La celeridad de los ya acelerados pasos de la gente se acentúa al mismo tiempo que nuestras retinas se impregnan de brillantes y coloridos adornos.
A este ritmo, la simple idea de la espera nos resulta casi ofensiva. A veces nos parece que esperar es un lastre que nos impide disfrutar de la vida. No tiene porqué... La mayoría de las veces, esperar nos exige un enorme esfuerzo. Pero ese esfuerzo suele ir encaminado a ponernos en el lugar del otro, a comprender y a no dar pasos en falso.¿Acaso no merece la pena esforzarse por ponernos en el lugar de los demás? Si somos capaces de evitar caer en la inercia que nos arrastra en estos días rápidos, si aprendemos a esperar, es posible que logremos vivir con mayor sensatez, que comprendamos mejor a los demás y, por ende, que nos vayamos entendiendo a nosotros mismos cada vez un poquito mas.
Es posible.
Russell
pastoralsj
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