La religiosa que será canonizada el domingo por el Papa Francisco contada por el postulador Brian Kolodiejchuk, quien llevó adelante la causa hasta su culminación
El padre Brian Kolodiejchuk es físicamente un gigante, y tiene el rostro y la alegría de un niño. Nació en Canadá, pero su familia es de origen ucraniano, como demuestra su apellido impronunciable. Conoció a Madre Teresa en Roma cuando tenía 21 años. Había viajado con sus padres para encontrarse con su hermana, que era misionera de la caridad y en ese momento estaba en la casa romana de San Gregorio al Celio. Cuando estaban por volver a Canadá, Madre Teresa le dijo: “Quédate conmigo”. Puede parecer extraño, pero Brian le contestó que sí. Comenzó con los contemplativos, la única rama masculina de la congregación que existía en aquel momento, y terminó siendo uno de los primeros Padres Misioneros de la Caridad, la última rama masculina fundada por Madre Teresa. Los Padres son sacerdotes que se ocupan de cuidar las almas de las misioneras y de las personas que ellas asisten. Ahora Brian es el Superior de los Padres y también el postulador de la causa de canonización de la Beata Teresa de Calcuta. Vive en Tijuana, México, ciudad tristemente famosa porque se ha convertido en la meta de miles de migrantes clandestinos que tratan de cruzar el muro que los separa de San Diego, Estados Unidos. Por otra parte, todos los miembros de la Familia de los Misioneros de la Caridad, varones y mujeres, tienen la vocación de establecer sus casas en los infiernos del mundo. Probablemente por eso el padre Brian ha reflexionado tanto sobre la experiencia de la oscuridad que vivió durante cincuenta años la Madre Teresa, porque en ese largo sufrimiento espiritual de la hermana de los pobres se encuentran las huellas que orientan hacia la comprensión de la vocación de los Misioneros de la Caridad: llevar la luz de Cristo a la oscuridad de la condición humana. “Obró con fe heroica y con un amor que no percibía. Por eso su santidad es mucho más grande, ¡excepcionalmente heroica!”. Es una frase extraña en boca de la persona que mejor conoce en el mundo a la mujer que el próximo domingo será proclamada Santa. ¿Y puede obrar sin amor una candidata a la santidad? Antes de explicar esta afirmación, el sacerdote canadiense que forma parte de los Misioneros de la Caridad, la última rama masculina fundada por Madre Teresa, explica por qué Madre Teresa es una “persona-mensaje” para nuestro tiempo.
En una entrevista al jesuita Jeaque Servais, Benedetto XVI dijo que “es un signo de los tiempos” el hecho de que la idea de misericordia de Dios sea cada vez más central y dominante”. ¿La Madre Teresa, entonces, es un signo de los tiempos?
Sin duda, y de muchas maneras. Podemos decir que cada santo es un “signo de los tiempos” para esa época que le tocó vivir, pues, por lo general, Dios hace surgir un santo para dar un mensaje a ese tiempo; es una forma que tiene Dios para hacer que la Iglesia y el mundo tomen conciencia de las necesidades del momento presente.
Primero con el Papa Juan Pablo II, después con el Papa Benedicto, y actualmente con el Papa Francisco, la misericordia de Dios ha sido un tema predominante en sus enseñanzas, y con el Papa Francisco, sobre todo con su ejemplo. Toda la obra de la Madre Teresa y las Misioneras de la Caridad se concentra en las obras de misericordia, tanto espirituales como corporales. En agosto, el Centro de Madre Teresa publicará un nuevo libro, precisamente sobre la relación de la Madre Teresa con las obras de misericordia. El libro reúne las enseñanzas de la Madre Teresa sobre las obras de misericordia y luego ofrece ejemplos de cómo las vivió, tomados de los testimonios que se recogieron durante el proceso. El título es, “Un llamado a la Misericordia: Corazones para amar y manos para servir” y será publicado primero en inglés y después de la canonización en otros idiomas; seguramente también lo será en español.
¿Por qué dijo de ella misma que quería ser un “lápiz de Dios”?
Un lápiz es algo insignificante, es sólo un instrumento que alguien utiliza para escribir un mensaje. Cuando usted recibe una carta, por ejemplo, usted quiere leerla para saber lo que la persona le quiere decir; no se interesa en el papel o en el instrumento que utilizó para escribirla.
Al considerarse a sí misma como un lápiz, Madre Teresa quería poner el acento en la humildad del instrumento – ella misma – y la grandeza de Dios, que se vale de la “nada para mostrar su grandeza”, como a ella le gustaba decir. Y otra cosa, un lápiz es barato y accesible para todos, por lo tanto, muy común. El que lo usa – Dios – es el que hace grandes cosas, si ese lápiz le permite actuar con libertad.
Hay un momento que Madre Teresa llamaba el día de la inspiración, cuando escuchó la voz de Jesús que le pedía que fundara una nueva congregación. No se puede comprender la oscuridad si no se conoce la luz, y muchas personas no tienen idea de esa experiencia. ¿En qué consiste?
Ahora sabemos que la Madre Teresa escuchó la voz de Jesús por primera vez el 10 de septiembre de 1946, pidiéndole que fuera a los más pobres de los pobres en los barrios pobres de Calcuta para llevarles su luz y su amor. Estas locuciones interiores y más tarde, en 1947 las visiones interiores, continuaron hasta entrado el año de 1947. Antes de eso la Madre Teresa había pasado ya por las purificaciones regulares que San Juan de la Cruz explica en sus escritos. Esta purificación la condujo, en 1947, a la experiencia consoladora de una unión continua y profunda con Jesús.
Mucho se ha hablado de los 50 años de “noche oscura del alma”. ¿Se puede decir que corresponde a la experiencia de otros santos o tiene un significado distinto?
Incluso después de haber alcanzado la unión con Jesús, la experiencia de la “oscuridad”, como ella la llamaba, regresó. Después de algunos años empezó a dirigirla un sacerdote Jesuita, quien la ayudo a entender esta oscuridad como el lado espiritual de su trabajo. Era la forma de identificarse con Jesús en sus sufrimientos más grandes, en el Huerto de los Olivos y en la Cruz. A su vez, ella estaba experimentando lo que llamó “la mayor pobreza en el mundo actual, es decir, de no ser amado, ni deseado, ni querido”. Para la Madre Teresa su oscuridad no era tanto para su purificación sino más bien como expiación, era penetrar en la oscuridad de los pobres que no tienen fe y sobre todo no tienen amor.
Los únicos santos que han tenido una experiencia similar de oscuridad por un tiempo tan largo fueron San Pablo de la Cruz, quien también experimentó períodos de consuelo, y Santa Juana de Chantal. Lo que también es único en la Madre Teresa es que su oscuridad, hasta donde sabemos, continuó hasta su muerte.
¿Cómo explica en una santa este “silencio”? ¿Y por qué no es una objeción para la santidad?
La santidad consiste en la fe, la esperanza y el amor, y por lo tanto no consiste en lo que uno siente, sino en cómo actúa. Madre Teresa actuó con fe heroica y con un amor que no percibía. Por lo tanto, su santidad es mucho más grande, ¡excepcionalmente heroica!
También podemos decir que nadie es canonizado por sus sentimientos, sino por sus obras; en última instancia: por su “amor en viva acción”, otra expresión que a Madre Teresa le gustaba usar. Como nos dice el Evangelio: por sus frutos los conoceréis.
Madre Teresa fue beatificada en 2003 por Juan Pablo II, quien había puesto inmediatamente en marcha la causa derogando los cinco años que requería el código de Derecho Canónico. Y tampoco se puede decir que el Papa Francisco haya perdido tiempo. ¿A qué se debe ese apuro?
La Madre Teresa es excepcional, en el sentido de que ya en vida tenía una reputación sólida y generalizada de santidad. Las personas la consideraban y la llamaban santa, incluso en su presencia. Después de su muerte, esta reputación de santidad y su poder de intercesión (muchas personas estaban reportando favores e incluso milagros por su intercesión) le permitió al Papa Juan Pablo II hacer por primera vez una excepción a la espera de cinco años antes de comenzar (una regla que se estableció para confirmar con hechos la reputación generalizada de santidad, que es el requisito básico para que la Iglesia pueda comenzar una causa de canonización).
Sin embargo, aunque se hizo una excepción al período de espera, el proceso se realizó de acuerdo con las normas canónicas; el proceso en sí no fue menos exigente que cualquier otro. Para Juan Pablo II, la Madre Teresa era una “persona-mensaje” para nuestro tiempo, que encarna muchas de las enseñanzas fundamentales de su pontificado, por ejemplo, la “civilización del amor” y “el respeto a la vida”. Con el Papa Francisco, existe una afinidad en su carisma de ir a los marginados, a las periferias de la existencia humana, a los más pobres entre los pobres.
Es sorprendente que después de la muerte de la Madre Teresa, las Misioneras de la Caridad hayan tenido su mayor expansión. Eran 3.842 en el momento de su muerte, trabajando en 594 casas, y ahora son más de 5.000 en 758 casas de 139 países. ¿Debe morir el fundador para que la obra que ha nacido de él se difunda en el mundo?
En realidad, las hermanas Misioneras de la Caridad tuvieron su mayor expansión a fines de los años 70′ y principios de los 80′, cuando la Madre Teresa aún vivía. El hecho de que la congregación siga creciendo es sólo una señal de que su carisma sigue vivo y activo en la Iglesia, sigue dando frutos. Pero no es éste el caso de que se hayan expandido sólo después de su muerte.
¿Usted conocía a las cuatro hermanas de Madre Teresa que fueron asesinadas en Yemen?
No, no las conocí.
¿El martirio forma parte del carisma de las hermanas de Madre Teresa?
Ser mártir, lo mismo que la santidad, es una posibilidad que existe en toda vocación cristiana. Sin embargo, el martirio es una gracia, y no sabemos para quién la tiene reservada Dios ni quién está “listo” para recibirla. Dicho esto, la Madre Teresa esperaba dar santos y mártires a la Iglesia, y después de su muerte se le concedió su deseo.
Tierras de América
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