es limitada. Los límites son parte de la vida, no son algo malo. El límite mayor es la muerte. Somos seres limitados y resultamos nada más que buscadores de la verdad, no plenos poseedores de ella, sea en religión o en otras materias.
Además, hemos de admitir nuestros fallos con naturalidad, eso nos libera de la presión de hacerlo todo bien. No nos podemos pedir a nosotros hacerlo todo bien, tampoco nos lo pueden pedir los demás, ni se lo podemos pedir nosotros a ellos. Nada de eso es humano. Lo que si podemos pedirnos es tratar de hacer las cosas lo mejor posible.
Creemos en un Dios creador, que por amor vive entregado a su creación, pero con una presencia que no puede ser evidente, porque funda y promueve sin interferir, respetando la autonomía de las creaturas: tanto de las leyes físicas como, sobre todo, las de la libertad.
Los que confiamos en Jesús, el Dios que viene, encontramos un referente, su Espíritu habita en nosotros y va con nosotros afrontando la vida. Con nuestro actuar, hacemos visible al Espíritu de Jesús en la realidad de hoy. No solo en los que confiamos en él, sino en toda persona que obra con justicia y solidaridad.
En este periodo de la pandemia, tal vez, puede habernos ocurrido lo que le sucedió a Jacob, que después de su combate con Dios, reconoce que “Dios estaba allí, pero yo no lo sabía”. También nosotros después de este largo periodo de batirnos en retirada, de aislarnos, de vivir sin encuentros y abrazos sería bueno reconocer que el Espíritu de Jesús estaba allí con nosotros…
Lucas 12, 54-59
También decía Jesús a la gente: "Cuando ustedes ven una nube que se levanta por el poniente, inmediatamente dicen: "Va a llover", y así sucede. Y cuando sopla el viento sur, dicen: "Hará calor", y así sucede. ¡Gente superficial! Ustedes saben interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, y ¿cómo es que no comprenden el tiempo presente? ¿Cómo no son capaces de juzgar por ustedes mismos lo que es justo? Mientras vas donde las autoridades con tu adversario, aprovecha la caminata para reconciliarte con él, no sea que te arrastre ante el juez y el juez te entregue al carcelero, y el carcelero te encierre en la cárcel. Yo te aseguro que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último centavo".
El evangelista muestra a Jesús enojado y frustrado con la gente, que no se dan cuenta de lo que está sucediendo, que no reconocen la crisis en que están. Si supieran, harían preparativos para evitar el desastre.
En todas las épocas, en la nuestra como en la de Jesús, es más atractivo vivir confortablemente sin tratar de entender lo que pasa. Jesús usa palabras duras para condenar nuestra flojera y distracción. ¿Cuáles son los signos de nuestros tiempos? ¿Dónde está Dios en lo que sucede alrededor nuestro? Es muy fácil condenar el mundo alrededor nuestro y sentirse nostálgico sobre el pasado: Jesús nos llama al discernimiento y a la acción en el mundo que vivimos hoy.
Hago mi relato y comparto…
¿Qué hechos, situaciones, relaciones… he descubierto que son signos de la presencia del Espíritu de Jesús en este momento de la pandemia, en sociedad, en mi entorno…?
En mi vida cotidiana durante la pandemia ¿en qué he sido manifestación del Espíritu de Jesús?
Plegaria Un signo
¿Qué más signo, Señor,
nos hace falta?
Los pobres, en su hambre,
señalan el amor como camino.
Los niños, en sus juegos,
eligen lo sencillo como escuela.
Los profetas, gritando,
reclaman tu verdad y tu justicia.
Las víctimas de guerras
aspiran a la paz como horizonte.
Los presos de un espejo
envuelven en sonrisas la tristeza.
Los ídolos de barro
sepultan bajo fango la belleza.
Los que se hacen preguntas
intuyen tu palabra en el silencio.
Los muertos, en su sueño,
¿Qué más signo, Señor,
necesitamos,
para volver
el tiempo sementera,
para apostar la vida al evangelio,
para buscar la tierra prometida,
para elegir tu senda?
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