El Via Crucis de Francisco en el blindado Coliseo de Roma
"Te vemos, cruz, en nuestros hermanos asesinados, quemados vivos, degollados y decapitados"
(José M. Vidal).- Via Crucis, presidido por elPapa en el Coliseo romano, lugar de las persecuciones de los cristianos durante el imperio romano. Al finalizar el rito, Francisco leyó una profunda, sentida y profética oración a la cruz. En ella denunció a los "traficantes de la muerte", a los que matan y queman vivos a nuestros hermanos y a nuestra propia conciencia narcotizada que permite que "el Mediterráneo y el Egeo se hayan convertido en un cementerio".
Dentro y fuera del Coliseo se observa unamultitud, que sigue el evento en una atmósfera de recogimiento y entre fuertes medidas de seguridad, tras los recientes atentados terroristas en Europa.
Los textos de las meditaciones de este año fueron preparados a solicitud del Papa por el arzobispo de Perugia, el cardenal Gualtiero Bassetti, sobre el tema "Dios es misericordia".
En las 14 estaciones, la cruz fue llevada por varios emigrantes de diversas nacionalidades y, en la última, por el cardenal Agostino Vallini, vicario del Papa para la diócesis de Roma, también por familias, discapacitados, estudiantes de las instituciones católicas, hermanos de Tierra Santa y ciudadanos de varias nacionalidades, de China, Rusia, Siria y también africanos.
Al final del Vía Crucis, el Papa recitó una oración, que él mismo escribió.
Algunas frases de la oración leída y compuesta por el Papa
"Oh Cruz, de Cristo, símbolo del amor divino y de la injusticia humana"
"Instrumento de muerte y vía de Resurrección"
"Patíbulo de la persecución y bandera de la victoria"
"Cruz de Cristo hoy te vemos erecta en nuestros hermanos asesinados, quemados vivos, degollados y decapitados"
"Hoy te vemos en el rostro de los niños y de las mujeres y de las personas que huyen de las guerras y de la violencia y a, menudo sólo encuentran la muerte y tantos Pilatos con las manos lavadas"
"Todavía hoy te vemos en los doctores de la letra y no del espíritu"
"Todavía hoy te vemos en los ministros infieles que, en vez de despojarse de sus vanas ambiciones, despojan a los inocentes de su propia dignidad"
"Te vemos todavía hoy en el corazón de los que juzgan a los demás, siempre dispuestos a condenar hasta la lapidación..."
"Te vemos hoy en el fundamentalismo y en el terrorismo de los secuaces de cualquier religión que profanan el nombre de Dios y lo utilizan para justificar sus inauditas violencias"
"Te vemos en los que quieren exluirte de la vida pública en nombre de la paganidad laicista o en nombre de la igualdad que tú mismo nos has enseñado"
"Te vemos en los potentes y en los vendedores de armas, que alimentan los hornos de la guerra con el dolor incente de la gente"
"Te vemos hoy en los traidores que por 30 denarios entregan a la muerte a cualquiera"
"Te vemos en los ladrones y en los corruptos que se venden en el mísero mercado de la inmoralidad"
"Te vemos en los destructores de nuestra casa común que, con egoísmo arruinan el futuro de las próximas generaciones"
"Te vemos en los ancianos abandonados por sus propiso familiares, en lso discapacitados y en lso niños desnutridos, descartados por nuestra hipócrita sociedad"
"Te vemos en el Mediterráneo y en el mar Egeo convertido en un cementerio por nuestra conciencia narcotizada"
"Cruz de Cristo, imagen del amor sin fin, te vemos todavía hoy en las personas buenas y justas que hacen el bien sin buscar el aplauso"
"Te vemos en los ministros fieles y humildes, que iluminan la oscuridad de nuestra vida"
"Te vemos en los rostros de las monjas y de los consagrados, buenos samaritanos, que lo bandonan todo"
"Te vemos en los misericordiosos que encuentran en la misericordia la máxima expresión de la justicia y de la fe"
"En las personas sencillas, que viven sencillamente su fe en la cotidianidad"
"Te vemos en los arrepentidos que saben desde la profundidad de la miseria de su pecado gritar 'Señor acuérdate de mí'"
"Te vemos en los beatos y en los santos..."
"Te vemos en las familias que viven con fidelidad y fecundidad su vocación matrimonial"
"Te vemos en los voluntarios que socorren a los necesitados"
"Te vemos en los perseguidos por su fe que, en medio del sufrimiento, siguen dando testimonio de Jesús y del Evangelio"
"Te vemos en los soñadores que viven con corazón de niños y que trabajan por un mundo mejor, más humano y más justo"
"En tí, santa Cruz, vemos a Dios, que ama hasta el final"
"Sálvanos del mal y del Maligno"
"Suscita en nosotros el deseo de Dios, del bien y de la luz"
"Enséñanos que el alba del sol es más fuerte que la oscuridad de la noche"
"Enséñanos que la aparente victoria del mal se disipa ante la tumba vacía y ante la certeza de la Resurrección y del amor de Dios, que nada puede debilitar"
Texto íntegro de la oración del Papa en el Via Crucis del Coliseo
Oh Cruz de Cristo
Oh Cruz de Cristo, símbolo del amor divino y de la injusticia humana, icono del supremo sacrificio por amor y del extremo egoísmo por necedad, instrumento de muerte y vía de resurrección, signo de la obediencia y emblema de la traición, patíbulo de la persecución y estandarte de la victoria.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo alzada en nuestras hermanas y hermanos asesinados, quemados vivos, degollados y decapitados por las bárbaras espadas y el silencio infame.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los rostros de los niños, de las mujeres y de las personas extenuadas y amedrentadas que huyen de las guerras y de la violencia, y que con frecuencia sólo encuentran la muerte y a tantos Pilatos que se lavan las manos.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los doctores de la letra y no del espíritu, de la muerte y no de la vida, que en vez de enseñar la misericordia y la vida, amenazan con el castigo y la muerte y condenan al justo.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los ministros infieles que, en vez de despojarse de sus propias ambiciones, despojan incluso a los inocentes de su propia dignidad.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los corazones endurecidos de los que juzgan cómodamente a los demás, corazones dispuestos a condenarlos incluso a la lapidación, sin fijarse nunca en sus propios pecados y culpas.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los fundamentalismos y en el terrorismo de los seguidores de cierta religión que profanan el nombre de Dios y lo utilizan para justificar su inaudita violencia.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los que quieren quitarte de los lugares públicos y excluirte de la vida pública, en el nombre de un cierto paganismo laicista o incluso en el nombre de la igualdad que tú mismo nos has enseñado.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los poderosos y en los vendedores de armas que alimentan los hornos de la guerra con la sangre inocente de los hermanos.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los traidores que por treinta denarios entregan a la muerte a cualquier persona.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los ladrones y en los corruptos que en vez de salvaguardar el bien común y la ética se venden en el miserable mercado de la inmoralidad.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los necios que construyen depósitos para conservar tesoros que perecen, dejando que Lázaro muera de hambre a sus puertas.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los destructores de nuestra «casa común» que con egoísmo arruinan el futuro de las generaciones futuras.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los ancianos abandonados por sus propios familiares, en los discapacitados, en los niños desnutridos y descartados por nuestra sociedad egoísta e hipócrita.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en nuestro mediterráneo y en el Mar Egeo convertidos en un insaciable cementerio, imagen de nuestra conciencia insensible y anestesiada.
Oh Cruz de Cristo, imagen del amor sin límite y vía de la Resurrección, aún hoy te seguimos viendo en las personas buenas y justas que hacen el bien sin buscar el aplauso o la admiración de los demás.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los ministros fieles y humildes que alumbran la oscuridad de nuestra vida, como candelas que se consumen gratuitamente para iluminar la vida de los últimos.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en el rostro de las religiosas y consagrados -los buenos samaritanos- que lo dejan todo para vendar, en el silencio evangélico, las llagas de la pobreza y de la injusticia.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los misericordiosos que encuentran en la misericordia la expresión más alta de la justicia y de la fe.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en las personas sencillas que viven con gozo su fe en las cosas ordinarias y en el fiel cumplimiento de los mandamientos.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los arrepentidos que, desde la profundidad de la miseria de sus pecados, saben gritar: Señor acuérdate de mí cuando estés en tu reino.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los beatos y en los santos que saben atravesar la oscuridad de la noche de la fe sin perder la confianza en ti y sin pretender entender tu silencio misterioso.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en las familias que viven con fidelidad y fecundidad su vocación matrimonial.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los voluntarios que socorren generosamente a los necesitados y maltratados.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los soñadores que viven con un corazón de niños y trabajan cada día para hacer que el mundo sea un lugar mejor, más humano y más justo.
En ti, Cruz Santa, vemos a Dios que ama hasta el extremo, y vemos el odio que domina y ciega el corazón y la mente de los que prefieren las tinieblas a la luz.
Oh Cruz de Cristo, Arca de Noé que salvó a la humanidad del diluvio del pecado, líbranos del mal y del maligno. Oh Trono de David y sello de la Alianza divina y eterna, despiértanos de las seducciones de la vanidad. Oh grito de amor, suscita en nosotros el deseo de Dios, del bien y de la luz.
Oh Cruz de Cristo, enséñanos que el alba del sol es más fuerte que la oscuridad de la noche. Oh Cruz de Cristo, enséñanos que la aparente victoria del mal se desvanece ante la tumba vacía y frente a la certeza de la Resurrección y del amor de Dios, que nada lo podrá derrotar u oscurecer o debilitar. Amén.
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