Esta generación ha recibido más estímulos que cualquier generación anterior. Día y noche podemos estar escuchando o mirando, exponiéndonos al bombardeo de palabras, música e imágenes que nos traen los medios electrónicos.
Por lo tanto, no podemos orar en un espacio vacío: nuestra cabeza está llena de fotografías, melodías y noticias. Sufrimos lo que se llaman pensamientos de monos, que corren por toda la pieza, gritando y distrayendo nuestra concentración.
Una salida de estas distracciones es enfocarnos en nuestra respiración; otra es repetir “mantras" como “Señor, enséñame a orar", o “Maranathá", o “Espíritu Santo, ven".
De Espacio Sagrado
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