Tuesday, November 13, 2012

¿Las personas merecen más protección que los árboles?



El 1º de septiembre de 2008 publiqué la carta pastoral“Danos hoy el agua de cada día”. Muchos la denominaron “la carta del agua”, y no faltó quien me denominó “el obispo del agua”. La verdad es que el agua fue el tema “detonante” de la carta, que además plantea una visión del mundo actual (inestabilidad, globalización, estructuras de poder, crisis ecológica), el agua y el medio ambiente, las energías (de vida y de muerte), los proyectos hidroeléctricos que se plantean en Aysén (HidroAysén y Xtrata Cooper), los inmundos negocios del agua embotellada.
Luego está todo un planteamiento ético y religioso (bíblico, teológico, pastoral). Pero la CLAVE de lectura de toda la carta es ANTROPOLOGICA, o sea, ¿QUÉ VISIÓN DE PERSONA Y SU ENTORNO (la CREACIÓN) debería orientar y guiar los discernimientos y las decisiones en el campo político, económico, cultural,…?
A raíz de las declaraciones del señor Presidente de la República don Sebastián Piñera Echeñique, publicadas recientemente (El Mercurio, 28 de mayo de 2011) en que afirma que “las personas merecen más protección que los arboles”, creo oportuno ofrecer algunos elementos o visiones que pueden ayudar a ubicarnos mejor en la relación que debería existir entre las personas y las demás creaturas existentes en el planeta. Hoy, predominan esencialmente DOS visiones: ANTROPOCENTRICA y COSMOCENTRICA.
La carta pastoral planta una tercera; ECOCENTRICA. Veamos.
1) Visión ANTROPOCENTRICA.
Surge de la cosmovisión filosófica de los griegos (Platón, Aristóteles) que separa a los seres humanos de la naturaleza, separa al mundo material/corporal, del mundo espiritual/de la mente. Esta visión se acentúa con la ilustración (siglo XVII) cuando surge la ciencia de la naturaleza (Bacon, Newton).
El cristianismo se desarrolló y expandió muy unido a esta visión, que no es la de la Biblia. La Biblia plantea la vida (del ser humano y de la naturaleza, en el universo) interconectada e interdependiente, íntimamente unida entre sí (como plantea incluso la actual física Cuántica y la teoría de la relatividad de Einstein)
La visión antropocéntrica ve al ser humano como el CENTRO y SEÑOR de la creación, donde todo está a su servicio. Ve a la persona como “rey”, que usa de los bienes de la creación no solo según sus necesidades, sino también según sus deseos, utilizando cada día más los bienes naturales, más allá de lo necesario, explotándolos, depredándolos y destruyéndolos cada día más irracionalmente.
Ésta visión radicalizada sustenta una sociedad CONSUMISTA, que amontona y acumula más allá de lo necesario. Es la sociedad de la ABUNDANCIA, en que algunos se adueñan más y más de bienes, de plata, de poder, de prestigio, a costa de otros que son EXCLUIDOS del sistema, abandonados a la miseria, al olvido, a los “don NADIE”, “NINGUNEADOS”.
Entonces, ver al ser humano como el centro de la creación, es poner sólo a algunos en el centro, excluyendo a las mayorías.
Si creemos que la TIERRA, el AGUA y todos los ecosistemas SON DE DIOS, por ser Él el Creador, significa que él las ha creado para TODOS sus hijos, no sólo para algunos. Se reafirma así el principio ético del destino universal de los bienes por sobre la PROPIEDAD PRIVADA, especialmente de elementos esenciales e indispensables para la VIDA, como lo es el agua (Juan Pablo II: “Sobre toda propiedad privada, graba una hipoteca social”).
Es la estructura social, política y económica que plantea el neoliberalismo, tan vigente en nuestro Chile, hoy. Y si tenemos lástima del “pobre”, le ayudamos con “campañas solidarias”, “subvenciones”, “teletones”, “ayudas”, “limosnas”… y seguimos con nuestro “estilo de vida” y estructura social. Eso son sólo lo que llamaríamos “obras de CARIDAD”, necesarias, pero muy distintas a las exigencias de la JUSTICIA y de la SOLIDARIDAD.
2) Visión COSMOCENTRICA.
Ve al ser humano como una especie más de la naturaleza, que apareció millones de años después de que la naturaleza ya existiera. Siempre el cosmos había existido en armonía y belleza, y la presencia del ser humano empezó a deteriorar, a destruir, a violentar hasta llevarlo al caos (contaminación, huracanes, inundaciones, incendios, sequías…).
Esta visión ve al ser humano como un estorbo para que la naturaleza, como organismo vivo, crezca por sí misma “en paz”. Esta visión no tiene cuenta que el ser humano es un ser consciente de sí mismo, responsable de sus acciones y decisiones, el único interlocutor de Dios, por ser “imagen y semejanza” de Él.
Algunos llaman a esta visión “ecología profunda”, que opta por relativizar al ser humano (NO a la sobrepoblación del planeta, impulsando los medios de reducción de la natalidad, el aborto, el sida,…) para facilitar que crezca sin trabas la naturaleza. Parece responder a un terrible principio: “No podemos eliminar la pobreza, eliminemos a los pobres”.
La Carta Pastoral “Danos hoy el agua de cada día” se opone a estas dos visiones (antropocéntrica y cosmocéntrica) y plantea una tercera:
3) Visión ECOCENTRICA.
Considera al ser humano en íntima relación con el medio ambiente, que vive en la “casa común” que Dios nos regaló, para todos. A partir de la antiquísima fe del pueblo de Israel y de su absoluta vigencia actual, de que LA TIERRA ES DE DIOS, se afirma que DIOS ES EL CREADOR, ES EL SEÑOR, ES EL DUEÑO, y el ser humano, “creado a imagen y semejanza de Dios” tiene la gran responsabilidad de llevar a cada creatura hacia la finalidad por la cual el Creador la creó, como cooperador en el cuidado y crecimiento de cada creatura hacia su plenitud, hacia su desarrollo, hacia su perfección.
Es así, por ejemplo, que, ¿cuál es el fin por el cual el Creador creó un perro?
No es que el perro tenga que llegar a ser león, ni que llegue a ser una tortuga, sino que llegue a ser un PERRO PERFECTO.
De igual manera, ¿cuál es el fin por el cual Dios creó al ser humano? No es que el ser humano tenga que llegar a ser Dios (esta aspiración es lo que llamamos pecado original, como aparece en Génesis 3), ni que llegue a ser una gato, sino que llegue a ser un SER HUMANO PERFECTO (“Sean perfectos como es perfecto mi Padre celestial” – Mateo 5,48 – o sea, como Dios es perfecto como Dios, así ustedes sean perfectos como lo que son en su naturaleza: seres humanos, perro, árbol,…).
El orgullo y la ambición humana, nos llevó a “romper” este designio o finalidad por el cual Dios nos creó, dando origen al pecado, que provoca una ruptura entre el ser humano, la creación y Dios.
Dios Padre envía a su Hijo Jesucristo para REDIMIR del pecado al ser humano y a la creación entera. Una creación que aún “sufre y gime dolores como de parto” (Romanos 8,22), en su proceso de Redención hacia “los cielos nuevos y tierras nuevas” (Apocalipsis 21 y 22). Así Cristo, en la plenitud de los tiempos, entregará al Padre la creación cuando haya llegado a su plenitud y perfección. Esta RESPONSABILIDAD (ÉTICA) es la gran tarea que Dios confía al ser humano, única creatura capaz de conciencia y responsabilidad frente a sí mismo, a las demás creaturas y al CREADOR.
La Resurrección de Cristo es justamente la intervención (acción salvadora) de Dios para RECONCILIAR A TODA LA CREACIÓN (incluso al ser humano, evidentemente) y llevarnos a la plenitud de la VIDA divina. Plenitud de la vida divina que el Génesis manifiesta en el 7º día de la creación, donde día a día Dios crea algo “BUENO”, al 6º día crea al ser humano “MUY BUENO” y el día perfecto (7º) Dios goza de la plenitud de su creación. EL SEPTIMO DÍA es el día del descanso, de la contemplación, de la Gloria de Dios, manifestada en la plenitud y perfección de su obra creada, libre ya de sufrimiento, muerte y pecado. Esa creación PERFECTA, herida por nuestro pecado es el gran camino y misión que Dios nos confía.
La ETICA ECOLÓGICA es justamente la RESPONSABILIDAD, la SABIDURÍA, el AMOR que Dios pone en CADA SER HUMANO para que TODA LA CREACIÓN alcance los frutos de la Resurrección, llegue a su plenitud, a la perfección según la voluntad de Dios.
Esta visión nos ayuda a entender también que la Resurrección y el destino de la creación NO ES, por ejemplo, la reencarnación, y que los derechos humanos y la santidad son esenciales al proceso de “VIDA ABUNDANTE” (Juan 10,10) hacia la cual camina cada persona y la humanidad entera.
La visión, la relación y la experiencia que tengamos con Dios, con las demás personas y con el medio ambiente dependerán de cuál de estas tres visiones predomine en nosotros. Así mismo, las consecuencias religiosas, políticas, económicas, jurídicas, sociales y culturales serán distintas y significativas.
Luis Infanti

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