Sunday, April 25, 2010

JESÚS NO DELIMITA EL REDIL DE SUS OVEJAS

Por José María Maruri, SJ


1.- Juan es el que, tal vez, pone con más relieve el enfrentamiento de Jesús con la religión nacional e institucionalizada de los judíos. Y al tiempo es el que tiene más interés en dejar claramente establecida la nueva jerarquía establecida por Jesús a cuya cabeza esta Pedro.

Y sin embargo es Juan el que con esta parábola del buen Pastor da una campanada de llamada de atención. En la Iglesia el único verdadero Pastor es Cristo. Lo que hace que uno sea discípulo de Cristo no son los lazos jurídicos e institucionales sino los íntimos lazos que unen al creyente con Jesús.


2.- De parte de Jesús hay una estrecha relación con cada uno de nosotros:

a) nos conoce personalmente, como conocemos a una persona por el timbre de su voz cuando nos llama por teléfono.

b) ha dado su vida: “me amó y se entrego por mí”

c) por una comunicación de su Espíritu nos une a Él haciéndose vivir de la misma viva divina de que Él vive.

El Padre y Yo somos una misma cosa: “que sean uno como Tú y yo somos uno… a esa identidad somos llamados.

De nuestra parte estar viviendo una religión jurídica, del club deportivo.

A) somos católicos porque en el libro de bautismos consta que nos bautizaron, y también estamos casados por la Iglesia.

B) cumplimos con el reglamento de oír misa la fiesta y no comemos carne el Viernes Santo.

C) y pagamos nuestra cuota dando algo de vez en cuando.

D) hemos dado cosas, hemos hecho cosas, pero no hemos entregado el corazón, nuestro corazón no ha llegado al contacto íntimo con Jesús, no conocemos su voz, y por tanto no le sigue nuestro corazón. Aunque Él nos conozca, si nosotros no le reconocemos pasará de largo, porque en una relación interpersonal se necesita el encuentro de los dos.


3.- Jesús dice que sus ovejas son las que Él conoce y las que le conocen a Él y le siguen… y no admite otra condición. Ya pasó el que la pertenencia a una nación era promesa de la pertenencia al pueblo de Dios. Ahora no hay judío ni gentil. El que responde libre y personalmente a la llamada de Cristo ese pertenece al pueblo de Dios. En esto podemos estar equivocados. No es nuestra historia secular de católicos la que nos hace ser pueblo de Dios, ni el decirnos a nosotros mismos poseedores de la verdad. Ni tener grandes templos y tesoros riquísimos dedicados al culto divino, ni las mejores obras de arte religioso, nada de eso hace más católicos, ni siquiera nos hace católicos.

Jesús se muestra enigmático en sus palabras. El conoce a sus ovejas y nadie se las arrebatará, pero no dice cuáles son. No delimita el redil de sus ovejas.

4.- ¿Estamos nosotros ellas? ¿Y somos nosotros solos sus ovejas? Más bien hay que pensar que Jesús está pensando que habrá un sin fin de ovejas realmente suyas que no estén entre los estrechos límites de un redil jurídicamente establecido.

¿Lo reducido de este pueblo de Dios visible en que nosotros nos movemos no está en pugna con la universalidad intrínseca a la fe? ¿Y no será esto porque en realidad hay un pueblo de Dios no visible a nuestros ojos extendido por toda la tierra? ¿Ese pueblo de Dios constituido por los que Jesús conoce y le conocen a Él?

Seamos humildes y tengamos sentimientos universales y fraternales hacia tantos millones de hermanos invisibles que conocen a Cristo y que Él los reconoce como ovejas suyas.


Betania

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