Wednesday, November 23, 2011

Estados Unidos, fuga de la Iglesia Católica

Una crisis de confianza y credibilidad, que tiene los escándalos relacionados con los abusos como telón de fondo. Guido Mocellin en la revista "Il Regno", ya había puesto en guardia sobre una "crisis de credibilidad" de las comunidades eclesiales en los Estados Unidos

GIACOMO GALEAZZI
CIUDAD DEL VATICANO

Dos millones "se dan a fuga" de Roma. Es el efecto causado por los abusos: una hemorragia de fieles en los Estados Unidos. El 3% de los católicos de estadounidenses ha abandonado la Iglesia a causa del escándalo de los sacerdotes pederastas, según un estudio de la Universidad de Notre Dame llevado a cabo por Daniel M. Hungerman. Y quien saca mayor beneficio de la crisis del catolicismo estadounidense es la confesión baptista. Guido Mocellin en la revista de los padres dehonianos "Il Regno", ya había puesto en guardia a propósito de una "crisis de credibilidad" de la Iglesia en Estados Unidos. La culpa es sobre todo de la línea de conducta de omisión aplicada por el obispado antes de que la "tolerancia cero" fuera impuesta por Benedicto XVI.


Durante años los obispos americanos, de hecho, trataron de encubrir a los sacerdotes culpables negociando las indemnizaciones a las víctimas lejos de las aulas de los tribunales, en vez de denunciar cada uno de los casos que llegaban a su conocimiento a la autoridad judicial y destituir a los acusados de sus cargos pastorales. Ha parecido tardía la admisión pública de los prelados de su precedente ineptitud e inadecuación, frente a las violencias sexuales perpetradas a menores por parte de sacerdotes. La sensación de "que en la Iglesia Católica haya prevalecido la preocupación de defender a los propios sacerdotes más que a sus muchachos; que los obispos hayan preferido gastar miles de millones de dólares en indemnizaciones privadas para no admitir públicamente su propia responsabilidad y la de los sacerdotes bajo su jurisdicción; que en sustancia haya sido traicionada de un modo tan obvio la confianza que la institución eclesiástica católica se ha merecido bajo otros aspectos, poniendo los aspectos legales y financieros delante antes que los pastorales, está generando particularmente en el "católico americano" común, sentimientos de dolor: tristeza, repulsión, rabia, frustración, confusión, bochorno".

Es como si colectivamente, en la relación entre la Iglesia como institución y la Iglesia como pueblo, se "hubiera reproducido en parte la dinámica existente en cada una de las violencias que se han llevado a cabo, entre el sacerdote y el muchacho convertido en víctima". La oleada de escándalos que ha producido esta escapada de dos millones de fieles tuvo en Estados Unidos dos gravísimos precedentes. En 1985, el caso de la diócesis de Lafayette, en base al cual los obispos empezaron a tomar conciencia del problema y al inicio de los años 90, cuando un exsacerdote, J. Berry, publicó el libro "No nos dejes caer en la tentación: los sacerdotes católicos y la violencia sexual contra menores". "Lo que desconcierta a la opinión pública no es tanto la violencia en sí del comportamiento sexualmente incorrecto de un cierto número de sacerdotes contra menores: otras instituciones, especialmente las otras Iglesias, no se han visto menos afectadas que la Iglesia Católica por el fenómeno- es el análisis de Mocellin-. El porcentaje de sacerdotes autores de este comportamiento respecto al total, que está estimado entre el 3% y el 6%, no se aleja del porcentaje global de los autores de violencias sexuales a menores respecto al total de la población".

Más bien, la opinión pública americana (y la cuota de fieles católicos que forman parte de ella) se ha alarmado gravemente a causa del dato, que vino claramente a la luz, según el cual muchos obispos trataron de encubrir la responsabilidad de sus sacerdotes: no denunciándoles a las autoridades judiciales, pactando con las víctimas indemnizaciones en dinero a cambio de silencio y para terminar, limitando la sanción canónica a un traslado a otra parroquia tras someterse a una breve terapia psiquiátrica. "Como si su modo de tratar la situación, en el aspecto moral y religioso, pudiera al final llegar al resultado que la medicina declaraba que no podría alcanzar", subraya Mocellin: "Es poco consolador el hecho de que la Conferencia Episcopal hubiera afrontado con anterioridad este fenómeno: solicitando ya en 1985 un primer y amplio dossier; dedicando la asamblea de junio de 1992 al tema y emanando una serie de principios que sirvieran como directriz; deliberando en 1993 (tras la celebración de un encuentro en la Santa Sede y una carta de Juan Pablo II) la constitución de una comisión ad hoc dentro de la Conferencia, y para terminar, publicando en 1995 "Caminar en la luz", dedicado en general a las violencias sexuales a menores pero consciente de las responsabilidades específicas del clero al respecto".

Y es probable que "el conjunto de las indicaciones que emergen de este trabajo habría podido detener y controlar el fenómeno: pero no eran vinculantes para ningún obispo y por lo tanto cada obispo actuó como creyó conveniente". Los interrogativos que en Estados Unidos están atravesando la comunidad eclesial tienen que ver con cuestiones muy concretas, como el tipo de selección de candidatos al sacerdocio y, más latamente, la posibilidad de abrir también dentro de la Iglesia latina el acceso al presbiterado a los hombres casados (si no a las mujeres): "no porque la violencia sexual a menores pueda leerse como la expresión desviada de una sexualidad que, si fuera posible, sería encauzada "normalmente" hacia mujeres adultas (esta lectura no sería correcta), sino porque la obligación del celibato terminaría por reducir cada vez más los candidatos al presbiterado a individuos sexualmente inmaduros o de orientación homosexual".

Por lo tanto, "no hay ninguna duda, de manera inesperada, incluso para el observador europeo, de que la iglesia de los Estados Unidos ha sido desplazada por una problemática, respecto a la cual, en el contexto particular de la sociedad en la que vive y por las pruebas paralelas de validez que ha dado durante estos años, cabía esperar que se presentara a la vanguardia". La actitud a la defensiva completamente mostrada, subraya el estudioso, "en el fondo está más cercana a una comprensión de si misma de carácter preconciliar, de defensa frente a la opinión pública, celosa del prestigio social de sus dirigentes hasta el punto de llegar a defenderlo a pesar de la evidencia de los hechos. La comparación que ha propuesto un psicólogo de la Loyola University de Chicago con los generales sudistas, que tras la derrota en la Guerra de Secesión no querían aceptar que "ese mundo había llegado a su fin", es muy americana, pero muy eficaz".


Vatican Insider

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