Saturday, September 26, 2009

Curas casados...y despreciados. José Manuel Vidal

Son miles. Concretamente, 5.500 sólo en España. En cualquier empresa, los curas casados serían recibidos con los brazos abiertos. Pero la Iglesia no es una empresa cualquiera.

Sábado 26 de septiembre de 2009.


A pesar de ser una institución humano-divina, no sabe aprovechar sus recursos humanos. Y, en época de invernía vocacional, no sólo prescinde olímpicamente de 5.500 sacerdotes, sino que, además, los ningunea y los señala públicamente como los traidores a "sus compromisos". El último en hacerlo, el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela.


En una nota pública, el purpurado madrileño no sólo quiere dejar constancia de que la Iglesia les prohíbe ejercer el sacerdocio ministerial a los curas casados, sino que, además, trata de estigmatizarlos como los que "rompieron sus compromisos" y de desautorizarlos por completo. Sobre todo a los más combativos en este campo. A los curas del Movimiento pro celibato opcional (MOCEOP), que llevan más de 40 años luchando por la supresión del celibato obligatorio en la Iglesia católica.


Entre ellos, un hombre profético: Julio Pérez Pinillos. Cura obrero y casado y uno de los fundadores del Moceop. De los que no se cansan ni se quema en la lucha. Porque lleva en la brega muchas décadas. Con humildad y constancia. Haciendo mucho bien a mucha gente. Celebrando y actuando muchas veces como cura, porque la gente y las comunidades se lo piden. Y porque él está convencido de que el matrimonio no impide ejercer el sacerdocio con todas las de la ley. La ley de Cristo, claro. En el tajo, con los obreros. En Vallecas, con los más desfavorecidos. Con las causas perdidas. Con la utopía del Reino.


Un cura casado, pero entregado por completo, consumido por el celo de la evangelización. Un cura al que algún día la Iglesia española tendrá que reconocerle sus méritos. Y su lucha profética, que aquí Rouco censura, pero que otros cardenales aplauden.


Porque son ya muchos los jerarcas que están planteando abiertamente la supresión del celibato obligatorio. Desde Martini a Arns, pasando por otros muchos. Hasta el propio Hummes, prefecto del dicasterio del Clero. Y no digamos los fieles, que apoyan en un 80% el que los sacerdotes puedan casarse.


Pero a Rouco le sale pocas veces su vena de párroco, tapada por la de canonista. Encerrado en su mundo, rodeado de "pelotas" que sólo le dicen lo que quiere oír, está perdiendo sus entrañas de pastor. Monseñor, acepte una sugerencia. Hecha desde el cariño y sin ánimo de ofender, por supuesto. ¿Por qué no llama a Julio Pinillos o se va un día a comer a su casa? Y que le cuente, que le diga, que le abra su corazón. Que le enseñe su comprometida familia, su trabajo, su lucha, su tesón, su amor a la Iglesia...Y pronto llegaría a la conclusión de que su celo por el Reino está a la altura del de los mejores curas célibes que tenga en su diócesis.


Entrañas de misericordia. Pastor, pero sobre todo padre. Y permítame que le diga que no se deje arrastrar por los talibanes, que quieren llevarlo a las trincheras. Al catolicismo del "conmigo o contra mí". Al catolicismo de los cátaros.


Recuerdo, monseñor, cuando llegó a Madrid, allá por el año 1994, y proclamó, alto y claro, que quería ser el obispo de todos. Pues éstos, los curas casados, tamibén son Iglesia. Y están eserando (llevan 15 años esperando) su abrazo de padre y pastor. Nunca es tarde, eminencia. Y perdone la osadía. Son licencias que quizás entre paisanos nos podemos permitir.


MOCEOP

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