En el día Internacional de las mujeres a una no se le ocurre otra cosa que no repetirse. Así que basta ya de tanto merengue. Hablemos de los hombres que llevan cascos azules, que se suponen defensores de los derechos humanos y cuya porquería está inundando los rincones por donde pasan. Son hombres que violan niños y mujeres, que hacen de su status una condición de prepotencia deleznable. Se les lleva denunciando años. Y sin embargo ahí siguen con su blindaje que les deja total inmunidad.
Hablemos de esos hombres que siguen lapidando mujeres, vendiéndolas al mejor postor. Esclavizando su infancia en un abismo de malos tratos y vejaciones. Son los reyes de las guerras y hambrunas de tantos países.
No, no quiero hablar de los derechos de las mujeres porque son evidentes en el papel.Quiero hablar de las mujeres sin derechos y de los hombres que tampoco los tienen. Esos cristianos perseguidos por su fe en tantos países, que están siendo martirizados y apenas se habla de su situación. Ni tan siquiera una condena formal de genocidio, por parte de los organismos defensores de los derechos humanos.
Quiero refrescar la memoria de los Organismos Internacionales, tan ocupados ellos en firmar brindis al sol, pero que no persiguen a los verdaderos asesinos que diezman poblaciones enteras y se cargan el patrimonio artístico de su propio país.
Hablemos día Internacional de los derechos humanos, no de los de la mujer en exclusividad, aunque tanto sudor, lágrimas y sangre haya costado lograrlos. Quiero romper una lanza a favor de tantos hombres que han hecho piña por la mujer en las tribunas de los parlamentos europeos. Que rompieron moldes y supieron dar un lugar de compañera a la mujer.Si hablamos de la mujer tenemos que decir que somos el 50% de la humanidad. Y sin embargo todavía se ningunea su talento, su saber hacer, todavía se cuestiona por mentes calenturientas si son seres humanos. Como no hace tanto pretendían debatir en Arabia Saudita.
Hablemos por tanto de los derechos que corresponden a una parte de la humanidad, derechos escritos y rubricados que son violentados todos los días. Derechos de pueblos indígenas, derechos de libertad religiosa, derechos a la educación y también a formar una familia con los hijos que se quiera.
Son tantos, los derechos humanos, no respetados en el mundo, que da escalofrío ir de celebración rumbera en Occidente, como si hubiéramos conquistado Marte, cuando la miseria y la desolación llenan las portadas de las agencias de información y apenas merecen algunas líneas en los periódicos.
Me pido una oración por todos esos seres maltratados, también los huidos de países en conflictos, los refugiados sin hogar en tierra de nadie. Me pido una oración por todos esos niños que desaparecen en ese trasiego humano que es hoy en día tras la Segunda Guerra Mundial, un éxodo patético como nunca antes se había visto.
Un éxodo que tiene responsables y que es premeditado. Pero eso es lo de menos, porque lo que cuenta son las personas humanas y sus derechos. Derecho al asilo, derecho a la paz, derecho al trabajo. Derecho a no perder su dignidad. Que la indiferencia caiga sobre nuestra conciencia y el Señor nos perdone
Carmen Bellver
Diálogo sin fronteras
RD
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