Los diáconos no son sacerdotes de segunda categoría.
Forman parte del clero y viven su vocación en familia y con la familia.
Están dedicados al servicio de los pobres que llevan en sí mismos el rostro de Cristo sufriente.
Son los guardianes del servicio en la Iglesia.
Recemos para que los diáconos, fieles al servicio de la palabra y de los pobres, sean un signo vivificante para toda la Iglesia.
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