Saturday, November 26, 2011

El misterio de la tumba de Jesús

EL CONTROVERTIDO ARQUEÓLOGO SIMCHA JACOBOVICI

La representación más antigua de la resurrección, que sería incluso más antigua que las narraciones de los Evangelios. Operación muy comercial y poco histórica

GIORGIO BERNARDELLI
ROMA

Así como las luminarias y los mercados, también el mundo de la arqueología sensacionalista nos señala que se está acercando la Navidad. Junto con los regalos de las fiestas, de hecho, se está preparando el «nuevo descubrimiento», que nos dará a conocer cómo sucedieron en verdad las cosas con ese tal Jesús.

Basta ingresar al sitio del gran grupo editorial estadounidense Simon & Schuster para descubrir que el 3 de enero llegará a las librerías The Jesus Discovery, el nuevo best seller de Simcha Jacobovici y James Tabor. El «descubrimiento de Jesús» porque estos arqueólogos habrían encontrado, en una tumba que había estado sellada hasta hoy en Jerusalén, la representación más antigua de la resurrección, que (según ellos) sería incluso más antigua que las narraciones de los Evangelios. Alguien podría decir que el 3 de enero es en realidad posterior a la Navidad. Nada de que preocuparse: el lacónico comunicado de Simon & Schuster anuncia que el libro llegará a las estanterías solo después de que en el canal de TV de la National Geographic se haya transmitido en horario estelar un documental realizado por los mismos arqueólogos. Precedido, obviamente, por la infaltable conferencia de prensa en la que ambos revelarán los detalles de este descubrimiento que —citamos textualmente— «está destinado a revolucionar lo que sabemos sobre Jesús y sobre los comienzos del Cristianismo». Basta sumar uno más uno para darse cuenta de que la operación llegará a los periódicos de medio mundo puntualmente, como reloj suizo.

Por lo demás, el protagonista de esta historia es un viejo conocido: Simcha Jacobovici es, de hecho, el mismo arqueólogo israelí-canadiense que —en la vigilia la Pascua del 2007—sobresaltó al mundo con otro documental que transmitió elDiscovery Channel, en el que sostenía haber encontrado, en el barrio de Talpiot en Jerusalén, la verdadera tumba de «Jesús, hijo de José». Un sepulcro que, sin embargo, estaba lleno: Jesús estaría aún allí y, por lo tanto, su resurrección sería un mito. Aún más —la cereza de la torta, en perfecto estilo Código Da Vinci—, no estaría solo: en los osarios de aquella tumba de familia se encontrarían sepultados también la madre, María; la esposa, María Magdalena y un hijo llamado Santiago. El «excepcional descubrimiento» desencadenó un alud de artículos gracias a una movida sagaz: el documental fue transmitido sin censuras, sin ningún tipo de diálogo científico con otros arqueólogos sobre las pruebas mostradas. Porque, de lo contrario, se hubiera sabido que esa tumba en realidad había sido descubierta 25 años antes,y que nadie la había interpretado de ese modo. Y que Yehoshua y Yoseph —los nombres hallados en el osario— eran muy comunes en la Jerusalén de hace dos mil años, y que entonces el hecho de encontrarlos juntos en una tumba de familia no prueba, por sí solo, absolutamente nada. El juego pudo, de este modo, llegar a una audiencia de 4 millones de espectadores y le valió un premio Emmy a Jacobovici, conocido por el gran público por la transmisión The naked archeologist (transmitido también por History Channel).

Y ahora, entonces, vuelve a la carga con otra tumba descubierta precisamente en la misma zona de Talpiot. Como de costumbre, por el momento se sabe muy poco sobre esta excepcional primera representación de la resurrección de Jesús: el adelanto del libro habla solo de dos osarios en los que se encuentran esculpidas una imagen y una inscripción en griego. Un detalle, sin embargo, parece clarísimo: el arqueólogo israelo-canadiense no ha cambiado para nada su idea sobre el hecho de que se trata tan solo de un relato mítico. Porque Simon & Schuster se apresura a precisar que el nuevo best seller «vuelve a lanzar» el tema de la credibilidad de la «tumba de familia de Jesús», desde el momento que el nuevo descubrimiento tuvo lugar a apenas 200 pies (60 metros) de distancia de aquel que llegó a los titulares en el 2007.

Hay que agregar que, últimamente, Jacobovici parece haberse convertido en una verdadera fábrica de este tipo de operaciones. Este año, de hecho, ya en Pascua había arrojado otra bomba: los clavos de la cruz de Jesús, hallados en la tumba de un tal Caifa, que para él, sin lugar a dudas, sería el sumo sacerdote del que hablan las narraciones de la Pasión. Al darse cuenta de la importancia del condenado —es su tesis— el sacerdote habría conservado aquella reliquia. Es inútil agregar que, también en este caso, otros arqueólogos subrayaron que el tipo de tumba era incompatible con el prestigio de un sumo pontífice, y que los clavos exhibidos en la infaltable conferencia de prensa eran demasiado cortos con respecto a los usados comúnmente por los romanos en las crucifixiones.


Vatican Insider

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