Tuesday, August 02, 2016

BRASIL. MUCHAS COMUNIDADES Y POCOS SACERDOTES

70.000 comunidades del país no celebran la Eucaristía de manera regular

El Papa auspicia “soluciones valientes y concretas”. Una empieza a tomar forma: los ministros ordenados locales


La vasta extensión territorial de Brasil supone para la Iglesia un enorme desafío. Se calcula que aproximadamente 70.000 comunidades del país no celebran la Eucaristía de manera regular. Un ejemplo famoso es la diócesis de Xingú (en el Estado de Pará), la más grande del mundo, cuya superficie es equivalente a la de Alemania y donde 800 comunidades son asistidas por apenas 27 sacerdotes. En esta diócesis, el 70 por ciento de las comunidades puede participar solo tres o cuatro veces por año de la celebración eucarística.
Ya hace tiempo que en Brasil se están debatiendo posibles soluciones y en 2014 se dijo incluso que el Papa Francisco estaba informado sobre la situación y había pedido “soluciones valientes y concretas”. Los que se ocupan directamente del tema interpretaron que el Papa estaba decidido a ayudar a resolver el problema, no de manera completa, pero sí específicamente en algunas regiones. Una de las propuestas que se hicieron en aquel momento fue tomando forma con más fuerza: los ministros ordenados locales.
Uno de los responsables de esta propuesta es el sacerdote y teólogo brasileño Mons. Antonio José de Almeida, profesor de la Pontificia Universidad Católica de Paraná. Doctor en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, Mons. José se ocupa del tema de los ministerios en la Iglesia al servicio de la vida y de la misión de las comunidades, y conoce de cerca muchas experiencias de ministerios no ordenados en América Latina.
A fines del pasado mes de abril, en ocasión del 16º Encuentro Nacional de Presbíteros que promueve la Comisión Nacional de Presbíteros y la Comisión para los Ministerios Ordenados y la Vida Consagrada, Mons. Almeida publicó un artículo titulado “Presbíteros Comunitarios para las Comunidades sin Eucaristía”, en el que presenta algunas ideas que se están madurando. La propuesta de Mons. Almeida, inspirada en las ideas de Mons. Fritz Lobinger, quien estuvo casi cincuenta años en Sudáfrica, es “ordenar líderes, célibes o casados, profundamente arraigados en las comunidades eclesiales maduras. Las comunidades eclesiales maduras son aquellas que poseen una historia de camino eclesial y de vida comunitaria, con ministros no ordenados en el ámbito de la Palabra, del culto y de la caridad, que son acompañados por sacerdotes dedicados a asistirlos y que participan de un proceso de formación continua, en comunión con la Iglesia local”.
Mons. Almeida propone que estos dos tipos de ordenaciones reciban nombres distintos: sacerdotes y ministros ordenados locales. Los sacerdotes seguirían siendo célibes y serían enviados a las parroquias de la diócesis, mientras los ministros ordenados locales servirían solamente a la comunidad en la que viven y podrían estar insertados en la vida familiar y profesional. En el caso de que no tuvieran trabajo o lo hubieran perdido, los ministros ordenados locales podrían ser ayudados y mantenidos por la comunidad, del mismo modo que ya mantienen algunos sacerdotes. “Ambos son presbíteros del mismo sacramento del orden; ambos anuncian el Evangelio en nombre de la Iglesia; ambos administran los sacramentos; ambos guían a la comunidad con y bajo el Obispo; ambos están ordenados para toda la vida”, explica la propuesta. Pero mientras “los sacerdotes asisten un área vasta y viven en una circunscripción pastoral más amplia, los “ministros ordenados locales” viven dentro de su comunidad.
De esa manera, los ministros ordenados locales serían elegidos directamente por su comunidad y no sería solo uno, sino un pequeño grupo de dos o tres. Por otra parte, el servicio a la comunidad sería part-time. “El modelo no es la gran parroquia, territorial, anónima, completamente centralizada en el párroco, donde todo depende de él”. Estos ministros deberían responder a los siguientes criterios: ser hombres de comprobada fe y virtud, competentes y respetados dentro de una determinada comunidad.
Mons. Almeida considera que “ordenar algunos líderes laicos que guían las comunidades es la decisión más justa, porque el objetivo es dotar a una determinada comunidad de un presbítero propio, a partir de lo que ya existe en esa comunidad, garantizando la relación ministro-comunidad. No es un extraño que viene de afuera, sino alguien de dentro. No hace falta insertarlo, “inculturarlo”, porque ya forma parte de la comunidad y de su historia, tiene su mismo rostro, su manera de ser”.
Por lo tanto, el artículo afirma que no solo habla de “viri probati” –hombres casados que pueden ser ordenados sacerdotes- sino también de “communitates probatae”, donde el acento está puesto en la comunidad. “Sería trágico si la Iglesia ordenara “viri probati” sin un fuerte sentido de comunidad”.
Las ideas que se presentan en este artículo encuentran una fuerte resistencia dentro de la Iglesia brasileña. Aunque el problema es percibido y compartido, las soluciones que propone no encuentran mucho consenso. Hay una fuerte objeción a la idea de los “viri probati”. Muchos creen que es el comienzo del fin del celibato. Otros consideran que la propuesta en sí misma discrimina a los “viri probati” porque, opinan, habría dos categorías de sacerdotes, de primera y de segunda clase.
Para Mons. Erwin Kräutler, Obispo emérito de Xingu, “lo que está en primer plano no es la discusión sobre el celibato, sino las comunidades imposibilitadas de celebrar la Eucaristía dominical”. Y Mons. Almeida agrega: “entre los presbíteros siempre existieron diferencias. La Iglesia tendrá que aprender a manejar estas situaciones, así como aprendió a tratar otras a lo largo de su historia”.
En todo caso, la CNBB autorizó una comisión para reflexionar sobre la cuestión, constituida por Mons. Raymundo Damacesno, Arzobispo de Aparecida, Mons. Claudio Hummes, Arzobispo emérito de San Pablo, Mons. Walmor de Oliveira, Arzobispo de Belo Horizonte y Mons. Sergio Castriani, Arzobispo de Manaus. Ya se realizaron algunos encuentros, aunque todavía no se ha logrado ningún progreso significativo.
Rafael Marcoccia 
San Pablo, Brasil
Tierras de América

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