«Irá al corazón de Europa, a un país de antigua y gran tradición cultural al cual el cristianismo ha dado una contribución esencial; un país que recuerda en estos días el vigésimo aniversario del final del régimen comunista y del renacer pacífico de la democracia; un país en el que la secularización está tan difundida que la práctica religiosa ha quedado reducida a una minoría».
El Papa Benedicto XVI realiza desde este sábado 26 de septiembre y hasta el domingo día 28 su decimotercer viaje apostólico internacional. Tras haber realizado etapas ya en países de los cinco continentes, Benedicto XVI regresa a Europa, y ahora lo hace con una visita a uno de los países que constituyen su corazón histórico: la República Checa. La frase paulina «El amor de Cristo es nuestra fuerza» («Laska Kristova je nasi silou», en lengua checa) es el lema escogido para el periplo apostólico, breve (tres días), pero intenso como lo avala el hecho de que pronunciará once discursos, dirigidos a políticos, eclesiásticos, pueblo fiel, jóvenes, intelectuales y comunidades ecuménicas.
1) Tres ejes centrales.-
Tres son, pues, los ejes, las claves de esta nueva visita apostólica. En primer lugar, recordar, incidir, abundar en las raíces cristianas de Europa y en la importancia de que el viejo continente sea fiel a ellas en pro de su bienestar y progreso verdaderos. En segundo lugar, conmemorar los veinte años de la caída del muro de Berlín y con él del Telón de Acero, que trajo de modo inmediato la llamada “revolución de terciopelo”, que ejemplar y pacíficamente, desalojó del poder en la entonces Checoslovaquia a los comunistas e instauró la democracia. Y, por fin, en el tercer lugar surge como apremiante la índole y dimensión misionera y evangelizadora de la visita papal ante la creciente secularización y paganización en República Checa, donde apenas un tercio de la población es católica y donde los índices de práctica religiosa son muy bajos y decrecientes.
En este sentido, por su parte, en unas interesantes declaraciones recientes a la revista PALABRA, a Gustavo Monge, el nuncio apostólico en República Checa desde 2001, el italiano Diego Causero (Udine, 1940), desvela la ya larga génesis del viaje papal, que se retrotrae a 2005 con ocasión de la visita ad limina de los obispos checos y al deseo del Papa de conmemorar el vigésimo aniversario de la caída del muro de Berlín. Incluso, según monseñor Causero, “el Papa hubo de optar entre Berlín y Praga, eligiendo la segunda” para realizar esta visita conmemorativa.
2) Más de mil años de cristianismo.-
Aunando estas tres claves, las fechas elegidas del viaje no son casuales. De un lado, nos hallamos en las vísperas del citado vigésimo aniversario de la caída del muro de Berlín (9 de noviembre), y, de otro, la visita concluye en el día de la fiesta nacional de la República Checa en honor del rey y mártir del siglo X San Wenceslao, cuyas reliquias en Stará Boleslav venerará el lunes 28 de septiembre, memoria litúrgica del santo y mártir. En último sentido, el padre Lombardi señala que «la fiesta de esta nación, razón de la elección de la fecha del viaje del Papa, está dedicada al mártir san Wenceslao». Y proyecta el significado y las expectativas de esta elección en las fechas del viaje de Benedicto XVI: « ¿Cómo recordar de forma más eficaz que el cristianismo ha dado y desea seguir brindando cordialmente un servicio precioso a lo más profundo del ser y de las esperanzas de un pueblo, de todo pueblo?». Y de ahí también que será en su visita a las reliquias de San Wenceslao, en Stará Boleslav, cuando el Papa se encuentre y dirija a los jóvenes checos.
La historia cristiana de las tierras de Bohemia y Moravia –las dos regiones de la actual República Checa-, regadas por el ubérrimo Moldova, se remonta a finales del siglo IX y encuentra en San Cirilo y en San Metodio a sus primeros evangelizadores. El cristianismo llegó a países checos a finales del siglo IX y posteriormente con el recibimiento del cristianismo por el príncipe Borivoj y su mujer Luzmila. En esta época mandaron los soberanos a construir las primeras iglesias. Sucesivamente empezaron a llegar a Moravia y a Bohemia las primeras órdenes de monjes que fundan aquí monasterios como nuevos centros de educación y cultura. Prueba de esta cultura religiosa y cristiana es el esplendorísimo patrimonio artístico sacro en el país.
Santos checos son la duquesa de Bohemia y mártir Santa Ludmila (860-921); San Wenceslao, duque de Bohemia y mártir (907-935); el obispo de Praga y mártir San Adalberto (956-999); San Procopio de Sázara (+1053), esposo y padre y después emérita y fundador monástico; de Praga o de Bohemia (1205-1282), quien dejó su origen aristocrático y se hizo monja clarisa, manteniendo una conocida relación epistolar con Santa Clara de Asís; la madre de familia y modelo de caridad Santa Zdislava (¡220-1252) y San Juan Nepomuceno (1811-1860), religioso redentorista, obispo, misionero y promotor de la pastoral de migraciones. También puede ser de origen bohemio la princesa Santa Orosia, patrona de la diócesis española de Jaca y cuyas reliquias se hallan en la catedral jacetense.
Hay también dos beatas, las dos religiosas, martirizadas durante la segunda guerra mundial por el nazismo y beatificadas por el Papa Juan Pablo II. Se trata de María Antonia Kratrochwil (1881-1942) y María Restituta Kafka (1894-1943).
Al hacer el elenco de los santos y mártires resulta muy significativo el hecho de que varios de ellos –seis de diez- son mártires. También es muy elocuente que la mitad de ellos fueron laicos. La Iglesia checa fue también Iglesia clandestina y del martirio durante la dominación comunista tras la segunda guerra mundial. Significativo al respecto es que el todavía arzobispo de Praga, cardenal Vlk, durante aquellos hubo de compatibilizar su clandestino ministerio sacerdotal con el oficio de limpiacristales...
3) Bajo dos pesadas rémoras historicas.-
El desarrollo y el auge de la Iglesia católica en República Checa se enfrenta igualmente a dos pesadas rémoras históricas no desdeñables. La primera es la presentación que la historiografía nacionalista ha hecho de la jerarquía católica como aliada de la dinastía imperial de los Habsburgo, siempre contraria a las aspiraciones nacionalistas de Bohemia.
Y la segunda de estas rémoras es la exaltación , la “idolatrización” –también, sobre todo, por razones nacionalistas- llevada a cabo desde siglos de la figura del reformador bohemio Juan Hus (1370-1415), teólogo heterodoxo, uno de los precursores de la reforma luterana, condenado por la Inquisición a la pena capital durante el Concilio de Constanza (Juan Pablo II, que visitó República Checa en 1990, 1995 y 1997, pidió perdón por su muerte), a quien los checos levantaron en la bellísima ciudad vieja de Praga un espectacular monumento y cuyos seguidores, llamados Husitas o Taboritas, se organizaron desde primera hora y todavía constituyen el1,2% de la población checa.
4) Una valerosa Iglesia hoy escasamente reconocida, todavía un tanto recluida y agazapada y que, no acaba de despegar.-
El nuncio en República Checa monseñor Causero señala, en la citada entrevista, algunos de los actuales retos en este país en República Checa. El primero de ellos es la mentalidad de “gueto” todavía existente entre los católicos checos, tras tantas décadas de persecución ideológica y física. Esta mentalidad se ha traducido, según el nuncio, en una actitud marcada “por un cierto cinismo y secularismo” y por la irrelevancia social y pública de la Iglesia y de los católicos, concretada incluso en una sensación de “miedo de no poner anunciar con libertad el Evangelio”. Las expectativas de retorno a la vida cristiana tras la caída del muro de Berlín se volatilizaron muy pronto, y, como monseñor Causero reconoce, “después del régimen comunista, la gente no ha vuelto al redil”, mientras que, por otro lado, el país sí que denota la necesidad y el deseo de “dirección”, de capitalizar y aprovechar sus muchos valores humanos.
Con todo, los datos siguen reflejando un descenso de población católica. Si en 1997 eran el 39% de los checos, a día de hoy son el 31,1%, tres millones trescientas mil personas de un total de diez millones cuatrocientos habitantes con que cuenta el país. Y tampoco las expectativas de futuro son demasiado halagüeñas: el número de seminaristas mayores es de 184 y el de seminaristas menores es de tanto solo siete. Los sacerdotes diocesanos en un país que cuenta con 21 obispos, es de 1.370. A ellos hay que añadir 586 religiosos sacerdotes. Los religiosos no sacerdotes son 116 y 1.609 las religiosas. Hay también 178 diáconos permanentes, 160 miembros de Institutos Seculares y 1.109 catequistas. El encuentro específico del Papa con los sacerdotes, diáconos, consagrados, seminaristas y catequistas checos es el sábado 26, a las 18 horas, en la hermosísima catedral de Praga, con el rezo de las vísperas. Por cierto, que propiedad de la catedral, bellísimo templo gótico dedicado a San Vito, San Adalberto y a San Wenceslao, sigue siendo objeto de un contencioso pendiente entre la Iglesia y el Estado.
5) Sin acuerdos bilaterales Santa Sede/República Checa.-
Quizás por todo ello la Santa Sede y la República Checa todavía no disponen de un concordato o acuerdos bilaterales, sin que, por ello, esté regulado institucionalmente sistema alguno para la financiación de la Iglesia. De especial significación será en este sentido el discurso del Papa en su encuentro con las autoridades políticas, civiles y diplomáticas del país en el palacio presidencial de Praga. Está previsto para las 17 horas del sábado 26 de septiembre. Con anterioridad el Papa se encontrará con el presidente checo, Vaclav Klaus, muy conocido, por cierto, por su euroescepticismo- y quien lo recibe en el aeropuerto de Praga, a las 11:30 horas del sábado 26, y lo despedirá el lunes 28 a las 17:15 horas, con sendos y recíprocos discursos.
6) Luces en medio de las sombras.-
La piedad popular, con sus peregrinaciones, santuarios y culto litúrgico, es quizás a cambio una de las referencias más esperanzadoras y positivas de la actual Iglesia checa. Muy significativo es al respecto que Benedicto XVI comience su visita al país con una peregrinación a la popular iglesia del Niño Jesús de Praga, regida por los Carmelitas en pleno centro histórico de Praga. Es el sábado 26 de septiembre a las 12:30 horas. Cuarenta y ocho horas después el Papa concluye su periplo checo en el santuario de San Wenceslao, patrón del país, en Stará Boleslav. También en República Checa está enterrado San Metodio, evangelizador del país. Su tumba se halla concretamente en la ciudad de Velehrad, en un monasterio cisterciense dedicado a él y a su hermano San Cirilo, evangelizadores de la Europa central y oriental, de la Europa eslava.
Además la Iglesia checa mantiene una discreta pero consolidada y valorada presencia en el mundo de la educación y de los servicios sociocaritativos. Así rige 39 escuelas maternales y primarias, 33 escuelas inferiores y secundarias y 7 universidades, que acogen, respectivamente, a 5.412, 8,525 y 2.040 alumnos. El número de hospitales de la Iglesia es de 50; 98 ambulatorios; 134 casas de ancianos, inválidos y necesitados; 59 orfanatos; 58 consultorios familiares y centros de protección de la vida; 170 centro de educación especial y reinserción social; y otras 28 instituciones de acogida y atención caritativa.
Por su céntrica y estratégica situación geográfica, el viaje papal a República Checa tiene también otros destinatarios: peregrinos católicos de Eslovaquia y de Polonia. Al efecto, el domingo 27 de septiembre Benedicto XVI se desplaza a la industrial y populosa ciudad checa de Brno, capital de Moravia. Allí celebra la misa dominical, en la explanada del aeropuerto, a las 10 horas, y a continuación reza el Ángelus, con sendas predicaciones.
En la tarde de ese mismo día, domingo 27, Benedicto XVI regresa a Praga. Le esperan dos destacados actos y encuentros. A las 17 horas es el encuentro ecuménico en el palacio arzobispal de Praga –por cierto que la visita papal es esperada también en orden a la sucesión del arzobispo de Praga, cardenal Miloslav Vlk, de 77 años- y cuarenta y cinco minutos después en el castillo de Praga –el célebre y emblemático castillo de Praga, donde prendió la chispa de la europea guerra intercristiana de los 30 años (1618-1648) con la llamada “defenestración de Praga”, y lugar recreado hasta de modo onírico y surrealista por el gran literato checo Franz Kafka (1883-1924)-, el esperado encuentro con el mundo universitario y cultural.
7) Un viaje para la esperanza ya que la fuerza radica en el amor de Cristo.-
Todo ello hace de éste un interesante viaje papal; en suma, un viaje para la esperanza, un viaje para mostrar la esencia del mensaje cristiano y de su aportación local y universal: el amor de Cristo, como reza el lema de la visita papal, y cuya fuerza –el amor de Cristo- es la fuerza de la Iglesia, siempre y en toda lugar y circunstancia y máxime de una y para una Iglesia desprovista de recursos y de apoyos como acontece en República Checa.
Un viaje que, de nuevo en palabras de Federico Lombardi, buscar ser «ciertamente un aliento para una Iglesia viva y valiente en su testimonio de fe, que sepa difundir esperanza y caridad solidaria a su alrededor, y, en particular, para las jóvenes generaciones. Una invitación a un cordial ecumenismo, que dé credibilidad y profundidad a la contribución de los creyentes en la edificación del futuro en la sociedad secularizada. Una perspectiva de gran espesor cultural y moral, para que el proceso de unificación europea no se reduzca a los aspectos materiales y económicos, sino que lleve consigo la riqueza de los valores compartidos, necesarios para garantizar la dignidad de la persona humana».
Eclessia
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