(Vida Nueva) En lo que va de año, 11 mujeres han muerto en España víctimas de la violencia doméstica o de género, un problema que, pese a una ley específica, sigue lejos de solucionarse. ¿La palabra de la Iglesia es clara en esto? ¿Podrían interpretarse como ambiguos algunos mensajes acerca de la fidelidad, el perdón, etc.? Lucía Ramón Carbonell, profesora de Ecumenismo en la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia, considera que la violencia doméstica y el maltrato son “pecados personales, sociales y estructurales graves”, por lo que “la Iglesia, todo el tejido eclesial, tiene la obligación moral de denunciarlos, prevenirlos y contribuir a esa transformación cultural y social necesaria para erradicarlos”. En la misma línea, el delegado diocesano de Medios de Comunicación de Coria-Cáceres, Jesús Moreno Ramos, estima que “no podemos seguir siendo espectadores” ante esta grave lacra social, y que “la Iglesia debe ser siempre lugar de acogida para quienes necesitan protección en su dolor y compañía en su aislamiento”.
Lucía Ramón se lamenta de que “para la mayoría de la Iglesia la violencia doméstica constituye un problema marginal, privado o como mucho social, que no atañe directamente a la comunidad eclesial” y cree que “tiene que asumir su parte de responsabilidad en el maltrato a la mujer”, lo que supondría responder a varios desafíos. Entre ellos está el de escuchar a las víctimas, denunciar la violencia desde todas las instancias eclesiales, hacer una relectura crítica de la propia tradición desde el espíritu del Evangelio y la praxis de Jesús, y abrirse a las nuevas perspectivas que ofrecen las teologías feministas. Concluye argumentando que considerar la violencia contra las mujeres como un pecado que debemos denunciar y combatir es “hacer visible el Reino de Dios que Jesús nos invita a descubrir entre nosotros”.
Jesús Moreno está convencido de que “la violencia de género es demasiado compleja como para pensar que su solución viene sólo de manos de la ley penal”, de manera que “toda la sociedad en su conjunto ha de promover el sentido de igualdad entre todos y el respeto a los otros“, unos valores que se transmiten desde la infancia, por lo que en ello “tienen un papel muy importante la familia, el sistema educativo y las instituciones religiosas“. El delegado de Medios de Coria Cáceres cita varios documentos episcopales en los que se aborda este tema, entre ellos uno escrito por el obispo de su diócesis, Francisco Cerro, en el que hablaba sobre “el derecho a la vida” y del que saca una clara conclusión: “Si cualquier homicidio es digno de repulsa, cuánto más si quien lo comete está o ha estado ligado matrimonialmente a la víctima“.
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