Según el último informe anual del prestigioso centro de estudios sobre la paz sueco, Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), publicado este año 2016, el gasto militar mundial en 2015 alcanzó la cifra de 1,7 billones de dólares, lo que equivale a gastar diariamente 4.829 millones de dólares.
En el informe Oxfam Intermón titulado Gobernar para las élites. Secuestro democrático y desigualdad económica, publicado en 2014, se afirmaba que la mitad de la riqueza mundial estaba en manos de tan sólo el uno por ciento de la población. En otro informe de 2015, Riqueza: tenerlo todo y querer más, esta organización establecía que las ochenta personas más ricas del mundo disponían en total de la misma renta que la mitad de la población mundial más pobre.
Mientras aumenta la desigualdad y crece la pobreza, los gastos militares han experimentado un crecimiento del 1% con respecto al 2014. ¿No merece una profundad reflexión este comportamiento? El pretexto de la garantizar la seguridad fomenta la carrera armamentística mundial, lo que tiene especial relevancia en algunos lugares del planeta como Europa Central y Oriental, Asia y Oceanía, y Oriente Medio.
Los Estados Unidos de América, a pesar de un decrecimiento del gasto militar del 2,4%, continúan en primer lugar del ranking mundial con una cifra 596 mil millones de dólares, que significan el 36% del total mundial. Preocupante para la paz en Oriente Medio es el crecimiento de esos gastos en Arabia Saudí que alcanzaron una subida del 5,7% con respecto al 2014,con un presupuesto que llegó a los 87.200 millones de dólares, ocupando el tercer lugar en la lista de mayores gastos militares mundiales, solamente por detrás de Estados Unidos y China, y por delante de Rusia.
Conviene recordar que las empresas de armamento están en manos de multinacionales de los estados más poderosos de la tierra. Los Estados Unidos están a la cabeza del ranking de exportaciones de armamento con un 33% del total mundial, le siguen por este orden, Rusia con un 25%, China 5,9%, Francia 5,6%, Alemania 4,7%, y Reino Unido 4,5%.
Como se puede observar todos ellos, excepto Alemania, miembros del consejo de Seguridad de la Naciones Unidas. España,actualmente miembro no permanente de dicho Consejo, ocupa el séptimo lugar en el ranking con un 3,5% del total de las exportaciones mundiales.
La seguridad es la excusa perfecta para incrementar los gastos militares. Una seguridad puramente militarista que olvida que el principal objeto de la seguridad son las personas; y que esas armas, portadoras de destrucción y muerte, tantas veces sirven para dominar, y causar dolor y sufrimiento; y muy pocas, escasísimas en comparación con las anteriores, para conseguir la libertad y el bienestar de los más débiles.
La industria de armamento y los poderes que la sustentan obtienen suculentos beneficios como consecuencia de la percepción de inseguridad que son capaces de transmitir a través de una propaganda muy bien diseñada. Poco hablan de la seguridad humana, de la que se preocupa del bienestar, la libertad y la dignidad de los seres humanos. ¿De qué le sirve a una persona vivir en un lugar muy seguro si se muere de hambre?
Si los riesgos y amenazas para la seguridad son multidimensionales porque afectan a la economía, al medioambiente, a la estabilidad de los estados, a la cohesión social, y al bienestar y libertad de los seres humanos, ¿Por qué solamente priorizar la dimensión militar de la seguridad?
En realidad, se puede pensar que la seguridad militarista, históricamente y en la actualidad, sólo ha estado al servicio de los intereses de unos pocos, que aprovechándose de su poder, de la debilidad y la ignorancia de sus congéneres les han provisto de armas para defender a la patria, arengar al patriotismo o cualquier otro ente que consideraran capaz de movilizar los sentimientos. Esos poderes han sido los principales beneficiarios de la carrera de armamentos y de los conflictos armados.
Aunque la meta final, el sueño utópico, sería el desarme total, hay que tener una dosis de realismo y al menos conseguir que el comercio de armas se regule. Ya se dieron los primeros pasos con elTratado del Comercio de Armas, que pretende regular el mercado de las armas, que sea más transparente, que impida que se vendan a dictadores o estados que no respetan los derechos humanos. De momento, sin embargo, poco se ha conseguido.
No obstante, es realista considerar que los estados deben de dotarse de mecanismos de seguridad, que incluyan unas fuerzas armadas al servicio de los intereses generales y del bien común, con una dotación presupuestaria y unos medios adecuados para poder hacer frente a los desafíos que amenacen esa seguridad, y también para contribuir a las misiones internacionales de paz que considere la comunidad internacional de acuerdo con las leyes vigente y el respeto a los derechos humanos.
Pero hay que evaluar muy bien los gastos militares, con ponderación, con equilibrio, de acuerdo con una estrategia diseñada con la aprobación y la participación democrática de los ciudadanos, para que las partidas presupuestarias dedicadas a gastos militares sean adecuadas a los recursos económicos disponibles y no vayan en detrimento de otras prioridades que afectan a la seguridad humana.
Guerras, como la de Siria, entre otras, son posibles debido a la gran cantidad de armamento en poder de los contendientes; armas que no provienen de la Luna, han sido fabricadas en industrias de los países mencionados, y por las que obtienen suculentos beneficios los propietarios de esas multinacionales.
Principales exportadores e importadores de armas pesadas (Periodo 2010-2015)
Fuente: SIPRI 2016
Las diez empresas que vendieron más armas en el 2014 (en millones de dólares)
Fuente: SIPRI 2016
EntreParénsis
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