Enséñanos a orar, Señor,
a orar a tu estilo y manera,
que no queremos hacer el ridículo
ni ser la comidilla de quienes nos miran de reojo,
ni de quienes pasan de largo
pero no se resisten a lanzar dardos.
Enséñanos a orar, Señor,
a orar como tú lo hacías,
con silencios y palabras,
con sentimiento, gestos, y cantos,
con la cabeza y las entrañas,
con la vida cotidiana y las esperanzas.
Enséñanos a orar, Señor,
a orar con emoción y serenidad,
con nuestro cuerpo y espíritu,
mirando el regalo de la creación,
entrando en nuestro interior
y saboreando lo que pones en nuestras manos.
Enséñanos a orar, Señor,
a orar contigo y el Espíritu,
y con los hermanos,
en público y en privado,
tartamudeando palabras y sentimientos,
pues ya sabes cómo somos en esos momentos.
Enséñanos a orar, Señor,
a nuestro Padre que está en el cielo
y anda buscándonos en todos los sitios;
a nuestro Padre bueno y tierno
que quiere lo mejor para sus hijos
aunque estemos a la contra o perdidos.
Enséñanos a orar, Señor,
a tiempo y a destiempo
y aún corriendo el riesgo
de ser inoportunos al hacerlo;
pero que nuestra oración surja del corazón
y sea sincera y con amor de hijos.
Enséñanos a orar, Señor,
a orar para sentirnos y sabernos
de tu familia, cuadrilla y sueños.
Fe Adulta
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