En el evangelio de hoy Jesús presenta un caso muy actual incluso para el año 2016.
Se trata de la parábola de un rico que se dejó llevar de la codicia y se dedicó a
acumular bienes, gracias a la abundante cosecha que le produjo la tierra.
El evangelio afirma nuestra libertad de repartir las cosas, como sería la misma
herencia. Lo mismo nos dice sobre el uso y reparto de la naturaleza y sus bienes. Pero
enseguida nos advierte para que no caigamos en el peligro de dejarnos llevar por la
codicia. Y si en algún campo la humanidad actual está cayendo en este peligro es
en el de la Ecología, en el de no cuidar la Casa Común.
En efecto, el ejemplo del rico de la parábola es bien aplicable a toda nuestra vida,
pero en especial al campo ecológico. Veamos algunos ejemplos. En el uso de los
Humedales cuánta gente ha preferido contaminarlos o destruirlos, sin pensar en la
riqueza que suponen para el conjunto de muchas personas y no de unas pocas.
Y esto que hablamos de los gobiernos tiene aplicación a las personas individuales.
Gente que deposita las basuras en calles donde transitamos todos. Gente que
contamina sin más las quebradas que dan vida a tantos animalitos y plantas. Gente
que no hace nada para que el gobierno no siga vendiendo los ecosistemas más ricos
del mundo, como son los amazónicos, a las transnacionales que van a contaminarlos
con los efectos de las minas de oro.
Las frases finales del evangelio son muy fuertes: “Insensato, esta misma noche te
perderás la vida. Y todo lo que habías amontonado, ¿Para quién será? Así pasa con
el que acumula bienes para sí mismo, pero no atesora en el cielo, junto a Dios”
(Lucas 12,20-21).
Estas frases son toda una invitación para recordarnos que somos libres, pero
responsables. La encíclica “LAUDATO SI, Alabado seas” del Papa Francisco nos invita,
con todo, a confiar en el Señor: “El poder infinito de Dios no nos lleva a escapar de su
ternura paterna, porque en él se conjugan el cariño y el vigor” (n.73. Pero tampoco a
olvidar que debemos ser generosos con los demás, porque “el regalo de la tierra con
sus frutos pertenece a todo el pueblo” (n.71) y no a unos pocos abusadores.
Jesuitas de Colombia
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