Tuesday, May 18, 2010

Iconos de Pascua – Semana del Cenáculo


“Ven, Espíritu Santo, y derrama sobre nosotros el don de FORTALEZA.”

“La vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo.” (CIC 1830). El don de Fortaleza sostiene la virtud de la Fortaleza. En la situación actual, en la que vivimos acosados por dificultades internas y externas, se hace imperiosa la súplica a quien está dispuesto a acompañarnos con los dones necesarios para serles fieles. Jesús aconseja acudir a la oración para obtener la resistencia necesaria: “Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil».” (Mt 26, 41)
“La fortaleza es la virtud de quien no se aviene a componendas en el cumplimiento del propio deber.” Por el don de Fortaleza se lleva a cabo valerosamente lo que Dios quiere de nosotros, y se sobrellevan las contrariedades de la vida. Es necesario para resistir las instigaciones de las pasiones internas y las presiones del ambiente. Supera la timidez y la agresividad.

Se descubre en la parresía, en el valor que ha acompañado a los mártires de todos los tiempos, y que en nuestros tiempos mantiene a los testigos de la fe en circunstancias adversas, impopulares.

La fortaleza de los testigos de la fe sorprende en muchos casos por la debilidad física en la que se manifiesta, y se mantiene a pesar de hostigamientos o de halagos. Como dirá San Pablo: “¡Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados! No hay muchos sabios según la carne ni muchos poderosos ni muchos de la nobleza. Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir lo fuerte.” (1 Cor 1, 26-27).

Y el mismo Apóstol, desde la propia experiencia, reconoce: “Para que no me engría con la sublimidad de esas revelaciones, fue dado un aguijón a mi carne, un ángel de Satanás que me abofetea para que no me engría. Por este motivo tres veces rogué al Señor que se alejase de mí. Pero él me dijo: «Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza». Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo.” (2 Cor 12, 7-9)

El secreto de sentirse fuerte frente a la tentación es no sentirse solo. Jesús superó el acoso del Malo acudiendo siempre a su Padre. Y conocedor de nuestra debilidad nos promete el Espíritu defensor. “Yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre. No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros.” (Jn 14, 16. 18).

“¡Ven, Espíritu Santo, infúndenos el don de Fortaleza”

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