- En la misa dominical, Francisco invita a construir la civilización de la fraternidad frente a los “grandes sentimientos de orfandad”
El Papa ofreció la eucaristía dominical que ha presidido hoy en la capilla de la residencia de Santa Marta por los colectivos de trabajadores de servicios esenciales que se han situado en primer plano en la cuarentena provocada por la pandemia del coronavirus: limpiadores, basureros…
“Hoy nuestra oración es por todas las personas que limpian los hospitales, las calles, que recogen los cubos de la basura… Un trabajo que nadie ve y que es necesario para sobrevivir. Que el Señor les bendiga y los ayude”, expresó al comienzo de la misa.
Rasgos de pertenencia
Durante la homilía, Francisco se adentró en la Santísima Trinidad, con la mirada puesta en que este misterio es el que otorga a la Iglesia “los rasgos de pertenencia a una familia”: “No existe una espiritualidad del hijo solo o del Espíritu Santo. Siempre está el Padre: el Hijo es el enviado del Padre y retorna al Padre. El Espíritu es enviado por el Padre para recordarnos y enseñarnos ese acceso al Padre”.
A partir de ahí, el Papa alertó de las consecuencias de vivir con “grandes sentimientos de orfandad”. “Cuando falta el padre, falta algo. Siempre está el deseo de reencontrar al padre, incluso en los mitos como Edipo o Telémaco”, justificó. Es más, añadió que “tanto las pequeñas como las grandes guerras, siempre tienen una dimensión de orfandad: falta un padre que construya la paz”.
Vivir en paz
“Solo con la conciencia de hijos que nos son huérfanos se puede vivir en paz entre nosotros”, explicó Francisco, que señaló cómo Dios Padre es el que hace posible “la unidad de todos, la salvación de todos, porque envía al Hijo y al Espíritu”.
Así, expuso que “el Espíritu Santo no busca clientes, sino que es un intermediario del Padre”. “El Espíritu Santo nos da la mansedumbre y nos enseña la dulzura de los hijos del Padre. No nos enseña a insultar, que es una de las consecuencias del sentido de orfandad: porque si no está el Padre, no existen ni los hermanos ni la fraternidad”, subrayó.
“Pidamos al Espíritu Santo que nos recuerde siempre este acceso al Padre, que tenemos siempre un Padre”, imploró el Papa al finalizar su alocución. “Y a esta civilización que tiene un gran sentimiento de orfandad, le dé la gracia de reencontrar al Padre que da sentido a toda la vida y hace que los hombres sean una familia”, añadió.
José Beltrán
Vida Nueva
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