Para el cuarto día, los peregrinos se han habituado al círculo MAGIS, un pequeño grupo para compartir presente en cada experiencia y formado siempre por las mismas personas.
“El círculo MAGIS nos ayuda a construir un comunidad más fuerte por medio del compartir sincero y confiado de nuestros miedos comunes, nuestras alegrías y dudas”, explica Antonio Santos Lourenço SJ, un escolar jesuita de Portugal. “Más que ideas o conceptos interesantes, lo más importante para cada uno de nosotros ha sido el crecer en apertura a los demás”.
Compuesto por cinco pasos y basado en el examen ignaciano, el círculo MAGIS comienza con un momento de silencio y reflexión. Después los participantes hablan en cuatro rondas acerca de su vivencia de los diferentes acontecimientos del día. Comentan sus emociones, las conexiones que han encontrado con el tema de la lectura bíblica del día, las gracias recibidas en lo que otros compartieron, y finalmente una palabra en la que resumirían su experiencia del día.
“Aunque solo podemos compartir traducciones, frases cortas, y sonrisas y gestos, me siento íntimamente conectada con una mujer de la otra punta del mundo que habla un idioma totalmente distinto al mío”, dice Emily Kesler, de EEUU.
“Nuestro experimento se llama ‘Una familia’, y eso es justamente lo que estamos comenzando a ser” apunta la española María Barra Burillo.
Angela Dimisca, de Rumanía, comparte esa idea: “podemos abrirnos delante de los demás y compartir nuestros sentimientos, lo que genera mucha confianza”.
Corinne Sammut, de Malta, está en una experiencia caminando a lo largo de la costa de Lituania. “Al llegar a una bifurcación en el camino, el P. Vitotas apiló unas bellotas formando una flecha que indicaba el camino. Fue un gesto que mostraba que incluso cuando pensamos que estamos caminando solos, estamos acompañados. Cuando llegamos a encrucijadas en nuestra vida, siempre hay personas para ayudarnos a discernir”, comenta.
El compartir no es siempre fácil y sencillo, como admite Cornelius Astana, de Indonesia. “Hay un pequeño conflicto entre nosotros por la diversidad,” reconoce. “Algunos quieren ser estrictos y seguir las formas indicadas. Otros quieren ser más flexibles. Pero no por ello dejamos de estar abiertos a los demás. Incluso alguno de nosotros se ha abierto hasta el punto de llorar. Creo que es porque estamos en la misma onda -la onda del mismo magis-. La misma onda que nos hace sentir aceptados tal y como somos”.
“La conexión entre nosotros brota en momentos de mucha tristeza, del mismo modo que lo hace en momentos de alegría”, dice Guillermo García-Ovies Pérez, español, al describir cómo la confianza de los peregrinos hasta llegar a llorar delante de los demás ha roto muchas barreras y los ha unido profundamente.
El círculo MAGIS se ha convertido en un punto fundamental para la experiencia de los participantes. “Al principio me sentía cohibido durante el tiempo del círculo MAGIS, porque soy una persona tímida y me cuesta compartir acerca de mí mismo”, reconoce el estadounidense John Byrne. “Ahora, sin embargo, ¡he crecido hasta llegar al punto de esperar cada día que llegue su momento!”
MAGIS
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