Wednesday, April 21, 2010

Carlos Azpiroz: “No podemos predicar como ayer”


Maestro de la Orden de Predicadores
(José Luis Celada- Fotos: Luis Medina) El próximo 5 de septiembre, los dominicos elegirán un nuevo Maestro de la Orden en el marco del Capítulo General que se celebrará en Roma entre el 1 y el 28 del mismo mes. Fray Carlos Alfonso Azpiroz Costa, argentino de 53 años, ocupa el cargo desde julio de 2001 y durante todo este tiempo ha sido testigo de los afanes y desafíos de la Familia Dominicana, de cómo su estilo de vida quiere ser “evangélico” y su palabra “profética”, para tomarle el pulso a la realidad actual en los caminos del mundo. Ahora hace balance de lo vivido, pero siempre mirando al futuro, porque “no podemos predicar la Palabra de Dios como lo hicimos ayer”.

- En septiembre celebran un nuevo Capítulo General. ¿Han cambiado mucho las cosas desde que fuera elegido Maestro de la Orden hace nueve años?
Es difícil hacer un balance de modo sintético. Para un análisis así, hacen falta al menos otros nueve años, la mirada desde una perspectiva más amplia. ¿Una idea fuerza? Aquello de san Pablo a los Corintios: “¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!” (1 Cor 9, 16). Solemos redescubrir este desafío en cada Capítulo General. La Orden lo celebra cada tres años (si bien el Capítulo General electivo se reúne, en principio, cada nueve). Buscamos siempre responder a esa cuestión generalmente a través de algunos temas que le dan marco: nuestra misión (predicación); nuestra vida fraterna en comunidad; nuestro estudio; nuestro gobierno; la Familia Dominicana.
- ¿Cómo está afectando a la predicación dominicana y a la experiencia de fe de los dominicos el actual contexto de creciente secularización?
En muchos documentos de la Iglesia suele distinguirse el proceso de secularización que nos ayuda a comprender la justa autonomía de la realidad terrena… del secularismo. El “secularismo” pretende que la realidad creada es independiente de Dios y que podemos usarla sin referencia al Creador, como si la creación no tuviera ninguna apertura a lo trascendente (cf. Gaudium et Spes, n. 36). No se trata de dos realidades totalmente diversas y, por ello, actualmente se advierte una creciente secularización. En este sentido, nuestra confianza para tomar parte en las quaestiones disputatae de nuestro tiempo surge de nuestra confianza de que somos los herederos de una tradición intelectual viva y se apoya en intuiciones filosóficas y teológicas fundamentales. Nuestra predicación no se reduce a “hablar de oídas”, sino como testigos de Jesucristo, del Evangelio que salva y hace libres. Se trata de predicar en este mundo la Buena Noticia en su pureza y con todas sus exigencias.
Vida comunitaria
- ¿En qué medida el individualismo que nos invade perjudica a la vida en comunidad de los religiosos y religiosas?
En los últimos años, he pensado mucho en aquello que caracteriza la vida religiosa como tal: vida que intenta encarnar los consejos evangélicos (obediencia, castidad y pobreza) mediante “votos públicos”. Creo que la antesala de cierta secularización (y, a veces, “secularismo”) en nuestro modo de vida radica más bien en que no nos damos cuenta de cierta tendencia a “privatizar” la vida religiosa. Si reducimos la “publicidad” sólo al “aparecer”, entonces “privatizamos” nuestra vida, trasladando a un ámbito meramente “privado” nuestros votos religiosos. Lo que nos ha unido en comunidad es nuestra profesión de fe y nuestra profesión de los consejos evangélicos.
- El estilo de vida dominicano, tal y como ha podido ir palpando a lo largo de estos años por distintos lugares del mundo, ¿resulta creíble para la gente?, ¿y atractivo para los jóvenes?
No vivimos un estilo de vida “para-ser-atractivos-a-los jóvenes”, porque nuestra vida no está signada por los ritmos de la moda o de lo que es “hoy” fashion. Nuestro estilo de vida quiere ser evangélico, eso es todo. Al ser humano, el estilo evangélico provoca preguntas, interrogantes: ¿éstos quiénes son? ¿Adónde van? Al responder a esas preguntas, algunos reconocen cierta bondad, veracidad y belleza en esta vida; otros –libres de opinar– sentencian: qué ridículo. ¿No pasaba lo mismo con la vida de Jesús y de sus discípulos?
- ¿Conjugan con equilibrio los dominicos su compromiso con la realidad y su necesario cultivo del espíritu?
Yo no podría definir sin más la vida dominica como una vida “equilibrada” (sobre todo, con el significado actual de “equilibrio”). Nuestra vida lleva consigo ciertas “tensiones”, como las cuerdas de un instrumento deben estar tensas, como los cables que sostiene una antena emisora o receptora… Todo dominico o dominica que se precie de tal pretende ofrecer una palabra profética (una predicación profética). Ser profetas significa leer los acontecimientos, lo que pasa, la historia, a la luz de la Palabra de Dios. Ser profetas también significa leer la Palabra de Dios “tomándole el pulso” a la realidad, a lo que pasa, a los acontecimientos… No podemos predicar la Palabra de Dios como lo hicimos ayer, como si nada hubiese pasado.
- Como latinoamericano, y en el marco de los bicentenarios que celebran muchos países del continente, ¿evangelización y colonización han dejado definitivamente de ir de la mano?
La celebración del Bicentenario de la emancipación o independencia de numerosos países del continente en cierto sentido se ha separado de la carga “colonial” de inicios del siglo XIX. Sin embargo, intentando releer la historia y el presente de nuestros países a inicios del siglo XXI, no podemos decir que vivamos en países “emancipados” o “independientes”, verdaderamente libres. Lo que hemos descubierto con mayor profundidad es que no podemos simplemente juzgar la situación actual como una mera cuestión de “estructuras”.
Vida Nueva

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