Se lo ve feliz y hasta rejuvenecido: a sus 81 años, Guillermo "Quito" Mariani, el cura tercermundista que en 2004 puso a la Iglesia local patas arriba cuando publicó "Sin tapujos", un libro en el que le apuntaba al celibato y hasta contaba sus experiencias sexuales con dos mujeres y un muchacho durante un viaje en su juventud, sigue dando misas y ha publicado su tercer libro: "Agujeros negros, la Iglesia no es Dios", en el que critica la hipocresía de la curia, defiende la homosexualidad y hasta se permite contemplar "situaciones particulares" en cuanto a la eutanasia (ver Dos temas...).
¿Cómo es posible que siga dando misas, si lo habían echado y hasta le hicieron varias despedidas?
Es que todo quedó en aguas de borrajas. La burocracia en la Iglesia es también una realidad. Ojo, me jubilaron, pero en la Cripta, la parroquia donde fui el cura durante más de 40 años, pusieron a un sacerdote amigo, Víctor Acha, que me deja celebrar misa los primeros y terceros domingos del mes. También cubro sus vacaciones. La gente me acompaña y, sí, he tenido más despedidas que Los Chalchaleros (se ríe). Pero no me voy.
¿Y cómo es su relación con el Arzobispo, Carlos Ñáñez?
Por ahora de quietud. Cuando estalló mi caso por el libro, el Vaticano falló que Náñez quedaba con toda la potestad para sancionarme, pero eso no pasó a mayores. Lo que sí fue absurdo, es que el Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica de Roma me pidió que depositara 1.800 euros para tratar mi caso. ¿Se imagina?
¿Y qué hizo usted?
Le pedí al Arzobispado que me hiciera un certificado de pobreza y lo envié. El 6 de mayo de 2005 recibí otra carta desde la Cancillería del Vaticano. En ésa me decían que me concedían una reducción: que depositara mil euros. Y claro, ahí ya no contesté más. Mariani busca entre sus papeles, y con una sonrisa entre cómplice y resignada, extiende los documentos del Palazzo Della Cancellería vaticana. Dice que no tiene miedo, pero que lo tuvo. Y mucho. "Imagínese: cuando estalló todo ese lío por mi libro, casi no podía con mi miedo. Fueron tres meses de zozobra. Tenía pavura de terminar mi ministerio solo, mendigando. Perder mi libertad de ideas cultivada durante tantos años a pesar de las dictaduras. Pero mi comunidad no me abandonó. Seis familias se juntaron y me compraron esta casa en la que vivo. Cobro una jubilación; sigo cerca de mi parroquia y escribo. Todo salió bien, gracias a Dios, y estoy feliz, pleno. Pero a los 81 no pienso hacer infeliz a ninguna mujer (bromea)".
¿Ellas lo intentan?
Algunas sí (se sonroja). Pero el problema soy yo. En realidad no me he vuelto a enamorar. Aquella novia de juventud por la que casi dejo los hábitos me marcó más de lo que imaginaba.
¿Qué opina sobre lo que ocurre con el presidente paraguayo Fernando Lugo y con otros que dejan la Iglesia para ser padres o casarse?
Ya nada me sorprende. Desde siempre, y la Iglesia lo sabe, una enorme cantidad de curas llevan doble vida. Pero lo único que le importa es que no se diga, que no se sepa. El celibato no es para todos. Y para muchos es impracticable. Pero lo peor son los que se aprovechan de los menores. De los varoncitos. Si un cura del sur de Brasil hasta escribió un manual sobre cómo elegirlos: chicos de clase baja, desprotegidos. Así se evitan denuncias. Pero volviendo a lo de la paternidad de Lugo, hubiera sido mejor que lo hubiese aclarado antes. Se hubiera ahorrado los costos políticos.
Dos temas controvertidos
En "Agujeros negros, la Iglesia no es Dios", Mariani da un paso más en su conflictiva relación con la cúpula eclesiástica, y profundiza en sus dudas y certezas. Este religioso que se quedó en la Iglesia "por convicción luego de los avances del Concilio Vaticano II" y forma parte del "grupo Angelelli" se atreve, entre otros temas, a la eutanasia. "Dios es el dueño de la vida y por eso el único que puede quitarla. (...) Debe ser respetada porque es un regalo de Dios. Pero por eso mismo no puede ser privada de su dignidad. Lo cierto es que la actitud fundamentalmente humana no es la de luchar contra la muerte sino contra el sufrimiento.(.) No quiero vivir muriendo, quiero morirme viviendo".
Y sobre la homosexualidad:
"La Organización Mundial de la Salud ha dejado establecido que la homosexualidad no es una enfermedad, sino una tendencia natural en muchos seres humanos".
RD
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