Este es un espacio para alimentar y vitalizar la dimensión espiritual y humana de las personas comprometidas con la construcción de una sociedad más humana, justa y solidaria. Todos somos peregrinos. "sal de tu tierra, de tu casa y vete a la tierra que yo te mostraré; haré de tí una gran nación y te bendeciré." (Gén. 12, 1 ss)
Sunday, May 03, 2009
«El angoleño es pobre, pero feliz; aquí todo el mundo está cabreado»
Las memorias de África de Luis María Pérez de Onraita (Gauna, 1933) se escriben a lo largo de medio siglo de vida ligado a Angola. Tenía 26 años cuando llegó a la antigua colonia portuguesa como integrante de la primera misión vasca allí. Hoy habla kimbundo -una lengua vernácula de raíz bantú- y lidera una importante diócesis en un país donde abundan los diamantes y escasea el alimento. De regreso a Vitoria por un mes, el obispo de Malanje, una inmensa provincia al norte del país, reflexiona sobre los dos mundos. Lo entrevista I.Ochoa de Olano en El Correo.
-La pregunta obligada. ¿Cómo ha encontrado Vitoria?
-Pues mire, llegué un sábado por la tarde y el domingo por la mañana fui al TAU. Disfruté mucho del ambiente. A los cuatro días volví. Contra el Barcelona. Ahí hubo electricidad. Maravilloso. Voy a volver.
-Tenía entendido que seguía al Alavés, pero ya veo que se ha pasado al caballo ganador.
-Pues sí. Esto me recuerda a un programa de televisión que vi el otro día. Hablaban de en qué consiste la felicidad. Y uno dijo, que para él era que ganara Nadal y el Real Madrid. Una majadería. Yo estoy con el TAU, pero mi felicidad no depende de éso.
-Ya que se ha puesto tan metafísico, ¿de qué depende la suya?
-La felicidad está dentro de cada uno.
-¿Y la de los angoleños?
-Está en tener muchos hijos.
-Volvamos a casa. ¿Qué le ha parecido el tranvía?
-Muy bonito. No he hecho aún ningún viaje, pero lo haré y entero.
-¿Y la nueva Virgen Blanca?
-Fatal, fatal. Han quitado las flores y todo lo que era bonito, para poner un suelo de cemento. Parece el desierto del Sahara.
-Viene cada dos años a pasar un mes. ¿Es tiempo suficiente para que aprecie cambios sustanciales en la ciudad?
-Sí, sí. Esta vez lo que más me ha llamado la atención es lo que ha caído la actividad en la construcción. Hay menos grúas y las que hay están paradas. Eso significa que los trabajadores han perdido el empleo y que la cosa económica anda mal.
-¿Ha cambiado algo en Malanje en los dos últimos años?
-Ha habido cambios. El más importante, que han arreglado la carretera principal que atraviesa la provincia. Para que se haga una idea, la extensión de Malanje es como la que suman Galicia, Asturias, Santander, el País Vasco, Navarra, Huesca y Cataluña. Y ahora están reparando otras ocho. China ha abierto el horizonte de futuro en Angola.
-Tengo entendido que es el segundo país africano que más ha despegado desde el punto de vista económico en los últimos años.
-Sí. Incluso está superando a Nigeria en producción de petróleo. Vamos ya por los dos millones de barriles al día. Con la billonada que ha invertido China -a cambio de crudo, claro- se están arreglando las principales estructuras del país, como el ferrocarril. De tal manera, que la recesión económica que hay en el mundo apenas se nota allá.
-Pese a todo, haber padecido el conflicto armado más largo de ese continente (1975-2002) le ha sumergido en una aguda crisis humanitaria: hambre, enfermedades, muerte. ¿La solución a esta consecuencia va a ser la más larga?
-La pregunta es difícil. Ahora estamos viviendo la reconstrucción. Incluido yo, que me estoy rompiendo los cuernos para reconstruir las misiones destruidas por la guerra. Pero no con dinero de allá, que no hay, sino con lo que traigo de fuera. Y cuando hablo de misiones, me refiero también a escuelas, a las que van 25.000 niños a diario. También tenemos orfanatos. Uno de ellos se hizo con dinero del Gobierno vasco, después de una visita de Madrazo. Hoy viven allí 50 niños.
-¿Cúal ha sido su día más duro allí?
-1999. La guerrilla trataba de conquistar Malanje. Cayeron dos bombas en el Obispado. Arreglarlo me costó 80.000 dólares. En la segunda estaba yo dentro. Luego vino la hambruna. Nos venían a diario 80.000 personas a pedir comida.
-¿Un occidental puede hacerse una ligera idea de cómo se vive allí?
-Qué difícil. No. Tendría que verlo. Si dejamos atrás el mundo del petróleo y de los chinos, la realidad es un dólar al día. Con eso vive el 60% de la población. Hay diamantes, pero no comida suficiente.
-Suena a una realidad insoportable.
-Yo creo que no. A pesar a la pobreza, la gente de Angola está contenta. Cuando vengo aquí, en donde se vive bastante bien, y veo a todo el mundo cabreado. Allí con tener un poco de 'funsi' (harina de mandioca) y poco más, son felices.
-¿A qué achaca ese cabreo?
-Ahora hay una razón entendible, que es la crisis económica. Hay familias que no tienen ningún ingreso y no sé cómo van a vivir. Pero eso ha ocurrido ahora. La desilusión, el cabreo es antiguo, lo que quiere decir que la sociedad del bienestar no llena el corazón humano.
-Cuando viene a este lado del mundo y comprueba su nivel de bienestar, ¿no siente rabia e incluso rencor?
-Lo que me me produce un poco de frustración es la crisis de fe de Europa, frente al clamor de África.
-¿Desarrollo y modernidad alejan irremediablemente de la fe?
-Yo no sé lo que es modernidad. ...Todos somos hijos del ambiente. Eso es lo que nos determina.
-El Norte deja morir con indiferencia al Sur. ¿Sabe ya por qué?
-El Sur ofrece materias primas y mano de obra para trabajos que los propios occidentales no quieren hacer, ni aunque estén en paro. Llegan inmigrantes, les dan de comer, pero son 'sin papeles'. ¿Y quién se los arregla? Aunque les necesitamos, les integramos sólo hasta cierto punto. Hipocresía.
-La llegada a Obama al poder, un norteamericano con raíces africanas, ¿le hace albergar algún rayo de esperanza de que el cambio es posible?
-El blanco ha dominado al negro y le ha perjudicado. Ahora un negro llega como el salvador. Y como en África vivimos de la ilusión, la grandeza de Obama es la grandeza de los africanos. Pero, desde luego, no va ser la solución de este continente.
-Le leo una frase que se atribuye a Napoleón: «La religión es lo que impide a los pobres asesinar a los ricos». ¿Demasiado cruda para usted?
-Por lo que veo, a Napoléon también se le cruzaban los cables. Lo que impide a los pobres rebelarse contra los ricos es su debilidad, su fragilidad. Y mientras el rico tenga poder no se va a dejar dominar.
-El 70% de los angoleños son analfabetos. ¿La ignorancia es la más eficaz mordaza?
-Por suerte, en los dos últimos años todos los niños del país, en teoría, se han incorporado a la escuela. La Iglesia y el Estado han puesto centros por todos los lados. Mi pequeña gloria ha sido lograr que el Gobierno pague a los profesores de las escuelas católicas.
-Pese a la pandemia del sida y a que Angola tiene una de las tasas de natalidad más altas del mundo, en su reciente visita a Africa, el Papa fue contundente de nuevo en contra del uso del preservativo. ¿Eso es estar fuera de la realidad?
-No. El Papa dijo que el preservativo no resuelve el problema del sida, sino que lo agrava. Y yo estoy de acuerdo. Los jóvenes hoy tienen pero mañana igual no, y no por eso paran. La única solución es la abstinencia y el sexo responsable.
-El próximo martes, Patxi López se convertirá en el primer lehendakari no nacionalista. ¿Qué augura?
-De política no entiendo ni palote. Me parece muy bien que haya cambios. Los otros habían estado ya treinta y tantos años, ¿no? Pues que pasen otros. No es ninguna tragedia.
-Sus viajes a Vitoria suelen ser mitad descanso, mitad trabajo. ¿Qué se propone llevar en su maleta de regreso a Malanje?
-Tengo intención de ir a la Diputación a presentarles un proyecto de promoción y ayuda para hacer allá un pequeño centro de salud con al menos dos enfermeros. Pero no sé quiénes estarán de jefes...
-Para no entender ni palote le veo bastante puesto. ¿Y qué opina de un posible relevo en el Gobierno foral?
-... Veo la vida política muy acelerada. Demasiado movimiento. ¿Eso es bueno? Yo creo que no. Los cambios deben ser lentos.
-A las instituciones les reclama fondos, ¿y a a los vitorianos rasos?
-Que piensen menos en sí mismos. Que los males que vienen ahora se pasan como el viento. Que miren al futuro, que es África.
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