Leo que el embajador Váquez ha pedido a Bono un informe sobre la reprobación al Papa que han presentado a trámite algunos partidos de izquierda a la mesa del Congreso, con la anuencia de algunos diputados del PP sobre sus palabras en África en torno al preservativo. Explica que ha tenido que pasar este primer filtro por cumplir los requistos legales, lo que no supone un juicio sobre el mismo.
Quien haya seguido mi trayectoria sabe que, aunque defiendo una sexualidad cabalmente humana, no comparto el casuismo absurdo sobre algunos puntos a los que la Iglesia jerárquica ha reducido la moral católica. También pienso que el propio Papa no calibró el alcance mediático de sus palabras sobre el preservativo, aunque su intención de fondo era buena como se colige del contexto: la solución no viene de los parches sino de una educación sexual integral.
Pero que nuestros políticos, en vez de unir fuerzas para paliar la crisis económica, la nueva gripe, las injusticias inmigratorias, el hambre que crece en el mundo, la violencia de género, las lamentables cifras del paro y un largo etc. gasten sus energías en reprobar al Papa es una solomne idiotez y otra forma de marear la perdiz. Matar un mosquito cuando nos devoran las fieras. Todo en aras de una viejo clericalismo y anticlericalismo, que aquí no hemos superado; y ni siquiera por propia iniciativa, sino por imitación de la jaimitada del parlamento belga.
En el fondo ellos mismos no fomentan la secularización ni la aconfesionalidad, cuando le siguen dando tanta importancia a la cabeza de la Iglesia católical
Seguramente la reprobación no superará los trámites, no alcanzará los votos suficientes, se irá al cesto de los papeles. Pero no deja de ser un índice. ¡Y se llaman verdes y progresistas! Es como si el Parlamento se ocupara de emitir desaprobaciones ante cualquier declaración del Dalai Lama o del arzobispo de Wenmister.
Señores míos, si no acepatan al Papa ni lo valoran como representante de una “postura religiosa”, no le hagan caso. Si son tolerantes, no proclamen tan pontificalmente el condón como un dogma de fe sociológico. Si están tan proecupados por la injusticia, que comiencen por ellos mismos: a bajarse los sueldos y compartir lo que tienen. Si piden respeto para sus opiniones, que empeicen por respetar a una figura que respetamos millones de personas, que debe ser juzgada por el conjunto de su trayectoria incluso secularmente en defensa de los derechos humanos, la elevación espiritual y la justicia, no por una palabrita.
¿Piensan que los que somos críticos con algunas actuaciones concretas de nuestra Iglesia les vamos a aplaudir? Van listos, Que esperen sentados. Ciertamente yo no. El Parlamento nos representa a todos y debe ser algo más serio que una caseta de tiro al blanco o una fábrica de panfletos anticlericales. Los jerarcas como hombres públicos deben estar abiertos a la crítica, pero el procedimiento de una reprobacion solemne de un Parlmento me parece desproporcionado, sobre todo cuando el mismo Benedicto XVI se autocorrigió a través de un artículo en L’Ossevatore. Es curioso, ellos mismos con esto siguen dando el protagonismo a la Iglesia. Y es que en España seguimos aún, como siempre, detrás de los curas, con una vela o con una estaca.
Pedro Miguel Lamet
El alegre cansancio
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