Saturday, August 20, 2016

El Papa ha escrito a Rousseff, de fondo la crisis de Brasil



No ha sido divulgado el contenido de la carta “privada”. Alarma en la Iglesia por el conflicto interno y por los pobres

CIUDAD DEL VATICANO
El Papa Francisco ha escrito una carta privada a la presidenta de
 Brasil, Dilma Rousseff, sometida al procedimiento de impeachment.
Lo ha confirmado ella misma recientemente precisando:
“El Papa Francisco me ha escrito una carta pero no haré
público el contenido. Sólo puedo decir que no era una carta oficial”. 
No se trata por tanto de un mensaje de la Santa Sede dirigido a Rousseff.
Ésta última ha querido mantener una actitud reservada fundada y correcta:
una intervención “pública” por parte del Papa podría ser interpretada
–sobre todo en una fase de encendida polémica política-- como una
especie de interferencia vaticana en los asuntos internos de Brasil en un
momento especialmente delicado en la vida institucional del gran
 país latinoamericano.

La noticia de una misiva de Bergoglio a Dilma se difundió a principios de
 agosto gracias también a un tuit de Leonardo Boff, ex fraile
franciscano perteneciente a la Teología de la Liberación. En general los
medios internacionales y brasileños han interpretado el hecho como una
señal de solidaridad o cercanía del Papa frente a la presidenta de
Brasil –suspendida de sus funciones desde el pasado mes de mayo--
cuyo procedimiento de impeachment podría concluir con su destitución.

Rousseff está acusada de haber mentido sobre las cuentas del Estado en
 2014 durante la campaña electoral para su reelección para esconder
la crisis económica en la cual se encuentra el país. Frente a los
ataques, la presienta se ha declarado siempre inocente y ha afirmado que
estaba en curso un golpe institucional. Rousseff ha denunciado a sus
rivales políticos, en especial a los sectores de la oposición que defienden
políticas fuertemente liberales en el ámbito económico. La opinión
pública brasileña se ha dividido, los defensores y quienes apoyan a
Rousseff se han manifestado por las calles durante los pasados meses.
El clima es tenso. La misma Conferencia episcopal brasileña hace
tiempo había manifestado su perplejidad por la rapidez con la
que se había producido la crisis institucional,
 algunos obispos habían
hecho públicas sus críticas al impeachment contra la presidenta pidiendo
a los políticos que trabajaran por la unidad del país, al mismo
tiempo que condenaban los casos de corrupción que habían salido a la luz
durante la crisis.

Por otro lado el país vive desde hace tiempo una crisis económica
que está golpeando amplias franjas de la población
, un hecho que
pesa en el cuadro general. La caída del precio del petrolio, los
escándalos de corrupción unidos al caso 'Petrobas' o el impacto de la crisis
mundial sobre la economía brasileña, son sólo algunos de los factores que,
todos juntos, están poniendo a prueba el país; también porque durante los
años de la presidencia de Lula se construyó, paralelamente al
crecimiento, un estado del bienestar fundado en un gasto público importante,
para disminuir las diferencias sociales y la pobreza. ??Es por tanto
en este contexto, el pasado 11 de mayo, a la vigilia de la
apertura del procedimiento de impeachment contro Rousseff, cuando
el Papa Francisco afirmó durante una audiencia general: “envío un cordial
saludo a todos los peregrinos de lengua portuguesa, en especial a
los fieles brasileños de Araxá. Mi pensamiento está en vuestra querida y
amada nación. En estos días en los que nos preparamos para la
fiesta de Pentecostés, pido al Señor que difunda abundantemente los
dones del Espíritu Santo en modo que el país, en estos momentos de
dificultad, continue por los caminos de la armonía y de la paz, con la
ayuda de la oración y del diálogo. Que la cercanía de Nuestra Señora de
Aparecida, que como una buena Madre no abandona nunca a sus
hijos, sea defendida y sirva de guía en el camino”.

Sin embargo en estos días la líder brasileña se enfrenta a un segundo
problema: la Corte suprema ha autorizado una investigación para
verificar si obstaculizó presuntamente la justicia. La magistratura quiere
averiguar si Dilma intentó obstaculizar las investigaciones sobre el ex
presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, implicado en el
escándalo de corrupción 'Petrobras', nombrándolo ministro de su
gabinete el pasado mes de marzo. La noticia ha llegado después de un
dramático llamamiento lanzado recientemente por Rousseff, que se ha
declarado de nuevo inocente de las acusaciones del Senado hablando
nuevamente de golpe, y ha prometido convocar un referendum para
convocar las elecciones anticipadas si no es destituda a finales de agosto
(el 29 es el día clave del debate en el Senado). El asunto es complicado
y si la investigación sobre la presidenta suspendida y el asunto Petrobras es
ya por si mismo bastante grave, lo cierto es que en la misma investigación
están involucrados exponentes del gobierno provisional constituido por la
oposición y guiado desde el pasado mes de mayo por Michel Temer –ex
vice de la misma Roussef-- y ya obligado a dimitir.

No pasó inobservado que el Papa, conversando con los responsables del
Celam (el Consejo episcopal latinoamericano) en Vaticano el pasado mes
de mayo, manifestó una cierta preocupación por los problemas sociales de
América Latina, el aumento de la pobreza y las tensiones existentes en
varios países como Venezuela, Bolivia, Brasil y Argentina. En este
contexto Francisco habló de posibles “golpes de Estado blancos” que
se podían verificar en algunos países.

Lo cierto es que, más allá de los límites institucionales y políticos que
cambian de país en país y tienen sus propias características, la alarma
del Papa está dirigida a las condiciones de la gente de cada región
y a una crisis económica que cada vez más es una crisis social en
la que las primeras víctimas son precisamente los pobres. 
Por otra
parte Brasil vive, al menos desde el Mundial de Fútbol de hace dos
años y de nuevo ahora con los Juegos Olímpicos, una época de protestas
sociales que han repercutido en los gobiernos de Dilma Rousseff y el Partido
de los Trabajadores dirigido por ella junto al líder histórico Lula. De este
modo, si las Olimpiadas representan el fin de un momento de éxito efímero
para el país, en este tiempo la violencia en las grandes favelas ha aumentado
y la crisis política y del sistema no parece tener una solución fácil. 

Vatican Insider

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