Por otra parte, en estos largos meses también estamos re-descubriendo lo que implica renunciar a algo deseado por el bien de los demás. Muchas de las polémicas en torno a las medidas de restricción por la pandemia tienen que ver con considerar que se están vulnerando nuestros derechos individuales y colectivos. Me sorprende que haya tantas personas para quienes no es evidente que lo primero es cuidar y proteger a las personas que queremos o a aquellas que son más frágiles. Paradójicamente, la mayor muestra de cariño a día de hoy tiene que ver con renunciar a ese tocar, que desearíamos aunque no toque, para proteger a quienes más amamos.
Hoy, si pienso en la cuaresma que vamos a iniciar, me viene a la cabeza ese cartel. Lo primero porque es un tiempo propicio para dejar que Otro, Aquel que nos quiere de un modo desconcertantemente apasionado, nos toque el corazón, inflame en él algo de su alocada forma de amar y nos ponga en sintonía de su misma melodía, aquella que movilizó toda su existencia. La cuaresma es un tiempo privilegiado para ir a ese lugar secreto de nuestro interior, que con frecuencia tenemos un poco desatendido. Alejarnos de los focos, de las luces y de las expectativas ajenas para encontrarnos con el Señor que ve en lo secreto (cf. Mt 6,6). Él sabe de nuestros anhelos y es muy capaz de tocarnos y retocarnos sin contacto.
Este anuncio también me recuerda en qué consiste la tan maltratada abstinencia. En cuaresma, o se le tacha de anacrónica o se la valora en sí misma, cuando, en realidad, solo el amor da sentido a cualquier renuncia. Si, por esa expresión de cariño que es el cuidado, somos capaces de ampliar nuestras distancias, de desistir de ver a nuestros mayores o de resignarnos a tocar sin contacto, estamos entendiendo por dentro en qué consiste prepararnos para la Pascua. La existencia de Jesucristo fue esto: ese amor grande que, por sus amigos, da la vida, el tiempo, el esfuerzo, la escucha… e incluso el tocar sin contacto (cf. Jn 15,13).
Ianire Ángulo Ordorika
Religiosa Esclava de la Stma: Eucaristía
Vida Nueva
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