Friday, April 25, 2014

El último Papa rey por Sandro Magister


Dos de sus predecesores, no uno, canonizados. La conferencia episcopal italiana aniquilada. Los hombres de la vieja guardia siguen en el vértice del IOR. Todo como Francisco comanda

de Sandro Magister


ROMA, 25 de abril de 2014 – Con Francisco el papado ha acabado en un rincón ensombrecido. La luz es toda para él, el Papa. No para la institución, sino para la persona.

Él se siente libre de las normas canónicas. En solo un año ha derogado seis veces la férrea regla que exige un nuevo milagro antes de que un beato sea proclamado también santo. Juan XXIII es el último de estos seis. Francisco quería evitar a toda costa que Juan Pablo II fuera canonizado solo, quería equilibrarlo con otro Papa de distinto perfil, menos guerrero, más misericordioso.

Y así será, el domingo 27 de abril. La congregación para la causa de los santos se ha doblegado a su deseo y ha simulado ser ella quien ha pedido a Francisco la excepción, rápidamente concedida con benevolencia.

También el cardenal Angelo Bagnasco, que figura aún como presidente de la conferencia episcopal italiana, ha pedido a Francisco que sea él quien haga el discurso inaugural en la asamblea plenaria de los obispos convocada para mayo, algo que ningún otro pontífice ha hecho jamás.

La petición del cardenal, se puede leer en el comunicado oficial, "ha encontrado la inmediata disponibilidad del Santo Padre, que ha admitido que tenía en su ánimo la misma intención". Efectivamente, desde al menos un mes se sabía que Francisco ya lo había decidido.

Desde que él es Papa, la CEI está como aniquilada. Francisco ha pedido a los obispos italianos que le digan como prefieren que tenga lugar el nombramiento de su presidente y del secretario: si elegido por el Papa, como es norma en Italia, o con votaciones libres como es normal en todos los otros países. Entendida la antífona, la intención de casi todos los obispos es que se ocupe el Papa del nombramiento. Y si realmente él quiere que haya una primera votación consultiva, se hará, pero en secreto y sin recuento de votos. Se le entregarán las papeletas aún cerradas y él hará con ellas lo que quiera.

La CEI es el vivo mentís de los propósitos de descentralización y "democratización" de la Iglesia atribuidos a Jorge Mario Bergoglio.

En la conferencia episcopal italiana, el único actualmente dotado de autoridad efectiva es el secretario general Nunzio Galantino, obispo de Cassano all'Jonio. Pero su autoridad es puro reflejo de la del Papa, que lo ha nombrado y supervisa todos sus movimientos.

El primer acto de gobierno de Galantino, pocas horas después de su audiencia con el Papa Francisco, fue despedir a Dino Boffo, histórico director de los medios de comunicación de la CEI en tiempos del cardenal Camillo Ruini y desde hace tres años director de TV 2000, últimamente premiada con un índice de audiencia notable.

Era el 14 de febrero. Desde entonces han pasado más de dos meses y el instrumento de comunicación número uno de la CEI continúa estando sin guía y tampoco se ha dado aún una explicación sobre el despido de Boffo.

Viceversa, si se desplaza la mirada al interior de los muros vaticanos, sucede que te encuentras sentados en el sillón y con todos los honores unos personajes que, en cualquier otra empresa, ya habrían sido expulsados desde hace tiempo.

Son los miembros del consejo de sobreintendencia del IOR: el estadounidense Carl Anderson, el alemán Ronaldo Hermann Schmitz, el español Manuel Soto Serrano y el italiano Antonio Maria Marocco, es decir, la banda de los cuatro que el 24 de mayo de 2012, con la bendición del cardenal Tarcisio Bertone, defenestró brutalmente al entonces presidente del instituto financiero vaticano, Ettore Gotti Tedeschi, líder de la renovación, para formar bloque en cambio con la vieja guardia representada por los dos directores Paolo Cipriani y Massimo Tulli, a pesar de las inminentes investigaciones judiciales que les obligaron a dimitir de manera vergonzosa al cabo de un año.

Hoy, Cipriani y Tulli están bajo proceso por parte de la magistratura italiana, que en cambio ha reconocido la impecabilidad de la conducta de Gotti Tedeschi. Pero los cuatro del consejo siguen estando allí como si nada hubiera sucedido.

No solo. Siguiendo el consejo de los cuatro, Francisco ha decidido mantener en vida al IOR, considerado moribundo en los meses pasados por el mismo Papa, y hacer que opere tal como ellos han indicado.

El nuevo curso del Papa Bergoglio está aún pendiente, todo él, de ser descifrado.

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Esta nota se publica en "L'Espresso" n. 17 del 2014, y está disponible en los kioscos a partir del 25 de abril, en la página de opinión titulada "Settimo cielo" confiada a Sandro Magister.


Sandro Magister
Vaticanista

Chiesa
RD

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